El chico de las Estrellas

Capítulo 20. “¿Trébol?”

Aldora

Los días pasaban tan rápido como las semanas, mi vientre ya no era pequeño y se estaba comenzado a notar. Mi hermana cada día me odiaba y no la culpaba, yo en cambio comencé a perdonar a mi abuela y mi padre.

Sí, mi padre.

Porque yo me conocía también que sabía que el rencor y el odio no llegarían tan lejos, al final le di el beneficio de la duda y espere que él me contara porque nos abandonó.

Y todo comenzó con mis abuelos- sus padres- cuando se enteraron que mi madre había quedado embarazada de él por unas cartas que ella le mando a el que nunca llegaron. Al final resentido y dolido quiso buscarnos pero ya era tarde, estábamos en pueblo enemigo y por más que quiso buscarnos se lo impedía y nos podrían en peligro a nosotras en cualquier momento.

Dejo de intentar y solo recibía carta de mi abuela Aurora con fotos de nosotras para torturarlo.

De mi Fénix no sabía nada, yo tenía ya seis meses de embarazo y por lo que me entere la última vez que hable con Crux, Fénix no quería salir de la cueva y estaba súper molesto. Porque sus hermanos lo habían abandonado aquí, quise persuadir a Crux para que me llevara y pudiera hablar con él, pero el problema era que tenía un embarazo un poco complicado.

Por ser joven y heredad el mismo problema de mi madre, así que aquí estaba yo mirando desde el banco como Crux discutía con Carlos uno de los guardia de mi padre.

Siempre que lo veía a los dos se estaban matando a insulto, pero ganaba Carlos porque Crux no sabía que era un insulto así que lo primerito que pasara por su mente le decía cosa fea de Carlos, como lo que llevaba puesto o su feo corte de pelo.

Franmar y yo siempre nos reíamos, pero al final salía ella a parar sus discusión.

Franmar había pasado la prueba y ahora estaba en el ejército que Carlos tenia al mando,  muy poca veces la veía porque siempre estaba en misiones. Hace un mes llegaron con diez chicas que si mal no recuerdo eran de mí antiguo distrito. Se las veían tan demacrada, intente averiguar algo con mi abuela o padre pero ninguno dijo nada más que...

-No te preocupes Cariño, solo estaban buscando refugio.

Era lo mismo que me repetían todos y ya estaba súper cansada. Me aparte de la baranda y me metí dentro de la habitación, donde mi abuela me estaba esperando.

-Cariño debes bajar, te hace falta más sol… mírate.-señalo ella sin dejar de tejer.

Era su nuevo pasatiempo, mientras que mi abuelo se encargaba de estar en reunión de reunión por Alida, sabía que en cualquier momento metería la pata y ahí estaría él para sacarla de apuro de nuevo.

-Más tarde, ahorita hace mucho frio. Creo que es porque se acerca el invierno.-dije dejándome caer en la cama y agarraba el cuaderno que me acompañaba todo esto días.

-Tu padre está muy preocupado por ti, se te ve más blanca y yo lo apoyo. Por primera vez en años Frenellin tiene razón.

-Es lo mismo que dijo ayer cuando me trajo la nueva vitamina, pero yo no tengo la culpa. Siempre intento hacer algo, pero es que como si mis energías se agotaran poco a poco.

Me llevo la mano a los dos collares que mantengo conmigo, el mío siempre esta negro y es porque extraño mucho a Fénix. Pero el que Fénix le regalo a mi hermana lo pude recupera cuando ella lo intento votar y lo recupere para él bebe, que ese es el único que se mantienen en verde.

Creo que era por el aura del bebe que siempre permanecía de ese color.

-Solo descasa y no te esfuerce.-dijo ella dejando sus cosas de coser en la mesita de siempre y me dio un beso en la frente para irse.

-Cuídate de esa víbora.

Y no lo decía en broma.

Ella solo se rio y negó divertida.

Comí, me bañe, tome mis vitaminas y hasta hice todo los deberes en mi cuaderno. Las horas pasaban tan rápido que yo solo tenía muchas ganas de dormir y lo hice hasta que me dio hambre y pude comer algo que me trajo mi abuela mientras dormía.

Ya había pasado un buen rato y yo seguía mirando el techo blanco cuando la puerta se abrió fuertemente asustándome un poco, me lleve la mano al corazón por el susto, donde mire mal a mi amiga que sonreía de oreja a oreja.

-Oye Aldora, si te dijera que tengo la oportunidad de vengarme del chico que te rompió el corazón ¿Me dejarías?... ósea, tengo que aprovecharla ya, como la ley de la oportunidad.-hablo ella tan rápido y contenta que no le entendía nada.

Cuando mi corazón se tranquilizó y no estuvo a punto de salirse de mi pecho, reí porque así era ella.

-Jajaja dependiendo ¿qué vas a hacer Franmar?... Mejor aún ¿qué tienes en mente?

Que yo sepa ella no había terminado con Crux.

¿O sí?

Aaah esto de estar encerrada todo el tipo le quitaba la diversión a todo, maldigo el día que no me acorde de tomar las pastillas anticonceptiva.

-Bueno ayer estuvimos en los otros pueblos buscando mercancía y me encontré el polvo picapica, pero si te soy sincera es mejor que te entere que no sé qué le paso o como sabe que estamos aquí, pero llego. Y cuando lo vi, mi mente dijo: Oye Franmar, tienes la pinche oportunidad de vengarte de ese imbécil por jugar con los sentimientos de nuestra Aldora.

¿Dijo él?

¿Hablaba de mi fénix?

Mi sonrisa murió en el acto y negué divertida porque debe ser una broma de mal gusto, pero verla sonreír y hablar tan segura mi sonrisa murió.

Estaba aquí.

-No manches.-susurre nerviosa y esta vez sí sobaba mi vientre cuando sentí una electricidad de querer corre a su brazos.

Pero sabía que Crux también estaba aquí, así que a lo mejor lo estaba confundiendo a los dos. Negué molesta y mire a mi amiga muy segura.

-La verdad tú nunca madura, déjalo así. El perdió la memoria y bien claro dijo Crux que no se acuerda de nosotros. Solo no te vayas a vengar por favor, el karma tarde o temprano llegara, sin rencores  la verdad, yo lo perdone por olvidarnos y seguiré con mi vida.




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