El chico de los ojos grises

O1|El plan perfecto

>>La oscuridad de la noche y las nubes adornaban el cielo de Kingston, aquella brisa fría que estaba soplando con anterioridad había parado y todo quedo en silencio.

El bosque de Kingston había presenciado un asesinato y estaba dispuesto a ocultarlo de todo el pueblo.

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Era una noche fría, el cielo era oscuro y lo único que lo alumbraba era la luz de la luna y las estrellas que poco a poco eran tapadas por las nubes que parecían querer ocultar de todos lo que aquella noche pasaría en el bosque de Kingston.

El pueblo dormía con tranquilidad en la seguridad de sus casas sin pensar en todas las cosas que tanto caos a su pueblo traería.

La familia Relish como de costumbre cenaba hasta esas horas con sonrisas en sus caras y platicando animadamente mientras los vecinos de enfrente metían cosas a una nueva habitación en su hogar.

Había un auto negro fuera de casa de la familia Relish, había alguien dentro, todas las personas que pasaban y aun se encontraban despiertas miraban con curiosidad la casa de la familia Russo.

Todas las luces estaban prendidas, los hermanos Russo entraban y salían con cajas en sus manos, sus padres en ningún momento salieron de la casa y la persona que estaba en el auto jamás salió de el.

Nadie se pregunto por qué la persona del auto no salía de él después de todo los Russo recibía visitas constantemente pero esa noche debieron de prestar más atención a la persona que había dentro del auto.

En el bosque había seis personas, tres mujeres y tres hombres, cinco de las personas en aquel oscuro lugar venían perfectamente armadas, una chica lloraba y se retorcía entre los brazos de un chico mientras que otra chica esperaba pacientemente una orden con una bolsa negra en sus manos.

—¿Sabes linda?, no es tu culpa estar aquí pero lamentablemente cargas el peso de un apellido que iba a marcar tu destino y ahora debes morir para cumplirlo—le hablo uno de los chicos que portaba ojos cafés a la chica que lloraba con fuerza con un trapo en la boca mientras le acariciaba la cara con una mano—Prometo que no te va a doler—el chico de ojos cafés le hizo una seña a la pelirroja con la cabeza y con rapidez ella puso la bolsa negra sobre la cabeza de la chica que se empozo a remover con fuerza entre los brazos el chico que la retenía al no poder respirar

Todos miraban expectantes la escena, uno de los chicos la observaba con horror y asco ya que no quería estar ahí pero se obligo a sí mismo a mantenerse sereno y en silencio, el debía de estar ahí.

La pelinegra que quedaba ahí miraba con satisfacción aquella repugnante escena, al fin iba a ser libre con la muerte de aquella chica que estaba siendo asfixiada.

La pelirroja solo tenía una sonrisa en la cara, ella solo estaba contenta al ver a aquella chica retorcerse con dolor en los brazos de su amigo y apretó más fuerte la bolsa.

El chico que tomaba a la chica no pensaba en nada, no le abrió paso a sus pensamientos, sabía que si pensaba de más las cosas se iba a arrepentir y todo su plan se iría a la basura.

Y por último el chico de ojos cafés observa todo con un gesto serio pero en su interior sonreía con satisfacción porque sabía que su venganza había comenzado.

La chica que tenia la bolsa en su cabeza poco a poco dejaba de moverse al estar agonizando, el aire ya no llegaba sus pulmones, estaba muriendo y al soltar su último aliento la pelirroja y el chico que la agarraba la soltaron al mismo tiempo haciendo que la chica cayera al suelo.

Todos quedaron en silencio, nadie se movió el viento parecía también haber callado y solo quedo el peso de un asesinato en el aire.

—Ya saben que deben de hacer—hablo el chico de ojos cafés cortando el silencio y todos se movieron con rapidez

Todo estaba fríamente calculado, tenían guantes el recurso perfecto para no dejar huellas en la escena del crimen, tenían ropa de fiesta y estaban perfectamente arreglados, si alguien llegara  a sospechar o si algún oficial preguntara donde estuvieron ellos contestarían que estuvieron en alguna fiesta y había personas que apoyarían su mentira.

Aquella noche fría de noviembre la pelirroja le hizo una cortada en la mano a la chica muerta y el chico que estaba ahí por obligación se encargo de escribir una nota en una hoja de papel con la sangre de la chica.

La pelinegra se encargaría de llevar la nota durante la madruga a la casa de sus vecinos.

Y los demás ocultarían el cuerpo.

Tardarían los oficiales días en enterarse de que la chica había desaparecido y tardarían todavía mucho más días en encontrar el cuerpo.

Era el plan perfecto.

En el pueblo de Kingston los hermanos Russo habían acabado de llevar las cajas así que se pararon frente a la puerta de su hogar y con una seña el chico misterioso arranco el auto y emprendió su viaje fuera de Kingston.

La historia había comenzado, cada persona que vivía en Kingston había marcado su destino con las decisiones que tomaron aquella noche, algunos decidieron ser los buenos de la historia y otros decidieron ser los malos.

El único problema de esta historia es que aquí nadie es bueno.

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