Querido chico del café:
Hoy me senté en la ultima mesa cerca del ventanal como suelo hacer, te veías tan reluciente y animado este día, atendías a todos con mucha amabilidad y ternura no dejaba de mirarte. Esos pequeños hoyuelos que se te formaban eran los mas lindos.
Me preguntaba ¿cual era la razón por la cual estabas tan feliz? Cuando te me acercaste a servirme mi capuchino me sonreíste tan amplia-mente que por momentos pensé que te congelarías estando sonriente. De todas formas, me gusta verte feliz sin ninguna preocupación.
¡Nunca dejes de sonreír, aun que estés peor que los demás una sonrisa vale mas que cualquier problema!
Atentamente: La chica solitaria.