El chico de las Estrellas

Extra

Aldora

Feliz día de las madres

Un año después del nacimiento de Donato…

-¡Mami despierta!-el susurro de un niño hace que ignore el llamado de levantarme.

No quería abrir los ojos, quería seguir durmiendo. Además estaba cansada y agotada física y mentalmente. Criar un hijo era un trabajo tan duro y complicado, Donato cada vez que iba creciendo era más curioso, más imperativo por querer levantarse tan temprano para ver el amanecer y eso lo uso a su favor desde que aprendió a caminar a los seis meses.

Tenía un horario muy raro y específico para levantarse, comer, jugar y después dormir. Porque desde bebe no podía dormir sin fénix o conmigo, así que tuvimos que adaptarlo o acostumbrarlo, pero seguía siendo difícil.

Porque el niño de apenas un año siempre se levanta desde hace cuatros meses atrás media hora ante para ver el amanecer. Y no lo culpaba, vivíamos en la montaña y ver el amanecer desde aquí era tan hermoso como magnifico.

-Mamá, vamos.-volvieron a susúrrame pero esta vez me movieron del hombro y me dieron un beso en la frente.

-Donato.-hice un puchero lastimero porque él siempre me levantaba a mí en vez de su padre.-Ve con tu padre.

-¡No!-dijo rotundamente afincándose y ya sé por dónde iba. Así que abrí un ojo y lo vi con su pijama ya puesta y su osito de peluche.

Sus ojos jamás cambiaban pero me recordaba a su padre.

-Dale unos minutos a mami para alistarse y después nos vamos.

Su sonrisa me dio más ánimo para levantarme y complacerlo, el asintió mientras salía de la pequeña habitación. Yo en cambio me volví a dejar caer porque iba a matar a fénix.

Tenía mucho sueño y esto era culpa de el por no dejarme dormir toda la noche, anoche llego un poquito tarde de una misión con Crux y Carlos. Que no me di cuenta hasta que me levanto a media noche y comenzó a hacerme el amor. Pero claro como él siempre estaba acostumbrado a levantarse temprano a él no era impedimento todo esto. Así que lo único que pude dormir fueron unos minutos a las cuatro de la mañana hasta que Donato llegara a levantarme.

Me arrastre de la cama como pude y fui al baño, me di una pequeña ducha con agua caliente porque sabía que iba hacer frio afuera así que volví a alistarme con ropa bien abrigada y en el camino agarre las mantas.

Ya en la sala de la cueva vi a Donato jugando con sus juguetes mientras me esperaba.

-¿Y tu padre?-pregunte agachándome para cargarlo, pero el negó. Así que lo abrigue bien mientras sostenía las mantas.

-Dijo que iba a entrenar, que volvía antes para el desayuno.

Fénix amaba a Donato tanto, pero los dos teníamos claro que a quien Donato siempre quería para al amanecer era a mí. Y después del resto del día Donato era más pegado a él como un chicle, aunque Donato no le gustara la violencia o todos los entrenamientos de fénix en el comando de mi padre.

-Vamos pues, mami tiene muchas ganas de ver como el sol sale otra vez.-dije sosteniendo su manito y el salto de alegría contento.

-¡Sí! Otra vez estrella gigante naranjado.-chillo el feliz, lo que hizo que mi sonrisa se ampliara más por verlo reír.

Donato aprendía a un ritmo muy rápido y era muy inteligente para tener un año.

Es que ese pequeño era mi mundo, mi todo y no sabría cómo seguir sin él. Es que desde que lo cargue por primera vez en mis brazos, y vi sus ojos supe en ese momento que iba hacer mi ruina. Terminaría siendo la madre protectora y espanta novias desde ya.

Lo quería para mi sola, no lo quería lejos y sabía que cuando mi bebe creciera iba a ser un galán rompe corazones. Así que aquí estaba yo disfrutándolo todo lo que me daba la vida, porque cuando llegara ese día sé que me odiara por espantar a esas zamuros come carne.

Además mi bebe seguía siendo una estrella, que aunque no daba indicio de serlo y fénix creía que podía ser humano. Yo lo dudaba, y era por ver sus ojos.

Los dos caminamos agarrado de la mano hasta subir la cima de la montaña, ya arriba el lugar que fue condicionado para nosotros dos ahí coloque la manta en el suelo y me senté, Donato se metió en mis piernas como siempre y nos arrope a los dos con la manta.

Ahora tocaba ver el amanecer.

Faltaba minutos pero los dos en silencio esperando aquello lo más lindo que podíamos contemplar, era como nuestro momento de madre e hijo.

-¿Mami?

Los dos estábamos en silencio y esperando el amanecer, que cuando me llamo agache la cabeza para ver su pelo castaño y verlo ver como miraba el lugar por donde apenas comenzaba salir el sol.

-¿Si mi amor?

-¿Papi, Tío Crux y yo somos diferentes?-su pregunta me dejo fuera de base pero me recupere tan rápido porque sabía por dónde iba.

Ellos tres siempre mantenían aquella electricidad que los humanos no podíamos tener.

-Mmm, diferente, diferente no… más bien son algo inefable.

-¿Y qué es eso?-pregunto esta vez apartando su ojito del amanecer para colocarlo en mí, pero con mis manos hice que volviera a contemplar aquella hermosura.

El cielo se pintaba de un rojo con su naranja tan bello cuando el sol salía.

-Algo tan increíble que no puede ser expresado en palabras.

-¿Cómo esto?-señalo el amanecer tan bello como todos los días. Cuando escuchamos unos pajaritos cantar.

-Sí y no… algo como tu papá, tío y tú.-él se pegó más a mí y yo lo abrace.

-Te quiero mami.

-Yo también.

Y ahí los dos permanecimos en silencio contemplando el bello amanecer, escuchando los pájaros cantar y ver el mundo desde la cima como le daba la bienvenida a un nuevo amanecer, a un nuevo día y a una nueva oportunidad para seguir adelante.

Cuando la mañana estuvo tan fría volvimos a la cueva y ya fénix estaba ahí preparando el desayuno.

-Hola amor.-me saludo con un beso en los labios y se agacho para cargar a Donato que lo recibió y lo abrazo en el proceso.-Hola campeón.




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