El chico de los ojos grises

O4|Una noche fría de noviembre

>>Las nubes eran más grises ese día, la calle estaba vacía, las hojas de los arboles se movían, el pueblo de Kingston lo sabía.

El rey de las mentiras había llegado a arruinar su perfecta vida.

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Solange

Debes de vestir siempre con vestido.

Tienes prohibido jugar con niños.

Debes de estar siempre arreglada.

No hables a menos de que te lo permitan.

Sonríe siempre.

No cometas errores.

Se perfecta.

Juega con muñecas que tú también eres una.

La gente siempre habla de lo que ve, ya sea bueno o malo, ellos solo hablan de lo que se muestra en el escenario pero nadie habla nunca de lo que sucede en cuanto se cierra el telón.

Siempre debemos de ser perfectos a los ojos de los demás, siempre estamos en boca de todos, todos hablan de la vida de cuento que tenemos pero nadie mira lo que hay detrás de la entrada.

Debemos de tener cuidado y nunca hablar demás, nadie debe de saber lo que sucede en casa.

El sueño siempre es el mismo.

Mi familia y yo estamos en casa, estamos cenando, todos sonreímos mientras cenamos y un momento más tarde empieza el show.

Hay pistolas en casa, los cuchillos de la cocina están perfectamente afilados y cualquier cosa que contenga filo la ocupamos como método de diversión.

Seis personas entran a casa.

Las seis acaban muertas.

Minutos más tarde estoy corriendo por el bosque, el vestido blanco que traigo puesto está lleno de sangre y la adrenalina corre por mi cuerpo.

Alguien me persigue y yo corro más rápido.

En un momento tropiezo y caigo al suelo, la persona me alcanza.

Y despierto llena de sudor, con la respiración agitada y los ojos llenos de lágrimas.

Nunca veo la cara de la persona que me sigue pero siempre se quién es.

Siempre es la misma pesadilla, la que atormenta mis noches y mis días, siempre son pequeños fragmentos del sueño es como si fuera un recuerdo de algo que no paso.

Es media noche y tengo hambre así que me bajo de mi cama para ponerme mis pantuflas con forma de perrito antes de emprender mi viaje a la cocina a buscar algo de comer en un intento de distraerme.

Al llegar a la cocina empiezo a revisar todos los estantes de comida que hay pensando en el festín que me voy a dar, pero como soy Solange alias señorita desgracias mis pensamientos se van a la basura al notar que no hay nada que pueda comer sin hacer ruido para no despertar a mis padres.

Así que con mucha hambre y pesar voy al auto de mis padres para ir a la tienda del padre de Arthur ya que es la única que está abierta las veinticuatro horas del día y es la tienda a la que más me gusta ir.

Paso con lentitud las calles de Kingston intentando distraerme pensando en la cena de anoche.

Después de que Heyden se presentara con todos pasamos al comedor donde Kendal ya tenía toda la cena servida, no hable en ningún momento y siempre tuve la mirada en la comida.

Nadie dijo nada sobre mi comportamiento, sabían que yo así era con la gente que acababa de conocer.

O al menos a la que conocía frente a ellos.

Mi mente se preguntaba cómo era posible que el chico relajado que conocí en la biblioteca fuera el amargado que estaba frente a mí.

Heyden no dijo nada en toda la cena y sentí su mirada sobre mí en varios momentos.

Cuando llego a la tienda del padre de Arthur, bajo del auto y entro a la tienda, diez minutos después cuando estoy pagando las galletas que agarre de uno de los mostradores escucho una voz a tras de mí.

—Buenas noches—la voz de Heyden resuena en mis oídos y me encojo en mi lugar.

—Buenas noches— repito en tono bajito sin voltearlo a ver.

Quizás tengo la extraña idea de: si no me muevo no me ve.

Termino de pagarle al padre de Arthur y me doy la vuelta para regresar al auto de mis padres pero en cuanto me doy la vuelta choco contra Heyden.

—Hola—le digo y me alejo un paso de él, él me mira con una ceja enarcada pero decide rodearme para pagar la botella de vino que tiene en las manos.

—Hola—su voz es seria y yo lo miro con curiosidad.

— ¿Qué haces aquí tan noche?­

Bien Solange, ya empezaste de chismosa.

— ¿No debería preguntarte eso yo a ti? además es una tienda y si mi inteligencia no me falla, una tienda es para que las personas compren cosas, así que Solange ¿Por qué crees que estoy aquí? — Pregunta dándose la vuelta con la botella entre sus manos y camina a la salida conmigo siguiéndolo.

—Eso tiene lógica, no vuelvo a hacer preguntas tontas en mi vida—murmuro para mí misma con las mejillas sonrojadas y hago un ademan de ir a el auto de mis padres pero él me detiene con una pregunta.

— ¿Me puedes llevar a mi casa?

— ¿viniste caminando?

—Sí pero ahora no quiero caminar y tu eres mi vecina así que creo que puedes llevarme.

—Eso tiene sentido—digo asintiendo con la cabeza antes de darme la vuelta —te espero en el auto.

No está mal llevarlo, es decir si fuera Marcus también lo llevaría, son hermanos y también es mi vecino así que técnicamente no voy a llevar a un desconocido en el auto de mis padres, además tengo que conocerlo mejor ya que conozco como la palma de mi mano a la familia Russo y solo me falta conocerlo a él.

Heyden entra en el auto un momento más tarde y el auto queda en silencio mientras lo enciendo, el aire se siente pesado y yo soy un manojo de nervios.

— ¿Nos vamos? —me pregunta Heyden mientras baja la ventana de el auto y yo asiento con la cabeza.

—Claro—le contesto antes de empezar un pequeño viaje en medio de las calles de Kingston.




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