El chico de las Estrellas

Extra 2

Fénix

Un año después del nacimiento de Elizabeth.

Ya habían pasado cuando años desde la guerra de las tierras enemigas, el distrito Diamante había quedado en cuarentana absoluta y su habitante también. Aunque ya habíamos regado con el agua de la cascada que dije que fue un químico especial que invento mi hermano Crux, para no levantar sospecha igual tarda pero a su ritmo.

El ser humano todavía no sabe los secretos que guarda la naturaleza o más bien nuestra especie, hay cosas que no deben ser descubiertos como también no pueden ser halladas. Porque queramos o no entender, mis hermanos tienen razón, el ser humano a veces son crueles y no le importan hacer daño si así sea destruyendo la tierra a su paso también.

Por eso solo mi familia y Crux saben para qué es la cascada, aunque los guardianes cuiden de la montaña aun así debemos guardar el secreto. No deba ser que otro como el Alcalde Ramón Kong descubra para que sirvan las piedras de la cueva y termine destruyendo la humanidad o se desate otra guerra.

Miro el techo de madera mientras pienso en la mujer que tengo alado, el cuerpo caliente solo hace que respire con calma para después mirarla dormir.

La señora Condor.

Me encanta como suena y más si el apellido que por fin me había gustado lo llevaba mi esposa, compañera, amante y madre de mis hijos. Ella era mi todo y siempre lo iba hacer, y más si me ha dado una hermosa familia.

Jamás creí que una misión estúpida terminaría siendo un gran regalo para mí, jamás pensaba que podíamos procrearnos y muchos menos amar.

Esa palabra para mí nunca significo nada hasta que la conocía a ella, esa timidez y torpe era algo que quisiera o no, me atraía. No era como la mayoría de las mujeres que conocí, nunca fue directa, mucho menos atrevida y tampoco me buscaba para una noche de solo sexo y ya. No, ella quisiera o no entro sin darse cuenta en mi corazón y se lo robo.

Por eso, aquella noche cuando ella entro hurtadilla a mi habitación. Solo hice lo primero que pensé o más bien moví algunos hilos a mi favor, había leído muchos libros antes y sabía que al provocarla esa mañana porque sabíamos que esto no solo era atracción sexual jugué la mejor carta que un hombre puede jugar.

Jugar el tira y afloja la cuerda.

Si, era algo un poco complicado. Pero es que cuando vez a la chica que tienes al frente demostrándote todas su faceta y esperando que tu sea su príncipe azul para dar el primer paso, no se podía y más si eres un estrella y no quiere que ella sea solo un juego.

Así que me la jugué el todo por el todo, sabía que ella había enfermado y no me aparecí por su casa dejando que se cumpliera el dicho que es mejor que te extrañen que te odien, y bueno si era verdad que los Smith arreglaban todo desde la raíz sabía que ella se iba a lanzar a su manera y no como su hermana.

Y le doy gracias al creador porque funciono, porque si no fuera yo el que iría a su habitación aquella noche.

Abrazo el cuerpo desnudo de mi esposa, mientras que huelo su pelo y deposito un pequeño beso en su nuca despertándola en el proceso.

No tenía sueño y los niños no estaban en casa, hoy terminaba nuestra luna de miel y Crux y Franmar se encargarían de cuidarlo. Así que tenía que aprovechar todo el tiempo que me quedara.

— Fex, estoy cansada. —susurro ella dándose la vuelta pero sin abrir los ojos, cosa que provoco que riera un poco.

—Vamos trébol, los niños llegan entre unas horas y quiero tenerte toda las horas que quedan hasta que llegue Don quitón. —ella ríe y abre su ojos.

Y es que mi hijo y yo habíamos hecho un pequeño trato desde que comenzó a saber de las cosas de la vida y es que ese pequeño amaba a su madre tanto que recuerdo cuando me llego una mañana en el desayuno con una hoja y unas cosas escrita en ellas.

Era un contrato.

Mi tía carolina me enseño muchas cosas, pero mi abuelo me enseño que es un contrato y para qué sirve. —dijo aquella mañana sentándose a mi lado serio.

Yo en cambio reí y estaba muy orgullo de él, para solo tener un año era muy inteligente y como decía era muy curioso y siempre quería estar con los adultos y a veces cuando viajábamos a la ciudad se escapaba a las reuniones con su abuelo.

Aja y que propone, que ahora en adelante te tengo que buscar a tiempo a la escuela. —jugué un poco pero él negó mientras su madre le colocaba la comida en la mesa y él como si fuera un buen abogado me deslizaba la hoja a mi lado.

Mi abuelito dijo que si quiero llegar un acuerdo con alguien debo primero lanzar mi oferta.

Eso es verdad cariño, pero si van hacer negocios que sea después del desayuno. — contesto Aldora sentándose a su lado para coloque la servilleta para que no se ensucie cuando vaya a comer.

Yo en cambio leí la hoja que mi pequeño hijo me había pasado y reí por dentro, este niño se había tomado muy a pecho el de proteger y cuidar a su madre cuando yo no este.

— ¿Quieres tener a mamá por todo el día y yo la noche?— pregunte mientras leía y el asentía. — ¿Y qué queda de mí? ¿Y no quieres pasar el día con papá?

Hice morito triste mirándolo a los ojos, aquellos ojos idénticos a los míos que dejaron la comida para mirarme y ver como su semblante cambiaba.

— ¡Claro que quiero pasar contigo el rato papá! —contesto el rápido al ver mi cara triste y hasta me regalo una de esa sonrisa que mataría por verla en su rostro cada mañana como dice Aldora. — Solo que mamá se queda sola en la mañana cuando estoy en la escuela y tú llegas en la tarde y después no quieres soltarla cuando yo quiero jugar con ella.

Si el supiera que mi trébol no dura sola todo el día cuando él va a la escuela no se preocuparía tanto así.

Así que le regale una de mis sonrisas mientras asentía y miraba a mi chica que sus ojitos también se estaban cristalizando por escuchar a nuestro hijo.




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