Capítulo 9: ¡Mi diario!

El chico no se presentó, tenía curiosidad de saber cuál era su nombre pero me daba miedo que me fulminara con la mirada por molestarlo.

Su personalidad no era de un chico alegre y sociable, al contrario era serio y no le gustaba que se le acercarán los hombres peor aún si se le acerca una mujer.

Pero apesar de su seriedad las chicas de mi salón no dejaban de verlo y admirarlo como si fuera un Idol. Yo no era de ese tipo de chicas pero había encontrado cosas en común que teníamos los dos.

Las clases comenzaron normal y finalizaron bien, salí con mi amiga acompañándola a la parada del autobús, luego de varios minutos vino y nos despedimos.

Como mi hora de salida era a la 13:00 pm, siempre tenía tiempo suficiente para ir al Río Han todos los días, esta vez fui a paso lento sintiendo la brisa en mi rostro.

Llegue al dichoso lugar y estaba el mismo chico que encontró mi cadena, no sabía si saludarle o no pero al tratar de acercarme me cogieron unos nervios tremendos pero no dejaría que se apoderarán de mi y opte en saludarlo pero el pito de un carro me detuvo.

-Keyla– voltee a ver quién era y ví a mi madre con una sonrisa, pero ¿que estaba haciendo aquí?, acaso ¿no se fue a trabajar?.

Me dirigí al auto y confundida le pregunté:

-Madre acaso ¿no tenías que ir al trabajo?– ella sonrió y negó con la cabeza.

-No hija, me dieron el día libre– hizo una seña para que subiera al auto, estaba feliz porque iba a pasar la tarde con mi madre, por lo que me olvidé completamente del Río Han.

Pasamos toda tarde juntas, nos divertimos y fuimos a comer en un restaurant. Luego fuimos a descansar como todos los días.

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Al día siguiente antes de ir a la universidad llevé mi diario, pues no sé los dije, yo llevo un diario en donde tengo todas mi cosas personales como edad, colores favoritos, nombres de mis libros favoritos, mi comida favorita, mi lugar favorito y mi chico ideal.

Pues tenía a mi chico ideal que talvez nunca lo encontraría, fue creado con mi imaginación así que no existe en este mundo.

Mis clases iniciaron hasta que llegó el receso pero mi amiga había faltado, así que llevé conmigo mi diario para escribir lo que pasó en este día. Deje a un lado mi diario y empecé a ver el cielo que para mí era hermoso. Toco la sirena y fui a mis clases.

Finalizo mi rutina universitaria y como todas las tardes fui a mi lugar favorito pero esta vez el chico extraño no vino. Miraba todo el lugar hasta que sonó mi celular, era mi madre.

Muchos pensamientos negativos pasaban por mi cabeza ya que no me llamaba a menos que fuera algo urgente, así que salí corriendo. Llevaba mi diario junto a otros libros de mis asignaturas lo bueno que no eran pesados y corrí sin parar hasta llegar a casa.

Vi a mi madre acostada en el sofá, estaba con la piel pálida, me preocupé y me acerqué a ella tocando su frente.

-Madre estás con fiebre– me estaba asustando más así que no dude en llevarla a la clínica– te llevaré a la clínica madre, vamos.

-No hija estaré bien– negó parándose pero no tenía fuerzas y cayó de nuevo en el sofá, así que la llevé lo más rápido aunque no quisiera.

Despues de que le evaluarán le mandaron medicamentos, había estado estresada y super cansada algo que no pude notar. Volvimos al departamento, la recosté en su cama para que descansara.

Volvi a mi habitacion pero se me había olvidado traer los libros que estaban en la sala, los recogí y me dirigí a mi habitación cerrando la puerta. Quería contarle a mi diario la mala experiencia que tuve por lo que busque en mis libros pero no estaba.

Hice una búsqueda por toda mi habitación pero no la encontré, me desesperé pensando en quien podía leer mi diario personal. Fue uno de los peores días de mi vida al parecer la mala suerte me perseguía.

Me tiré a la cama llorando y grité tan fuerte que no me importó si mi madre se levantará. 

¡Mi diario!