*Capítulo 2
Pasaron los años y Decidí investigar más a fondo sobre el control de los sueños. Leí libros y artículos sobre la técnica de los sueños lúcidos, donde se puede ser consciente de que se está soñando y controlar el curso del sueño. Me pareció fascinante y decidí intentarlo.
Comencé a practicar la técnica de la realidad, comprobando constantemente si estaba soñando o no. Me pellizcaba la mano, miraba mis manos y pies para ver si estaban deformes, y hacía otras pruebas para ver si estaba en un sueño.
Una noche, después de varios días de práctica, me acosté con la intención de controlar mis sueños. Me quedé dormida y, de repente, me encontré en un sueño. Estaba en un parque, rodeada de árboles y flores. De repente, vi al niño de mis sueños sentado en un banco.
Me di cuenta de que estaba soñando y me sentí emocionada. Intenté controlar el sueño, diciéndome a mí misma que quería hablar con el niño. Para mi sorpresa, funcionó. El niño se volvió hacia mí y me miró con sus ojos brillantes.
"Hola", dije, intentando sonar calmada. "¿Quién eres?"
El niño sonrió y abrió la boca para hablar, pero no salió ningún sonido. Me sentí frustrada, pero decidí intentarlo de nuevo.
"¿Qué quieres de mí?", pregunté, intentando sonar más firme.
Esta vez, el niño habló. Su voz era suave y melodiosa, y me hizo sentir un escalofrío en la espalda.
"Te esperaré", dijo. "Siempre te esperaré."
Me desperté con un sobresalto, sintiendo que mi corazón latía con fuerza. La voz del niño todavía resonaba en mi mente: "Te esperaré. Siempre te esperaré." Me sentí confundida y un poco asustada. ¿Qué significaba esa promesa? ¿Por qué me sentía tan conectada a él?
Intenté sacudir la sensación de inquietud, diciéndome que solo era un sueño. Pero la voz del niño seguía resonando en mi mente, y no podía dejar de pensar en él. Me sentí como si estuviera esperando algo, aunque no sabía qué.
Pasaron los días y el niño siguió apareciendo en mis sueños. Cada vez que lo veía, me sentía más conectada a él. Comencé a sentir que nuestra conexión iba más allá de los sueños. Me preguntaba si podría encontrarlo en la vida real.
Un día, mientras caminaba por la calle, me pareció verlo. Estaba de espaldas, pero algo en su postura me recordó al niño de mis sueños. Me acerqué a él, sintiendo que mi corazón latía con fuerza.
"¿Hola?", dije, intentando sonar calmada.
El chico se volvió hacia mí, y mi corazón se detuvo. No era el niño de mis sueños. Era alguien completamente diferente.
Me sentí decepcionada y un poco tonta. ¿Por qué estaba buscando a alguien que solo existía en mis sueños? Pero algo en mí seguía esperando. Esperando a que la promesa del niño se cumpliera.