Hola, Gruñilda!
En este frío que nos envuelve, mi corazón late con calor solo pensando en ti. Me muero por estar contigo, compartiendo un chocolate calientito y riendo juntos mientras vemos películas de terror. ¡Qué noche perfecta sería!
Pero no solo es el frío lo que me hace desear tu compañía, es tu belleza que ilumina cualquier día. Tus ojitos brillan como estrellas, tu cabello es una cascada de seda y tu rudeza es un encanto que me subyuga. Eres preciosa, Gruñilda, y no solo por tu apariencia, sino por tu fuerza y tu altanería.
Me fascina cómo te defiendes, cómo te mantienes firme ante el mundo. Esa pasión, esa intensidad, me hace enamorarme de ti más y más cada día.
Y en medio de todo esto, solo te pido una cosa: sonríe. Un simple gesto que ilumine mi mundo y me haga sentir que todo está bien.
PD: En serio, Gruñilda, sonríe por favor. Quiero ver brillar tu sonrisa como la luz del sol en un día nublado.
—El Poeta
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Editado: 30.10.2024