Siguiendo las instrucciones de Nath, coloco una pequeña libreta y un lápiz, que compré de regreso a casa, al lado de mi cama en la mesita de noche. La idea es que en lo que me despierte, anote cada una de las cosas que recuerde sobre Azul, de esta manera podremos recolectar algo de información para encontrarlo.
Estoy a punto de dormir cuando mi teléfono suena, y por el tono sé que es Joe antes de mirar la pantalla. Ya es un poco tarde, lo que me coloca en un estado de alerta.
– ¿Joe? – Digo con cierto afán, me preocupa que algo le suceda.
– Te extraño, no dejo de pensar en ti. – Arrastra un poco las palabras, lo que me indica que ha tomado y eso no es muy bueno.
– ¿Dónde estás? ¿Con quién andas? – Tarda un rato en contestarme, entonces logro descifrar el ruido de fondo. Es una canción nueva, botella tras botella, creo que se llama.
– No te preocupes, solo quería oír tu dulce y linda voz – Dice y cuelga.
Me quedo mirando fijamente la pantalla del teléfono mientras empiezo a debatir mentalmente lo que debería de hacer. Joe es alguien especial para mí, y su pasado con el alcohol no fue bueno.
Cuando tendríamos unos 17 años, más o menos, Joe abusaba del alcohol de tal manera que sus padres tuvieron que buscarle ayuda. Con el tiempo, aprendió a controlarse, incluso puede tomar siempre que esté acompañado por alguien y se controle.
¿Dónde estarás?, pienso mientras sigo mirando mi teléfono. Intento llamarle, pero me manda a buzón. Decido rastrear su teléfono utilizando su correo. Por fortuna, debido a que Joe pasaba mucho tiempo en mi casa, su correo personal está abierto en mi laptop. Tardo unos segundos en conseguir la dirección. Estoy a punto de subirme al auto cuando Joe vuelve a llamarme.
– No tienes que venir por mí – Dice y puedo oír como pide otro trago más.
– Solamente, no te vayas del bar, llegaré en unos minutos ¿de acuerdo? – Espero una respuesta de su parte, sin embargo, esta nunca llega. Solo logro distinguir un bufido de su parte antes de colgar.
Dejo escapar una risa, se me hace un poco gracioso que Joe me cuelgue el teléfono. Siempre ha estado conmigo, le cuesta mucho dejar a quienes quiere, al igual que le cuesta decir que no, en especial a sus hermanas y a mí.
Tardo unos 15 minutos en llegar al bar. Para mi desgracia está abarrotado de personas, así que me dirijo a la barra, quizás tenga algo de suerte y Joe esté hablando con el bartman.
A medida que entro al local, me doy cuenta que la cantidad de personas aumenta y el espacio que hay para caminar es muy reducido. Choco con un par de chicos, y enseguida percibo un olor muy familiar al de Azul. Sin embargo, cuando volteo noto que solo hay un par de chicas detrás de mí.
Al llegar a la barra, encuentro a Joe sentado con el ceño fruncido mientras mira su teléfono fijamente. Se ve adorable desde acá, pero sé que será algo tedioso lidiar con él debido a todo el alcohol que probablemente ya ha ingerido.
Me siento a su lado, el pobre sigue tan concentrado que no se percata de mi presencia. Estoy a punto de hablarle cuando una chica se le acerca, así que me mantengo en silencio mientras observo la escena.
– ¿Estás solo? – Pregunta la chica, mientras se sienta en el taburete que está libre. Joe no le habla, solo asiente.
– ¿Quieres bailar, Joe? – La pobre chica está algo sonrojada, mientras voltea repetidamente a una mesa que está algo cerca.
Me percato rápidamente de lo que sucede. La chica que se le acaba de acercar, sabe claramente quién es y el poder de su familia, en el estado en que Joe se encuentra todo esto puede ser muy malo.
– ¿Joe? – Intervengo antes de que le responda a la chica. Lo más prudente sería sacarlo de acá.
– Llegaste… – Dice y sus ojos se iluminan en cuanto hacen contacto con los míos. La chica resopla y se va, claramente algo frustrada.
– ¿Podemos ir a un lugar más tranquilo? –Pregunto mientras estiro mi mano, la idea es llevarlo a su casa y regresar a la mía.
Joe toma mi mano y se deja guiar entre la multitud. Nunca habíamos estado en un lugar como este, Joe siempre cuida de su imagen debido a que pronto será la cara de la compañía de sus padres. Mientras que yo frecuentaba estos sitios en algunas ocasiones con mis amigas.
Una vez fuera, empiezo a temblar por el frio de la noche. Joe instintivamente me coloca su chaqueta, de alguna manera quedamos tan cerca que nuestras respiraciones se mezclan, puedo ver en sus ojos que está dudando, sin embargo, igual me besa.