Querido chico del café:
Recuerdo que ayer estaba sentada en mi lugar habitual y estaba estresada con la tarea que tenia, debo admitir que las matemáticas no son mi mejor fuerte, tenia tantos problemas y ecuaciones que resolver y ninguno los sabia.
Hasta que llegaste tu con mi capuchino y viste que estaba matando mi cerebro en la tarea y no dudaste en sentarte conmigo y ayudarme a resolverlos, no dijiste nada solo te sentaste tomaste mi lápiz y empezaste a resolver los problemas.
Al finalizar te levantaste y te devolviste a tu labor, no entendí que fue lo que hiciste ya que ninguno dijo ni una sola palabra. Pero aun así te lo agradezco.
¡Enhorabuena! ya se porque estabas tan feliz el otro día. Escuche que hablabas con tus compañeros y les mencionabas muy contento que tu hermana menor vendrá a visitarte este fin de semana.
Atentamente: La chica solitaria.