El chico de mis sueños

Capítulo 11

De la nada siento un calor alrededor de mi cintura, al mismo tiempo noto un leve cosquilleo y temo que estoy a punto de despertar, pero no quiero hacerlo, no quiero dejar a Azul solo durante todo este proceso.

Estoy sentada en la cocina, mientras Azul y su padre hablan, él se niega a dejarlo marchar. Intento hablar, pero siento un ligero dolor en la cintura, justo donde siento calor.

–¿Qué sucede pequeña? – el papá de Azul me pregunta mientras se acerca rápidamente a mí.

–Yo… No lo sé –Hago una pausa para tomar aire y explicarle lo que siento.

–¿Estás durmiendo con alguien? –Azul pregunta desde el otro lado del mesón, un silencio llena la cocina así que él sigue hablando –Estás con él ¿cierto?

La manera en la que me mira me provoca un coraje que jamás había experimentado, me enfrento a su mirada, y me percato de que es tan fría como el hielo. Su papá trata de intervenir, pero Azul menea la cabeza, sé que espera a que le responda.

–Azul, esto lo podemos hablar luego, estamos acá por… –quiero seguir hablando, pero me da la espalda por lo que guardo silencio. Lo conozco bien, sé que está ocultando su dolor.

Intento dar un paso en su dirección, pero noto como poco a poco empiezo a despertarme. Al abrir los ojos me encuentro con un Joe profundamente dormido a mi lado, su brazo justamente donde sentía ese calor.

Con cuidado, me deshago de su abrazo y me levanto de la cama, necesito volver al sueño para ayudar a Azul con su dolor. Me acuesto en el sofá, en estos momentos me quejo mentalmente por no haberle hecho caso a Joe cuando me dijo que buscáramos un apartamento de dos habitaciones.

Al principio me cuesta dormir, pero poco a poco el sueño vuelve a vencerme. Estoy en una montaña, una brisa fría me produce escalofríos así que me abrazo en un intento desesperado en recuperar mi calor.

–Pensé que no vendrías de nuevo –su voz me tomó por sorpresa, me giré para observarle. Hicimos contacto visual, mientras el negaba con su cabeza.

–Jamás te dejaría solo en esto –me acerqué para abrazarlo, él ya no me miraba.

–Quiero estar solo –susurró, sin embargo, no le respondí, solo lo abracé. Permanecimos así por un rato, poco a poco sus músculos empezaron a relajarse y las lágrimas empezaron a brotar.

–Está bien, llora todo lo que necesites –pronunciaba mientras acariciaba su espalda. –Estoy aquí y no te dejaré solo, es una promesa.

No estoy segura de cuánto tiempo estuvimos así, Azul llorando y demostrándose débil ante mis ojos, yo sujetándolo como si fuese a volverse mil pedazos en cualquier momento. Sólo sé que cuando volví a abrir mis ojos ya no lo escuchaba llorar, ni tampoco estaba en esa montaña fría. Estaba de regreso a la realidad…



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En el texto hay: amor, sueños realistas, sueños y romance

Editado: 12.09.2021

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