El chico de las Estrellas

Capítulo 27. "Estrella"

Aldora

¿Dolor?

Para nada, sentía una paz tan grande al ver aquella luz muy bonita que me llamaba.

Me sentía como si estuviera en casa, abrí los ojos hasta que ellos se acostumbraron a la claridad del valle donde me encontraba.

-Que hermoso.-sonreí con una alegría y una paz que en años no había sentido.

Me sentía sin responsabilidades, sin problemas, sin cargas, sin dolor y sufrimientos. Era como si este lugar me hubiera esperado por tantos años y por fin me encontraba con mi hogar, me sentía tan bien aquí.

Mire a mi alrededor y lo que vi fue un valle grandes hermoso con un árbol frondoso en el medio, a los lejos en el árbol pude mirar una melena rojiza que hizo que las lágrimas comenzara a salir.

-¿Mamá?-susurre dudosa todavía fincando mi mirada en el lugar donde se veía una figura parada con un vestido blanco.

Yo todavía con la vista nublosa mire mi ropa y estaba toda blanca, me encontraba descalza pero en paz. La brisa era tan suave que te daban ganas de quedarte ahí parada todo el día sin hacer nada y contemplar el atardecer que caía en ese momento pintando las bellas grama a su paso.

-¡Aldora!-la mujer pego un grito de alegría que hizo que dejara de mirar el sol y la mirara a ella de nuevo.

Ella movía su brazo en modo de saludo y no lo pensé cuando salí corriendo hacia ella con el corazón chiquitito.

-¡Mama!-grite también llorando.

Las dos comenzamos a correr que ninguna se detuvo cuando me lance a sus brazos y comencé a besar toda su cara.

Se veía tan joven y hermosa.

-¡Mi bebe!-susurro ella llorando y colocando su mano en mi mejillas para quitar todo rastro de lágrimas.

-¡Mami, mami! Cuanto te extrañe.-le susurre aguantando todo el dolor que sentía en ese momento para no apartarme de ella y su abrazo tan cálidos.

Como me habían hecho mucha falta.

-¡Pero miren a mi regalo con alas, si ya está grande y hermosa como su padre!-me aparto de ellas unos milímetros para mirarme y después comenzar ella a repartir besos por mi cara robándome sonrisa y más lágrimas.

-Mami te extrañe mucho.

-Yo lo se hija, yo lo se.-ella volvió abrazarme y esta vez ya no hubo más lágrimas.

Porque todo fue cambiado a una alegría y una paz que se sentía tan bien, ella en silencio nos separamos antes de comenzar a caminar hacia el árbol donde la vi en silencio.

Cuando llegamos me di cuenta que había como un estanque cerca del árbol, quise mirar a ver pero ella no me dejo sino que caminamos hasta sentarnos en  el césped.

-Cuéntame, ¿Cómo esta mis padres? Mejor dime, ¿ya conociste a tu padre?-ella hablaba tan rápido que sonreí porque ya me estaba dando cuenta de quien saque el hablar rápido.

-Los abuelos están bien, papá tan bien aunque se le nota que te extraña mucho.-eso lo susurre bajito y ella solo sonrió con alegría insistiéndome a que continúe.-Además siempre se la pasa diciendo que salí mas a ti y que por eso yo era su consentida.-je, lo consentida lo invente.

Ella comenzó a reír tan lindo que no sabía porque ella no estaba más con nosotras, no entendía porque la vida era tan cruel al arrebatarnos algo tan bello y hermoso a tan poco tiempo.

Agarro mis manos en un fuerte apretón como apoyo dándome una sonrisa que llevaba añales esperando desde que tengo memoria y quería conocerla.

-¿Y tu hermana? Esa vestiditos con alas, sabía que saldría a su padre.-murmuro ella mirando mis ojos esperando alguna reacción de mi parte que no obtuvo.

¿Era yo, o se veía un poco triste?

-No sé, no me importar saber de ella si te tengo a ti en esto momento.-me volví a meter entre sus brazos y ella me abrazo tan fuerte que quise hacer mi hogar ahí mismo.

Las dos permanecimos en silencio solo escuchando la brisa y nuestra respiración mientras caía la noche y las estrellas salían una por una. Todavía en sus brazos cerré los ojos mientras ella me hacía cariño en el pelo.

-La historia de tu padre y la mía, no estaba escrita en el destino.-comenzó ella hablar de la nada, yo alce mi mirada para verla confundida cuando su mirada cayo en la estrella solitaria.-Los dos lo creímos, pensábamos que estábamos hechos el uno para el otro pero no… Mira como el mundo da muchas vuelta.-su sonrisa siempre fue sincera.

-Solo fue el destino que no los quería juntos mamá.-le dije sabiendo lo obvio.

Ella negó divertida mientras señalaba las estrellas.

-Tu padre siempre me decía sus teorías locas sobre porque las constelaciones y las estrellas tienen sus nombre.-comenzó ella a explicar y yo me emocione porque por primera vez en mi existencia la tenía conmigo y ella me contaría su historia.- Y es que cada estrellas tiene su propio nombre porque algunos dioses que no sabemos de qué añales son, pero vivieron aquí con algunos humanos. Ja.-rio ella divertida mirando todavía la estrella solitaria.- Esa fueron exactamente las mismas palabras que me enamoraron y me dijo aquella noche…

-¿Papá fue así de romántico contigo?-pregunte interrumpiéndola.

Ella dejo de mirar la estrella y asintió sonriendo.

-Sí, no era el mejor poeta. Pero era él, era mío.

-Ay qué lindo.-susurre feliz.

Mi madre sonrió y coloco su mano en mi mejilla.

-Nuestra historia no era igual a la tuya con la de Fénix cariño.-ella lo dijo con una voz cariñosa que aquel nombre solo hizo que mi corazón se estrujara poco a poco.

Fénix, mi Fénix.

-Pero no quiero volver mamá, aquí estoy bien.-mi voz sonó temblorosa avisando que si seguíamos hablando del tema lloraría.

Ella solo sonrió como siempre con cariño acariciando mi mejilla con ternura.




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