Fénix
-Ha muerto.
Para mi esa palabra no existió desde el momento que Alida lo dijo en un susurro, solo sé que no dejaría de intentar en luchar por ella. No podía morir y dejarnos así, no iba a permitir que la historia de sus padres fuera la misma que la de nosotros.
Nosotros éramos muy diferentes, ella era mi regalo con alas y yo su Fex.
Así que lo único que hice fue, comenzara hacerle RCP, una y otra vez trayéndola de vuelta mientras ignoraba los gritos del bebe y los llanto de los demás.
-Vienen más enemigos y nos pondremos en ataque total.-la voz de los guardianes para mí se escuchaban tan lejos que lo único que me importaba era que mi trébol volviera.
Quería mirar sus ojos grises, quería ver su rostro con una sonrisa llena de felicidad y vida. No quería verla pálida, quería ver vida en ella.
Me afinque en su pecho y comencé hacer lo que había aprendido hace años como auxiliar de primero auxilio.
-Quince.-contaba y volvía a su boca a soplar.-Vamos amor, vuelve.-hable desesperado sin dejar de intentar seguir haciendo el esfuerzo de traerla de vuelta.
-¡Fénix ya basta, la lástima!-grito Alida desde atrás con desesperación, pero me importaba un convino lo que dijera ella o los demás.
Ella era mi chica, mi hogar, la madre de mi hijo y no iba a dejar que la historia de sus padres ocurriera con nosotros.
No podía.
Seguí una y otra vez, pero no veía nada. No podía dejar de intentar aunque me dolieran los brazos, me rehusaba a dejarla ir. Así que ahí me vi alzándola en brazos y aguantando las lágrimas que amenazaban con salir.
-La cascada tiene vida amo.-la voz de uno de los guardianes hablo en mi memoria haciéndome detener cuando me dirigía al portal.
¿La cascada?
La cascada llevaba siglo que ya no había agua en ella, siempre la usaba para curar enfermos con enfermedades incurable.
-¡¿Fénix vuelve aquí?! Él bebe te necesita.-el grito de Aurora me hizo que mirara al bebe y después mirara a la chica sin vida en mi brazos.
-Las lágrimas de una estrella son sanadoras y si la cascada tiene vida de nuevo, puede traerla de vuelta.-el guardián que me hablaba era y siempre fue el protector de esta montaña.
Así que no lo pensé mire Aurora pidiendo con la mirada a lo que ella asintió y me siguió afuera, el cielo estaba nublado por el humo que se veía de la batalla que estaban teniendo los guardianes con los humanos.
-¿Fénix está seguro de lo que vas hacer?-Aurora venia tras de mí e intentando cubrir él bebe que lloraba sin control alguno.
Él también sabía lo que estaba pasando, su madre ya no estaba con nosotros.
-Tu solo has caso de lo que te diga, me rehusó dejarla morir. No esta vez.-le hable fuerte mientras que veía a los lejos como una fuerte muralla de un campo de protección comenzaba a proteger la montaña.
Los guardines protectores.
-¿Qué es eso?-pregunto rora atrás con miedo mirando lo que yo me detuve a mirar.
-Son los guardianes, solo protegen lo que se le han quitado como venganza destruirían todo aquel que intente cruzar la montaña.
Aunque la verdad no lo sabía muy bien porque todo era nuevo para mí, aunque podía sentir un pequeño de dolor en ellos.
Seguimos nuestro camino hasta cruzar algunas partes de la montaña hasta llegar a la cascada que se mantenía oculta entre una roca. Donde vi que de una piedra salía agua y muy brillante.
En la orilla mis ojos captaron al guardián que me habla y que nos pasó por un lado mientras asentía Aldora. Sus ojos brillante cayeron en la chica que tenía en los brazos y señalo el agua donde yo me metí con ella en brazos.
Estaba tan fría y sin vida que una lágrima salió de mí sin avisar y no lo pude contener más.
-Por favor amor vuelve.-susurre dándole un beso en los labios mientras la sumergía completa. Mire Aurora que miraba al guardián que le extendía su brazos pidiendo él bebe y ella se rehusaba dárselo.-Solo dáselo, yo ya no soy una estrella y el sí... Él puede traerla de vuelta.
-Fénix creo que todo esto…-ella negó intentando para el llanto del bebe pero era en vano.
Mi paciencia se fue al límite.
-¡Dale el niño ya!-grite entrando en desesperación.
Ella asustada se lo entrego y vi el guardián estirar él bebe hacia el agua donde las lágrimas caían una tras la otra en el agua y veía como esta comenzaba a iluminarse con unos colores de azul con dorado y blanco.
Eran los colores que los guardianes tenían, y eran los mismos colores que iluminaba las piedras de los collares que tenía en el cuello bajo del agua.
Todo pasó tan rápido, el niño dejo de llorar en los brazos del guardián mientras se lo daba Aurora y esta volvía a la cueva. El agua comenzó hacerse un remolino donde me separo de Aldora lanzándome hacia la orilla, los ojos del guardián jamás abandonaron a mi chica mientras que esta estaba en un remolino con el agua de aquellos tres colores que la cubrían.
Vi como una luz fuerte salió del agua y que la cascada dejaba de votar agua. Fue tanto así mi miedo, porque jamás lo habíamos utilizado para revivir a una persona, que pensé que todo aquello fue una mala jugada del destino porque todo duro media hora hasta que vi que mi chica salía del agua buscando aire.
-Ha vuelto.- un fuerte susurro se escuchó en mi mente mientras que dejaba salir las lágrimas y nadaba hacia mi chica.
-¡Amor!-chille emocionado y preocupado.
Sus ojos grises con tanta vida cayeron en mi cristalizándose en ese momento, como pude nade hasta ella y ella se engancho en mi cuando la cargue.
-Fex.-su voz sonó rota en mi cuello y yo no deje de abrazarla.
Mi vida, mi hogar y mi estrella habían vuelto.
-Te amo, te amo.-le dije llorando repartiendo besos por toda su cara hasta detenerme en sus labios y volverlos a probar.
A lo largo de los años siempre escuche que los hombres no lloran o que no deben llorar porque pierden la hombría, pero desde que vi como mi chica se iba en mis brazos y tenerla por una hora muerta y guardando todo ese dolor, no podía dejar de llorar en sus brazos como un niño.