El chico de las Estrellas

Capítulo 16. “Meses de silencio parte II”

Estrella (18 años atrás)

¿Había algo mal en mí?

Yo creo que sí.

Era la típica niña rara y fea que todos odiaban, no tenía amigos. No sabía que significaba esa palabra y mucho menos sabía si en verdad les gustaban a los chicos. Más bien ellos huían de mí como si tuviera lepra, la última vez que tuve un amigo fue Fénix.

Uff, solté un suspiro en pensar en el bello, atractivo, encantador y dulce Fénix. El mejor amigo de mamá que por lo general era mayor de edad y si mi memoria no falla debía de tener sus  32 años y me imagino que debe estar como para chuparse los dedos en su momento de Sugar daddy.

No me importaba que el fuera mayor cuando yo tuve los once años, pero es que lo sentí como amor a primera vista y solo por eso todavía sigo esperándolo. Quiero que él sea mi primer beso, mi primer novio y primer todo…

-¿Estrellita ya está lista?-el grito de mi madre hizo que dejara de pensar en el bombo de Fénix y me mirara de una vez en el espejo.

-No entiendo porque huyen de mi.-susurré con lastima.

Ósea había sacado el pelo de mi madre rojizo, ojos grises y piel blanca. Estaba en forma y cuando me quitaba el uniforme feo de la zona, podía contemplar que tenía un cuerpo de infarto. Y solo por eso no entendía porque todos me decían que era fea y rara.

-¿Serán mis pecas?-me lleve las manos a mi cara por instinto con lastima.

Yo solo quería encajar en este mundo y ser normal por una vez en la vida.

Resople cansada y me coloque el uniforme gris feo que nos tocaba, pero antes de hacerlo coloque algunos pendiente de estrellas en mi blusa para que le dé un poco de color a ese feo gris que nos obligaba usar.

-¡Estrellita!-volvió a gritar mi madre desde la planta baja con intenciones de que si volvía a gritar iba a subir y no sería bueno que la molestara en su estado.

Si, Aurora Smith estaba embarazada y me iba a dar un hermanito que esperábamos con muchas ansias. Mi papá trabaja duro en su tienda y solo para que él bebe no le falte nada cuando llegue al mundo.

Yo termine de arreglarme y baje las escaleras con los ánimos por el suelo, me detuve en la cocina donde mi madre me esperaba con el desayuno ya hecho.

Avena.

Que delicia.

No deje que el plato llegara bien a la mesa cuando se lo quite de las manos y me lo comencé a comer, amaba la avena como si fuera el segundo amor de mi vida y no pudiera vivir sin él.

-Estrellita come despacio te puedes atragantar.

-Siii, comooo sea… Voy a llegaaar tarde hoy.-hable con la boca llena sin impórtame los modales.

Mi madre hizo un gesto de reproche antes de sobarse su panza ya grande de cinco meses.

El desayuno fue tranquilo, como siempre en mi vida. A igual que ir a la universidad, en mi primera clase me vi dibujando en mi cuaderno y no prestándole atención lo que decía la profesora. Ya en el receso fui a la cafetería a buscar mi desayuno como siempre, hice mi cola como todos y cuando era mi turno la popular y odiosa de Fernanda se me atravesó.

-Quita rara.-me empujo ella con molestia metiéndose en mi puesto junto con su grupito de amigos y pidiendo su desayuno.

Me llevaba el que me trajo.

Pensé, mientras ideaba mil forma de matarla a ella y sus amigos que desde que tengo memoria no dejaban de fastidiarme la vida.

-No deberían dejar que te traten así.-susurro alguien tras de mi haciendo que me asustara y llevara mis manos a mi pecho por voluntad propia.

Mierda.

Parpadee saliéndome de mi puesto y mirando a la persona que me había hablado, él era un chico de cabello castaño y tenía los ojos de un color gris un poco intenso más oscuro, diferente a los míos que eran más claro dándole un toque raro.

Él también se salió de la fila y me miro unos minutos como dándose cuenta que me había asustado.

-He lo siento, solo quería ayudar un poco.-él se rasco su cabellera castaña que le llegaban a los hombros como si él fuera un rebelde.

Yo ni siquiera le respondí si no que salí de la cafetería, ya se me había quitado el hambre por la impresión que por primera vez alguien me hablara además de mis padres y los vecinos ya adulto.

No le di importancia y pase todo el día metida en mi mundo, que para cuando llegue a la casa todo paso muy rápido y sentí que mi vista se había confundido de lo que había visto.

Mi vista se posó en  el cielo cuando vi como cinco cohete del mismo tamaño se dirigían en diferente zona del distrito haciendo caos en el paso.

Solo sé que todo pasó tan rápido que nos tomó de sorpresa y no nos dio tiempo de hacer nada, el cielo estaba oscuro por las nubes de humo que salían de varias casas.

Habían lanzado una bomba.

Solo sé que caí en el suelo como si me fueran empujado demasiado fuerte que mi frente golpeo el suelo con tanta violencia que juraría que me había abierto la cabeza porque me dolía de los mil demonios. Los oídos me zumbaba feo, el dolor que sentía en mis manos, rodillas y estomago no eran nada normal con el impacto que lleve al caer en el suelo, los gritos y la desesperación de la gente solo hicieron que me levantar preocupada del suelo y corriera en cuestión de segundos a mi casa, donde el suelo se movía todavía por el impacto que hubo.

-¡Mamá!-grite entrando a la casa que todo era un desorden.

Afuera todavía se seguía escuchando la alarma de emergencia a igual que los gritos de varias personas.

Alerta roja, alerta roja… todos buscar el refugio, esto no es un simulacro, estamos bajo ataque!

Esa voz robótica que se escuchaba por todos lados solo hicieron que mi dolor de cabeza y mi desesperación incrementara.

Corrí escaleras arriba sin impórtame que el cismo de la explosión que hubo en cualquier parte de este distrito hizo que las mayoría de las casa se destrozara. Solo sé que me preocupaba mi mamá, escuche que sonaban un metal que provenía del ultimo baño de la casa cuando me dirigía a la habitación de mi padres.




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