Era lunes y eran las 6 de la mañana, justo hoy tenía que acompañar a mí querida madre al banco, hoy, que anoche me dormí a las 2 de la madrugada creando mis mundos de fantasía, pero entremos en razón, ¿Qué chica antes de dormir no sueña con un mundo perfecto?, yo no era la excepción.
— ¡Ya levántate Oriana Eman! —Era la voz de mi madre. —Te dije que hoy saldríamos temprano.
Ya empezó mi madre con el ¡Te dije! Que molestoso era, yo solo quería seguir durmiendo, proseguí a tomar mi cobertor y me abrigue de pies a cabeza, el clima se prestaba para seguir de dormilona. Cuando de repente siento que empiezan a halarme el cobertor.
— ¡No me hagas molestar! Despiértate Oriana y ve a arreglarte. —Empezó a gruñir mi madre ¡que novedad!
Me tocó levantarme; pero ¡que pereza! se me hacía levantarme y pensar en bañarme, cepillar mis dientes, elegir que ropa ponerme y maquillarme, pues sí, yo no puedo salir sin maquillaje.
Me di mi gran ducha, mientras mi madre preparaba el desayuno, luego entre a mi habitación y elegí usar unos jeans ajustados con una camiseta gris y mi suéter azul, completando mi outfit me coloque unos zapatos deportivos grises, me senté frente al espejo e inicie mi maquillaje natural pero dándole profundidad a mis ojos color miel, peine mi cabello rubio que me llegaba a los hombros y ya estaba lista para acompañar a mi madre al banco.
Eran las 8 de la mañana y ¿adivinen qué? Mi mama no estaba lista, se quedó mirando un programa de manualidades… Pero bueno, yo me comí mi panqueque con un vaso de chocolate que ella había preparado y me senté frente a mi computadora revisando mis redes sociales, eso sí, soy adicta a la tecnología, las redes sociales son mi droga y lo digo literalmente.
Se hicieron la una de la tarde y mi mama no se había tomada la molestia de siquiera arreglarse para irnos ¡Rayos! Pude haber dormido más. Al fin mi querida madre se había arreglado, pero ya eran las 2:20 pm, el banco cerraba a las 03:30 de la tarde y quedaba bien lejos de donde vivíamos y como no teníamos automóvil nos tocó pagar un taxi para poder llegar a tiempo.
Llegamos al banco, no había muchas personas. Mientras mi madre esperaba su turno, note que alguien me miraba… giro mi cabeza y ¡Oh mi Dios! Era el sub-gerente del banco, quien al descubrir que tenía su mirada sobre mí, me regaló una hermosa sonrisa ¡era guapísimo! pero no lo suficiente para gustarme. Llegó el turno de mi mamá y quien la atendería era un joven que seguro evolucionó en belleza, el sí se llevó mis miradas y seguro pensaran que soy una lanzada, pero o sea; dejen el tabú de que solo los chicos son los que ven y coquetean que ¿acaso no tenemos dos mismos ojos? Y es que ni siquiera le coqueteaba solo admiraba su hermosura.
En fin salimos del banco, entramos a una panadería cercana y yo me antoje de pan relleno con mermelada de durazno, yo amo el durazno 'que quede claro'. Mi mamá compro dos, uno para ella y otro para mí y bueno odio decir esto, pero también aprovecho y compro dos paquetes de cigarrillos, mi mama fuma y no se imaginan cuanto lo odio.
Al salir de la panadería empezamos a caminar y mi mama se fijó que venía un bus que pasaba cerca de nuestra casa, el bus paró y nos subimos, comienzo a hacer una observación directa para localizar un puesto vacío y mi mirada se la llevó un chico rubio, alto y delgado ,ojos casi verdes; Pero ósea después lo ignore, porque iba parada y que fastidio, odio ir parada en un bus y aparte el chico iba sentado y ni por cortesía o caballerosidad le cedió el puesto a mi mama.
Empecé a comer mi pan de mermelada en pleno bus y parada, si se me antoja se me antoja y punto, entonces empecé a notar que el chico que había robado mi atención empezó a verme, ¡¿Qué, nunca ha visto a una chica comer pan parada en un bus?! O sea si no quería verme, me hubiese cedido el asiento, o a mi mama, si quiera. Entonces la señora que estaba sentada al lado de este chico pidió parada y se bajó.
—Mami ven y siéntate acá. —Le dije a mi mama mientras señalaba el asiento.
—Ya voy. —Replicó ella.
Mi madre se sentó y yo iba a su lado parada, ella me tomo y me sentó en sus piernas.
—Te llevé 9 meses en la barriga, 2 años en brazo, te puedo llevar unos minutos en las piernas. —Bromeo mi mamá.
Hacía mucho calor, y el chico empezó a usar sus manos como abanico.
— ¿Tienes calor? —LePreguntó mi mama a ese chico.