El chico del segundo B parte 2

Capítulo 9 Un pintalabios corrido.

Tras un largo camino en auto, en un viaje incómodo en el que Alex y yo no dejamos de intercambiar miraditas cómplices, llegamos a "Fin del mundo" si, se que es un nombre extraño pero se llama así y de final no tenía nada, más bien parecía el comienzo de un nuevo mundo, uno alejado de los ruidos, autos y edificios de la ciudad. Un lugar plagado de una exuberante vegetación y extensos campos abiertos. Parecía mentira que mi madre hubiera nacido en semejante lugar pero fue así y aunque era bueno respirar aquel aire puro, cada vez que llegaba a la casa de mis abuelos maternos agradecía a dios porque mi madre se mudó a la ciudad y Piter y yo crecimos lejos de ellos. ¿Por qué soy así de cruel? Por esto : 

—¿Donde está mi nieto preferido? —Chilló la abuela desde la ventana. 

Nosotros acabábamos de llegar y estábamos bajando el escaso equipaje que llevábamos. Piter corrió hacia ellos en cuanto vio a la abuela salir con los brazos abiertos, pero ella, en vez de recibirlo en su regazo pasó por su lado y abrazó a Alex. —Cuánto ha crecido mi niño hermoso. 

—Señora yo no... —Intentó hablar un Alex más rojo que un tomate pero fue silenciado por ella.

—¿Qué señora? Dime abuela que para eso te mando cada mes el dinero de tu escuela.

—Abuela, Piter soy yo. 
Ethan y Lía reprimieron como pudieron sus carcajadas pero los miré con mala cara a tiempo. 

—¿Qué? —La anciana se acomodó los enormes espejuelos y observó a a Alex, luego me observó a mí, luego a él y por último a mi madre. —¿Este es el novio de Miseria? 

—Eh —Tosi yo avergonzada —Es un amigo.

—Un placer conocerla —Dijo el chico y se apartó un poco. 
Después de eso por fin abrazó a su nieto predilecto, luego a mi madre, a mis amigos y por último me miró y me dijo fríamente —Has crecido. —A lo que yo respondí encogiéndome de hombros. Después de eso me dio un pequeño abrazo aún más frío del que le dio a mis amigos. 

Ok ya me deben ir entendiendo pero para que lo hagan mejor les contaré una breve historia. Mi abuela me empezó a odiar cuando una tarde de verano me senté encima de uno de sus pollitos y el pobre no resistió mi peso. Después de eso se desencadenaron una sucesión de infortunios como romper casi toda su losa, dejar ir las vacas del corral, emborrachar al perro. Se que fueron hechos desastrosos pero no era para tanto ya que yo sólo era una niña que se dejaba influenciar por sus primos. De igual forma desde entonces cada ves que los visitaba ella me trata con indiferencia y en cambio a Piter lo adoraba. Por otro lado está el abuelo, que está en silla de ruedas y mis tíos con su hijo menor que vivían en la casa de al lado. Por ellos valía la pena hacer el sacrificio de visitar Fin del mundo.

—Mise —La voz ronca de Alex llegó a mis oídos y lo miré por encima de mi hombro. Todos estábamos en la sala conversando excepto él. Lía y Ethan retozaban con tomi el perro de la casa en el patio. 

—¿Si?

—¿Me puedes mostrar en donde está el baño? 

—Lamento decirte que aquí no hay baños, tienes que ir al bosque. —Sus ojos azules se abrieron un poco más de lo habitual pero empecé a reír —Es broma, ven.

Lo tomé del brazo y lo encaminé por la enorme casa de madera antigua hasta el baño de invitados que quedaba a un lado de los dormitorios del piso de abajo. 

—Es aquí, si quieres puedes... —De pronto el chico me arrastró hasta el baño y cerró la puerta. —¿Qué haces? 

Sonrió con descaro y me empujó contra la puerta clavando sus ojos felinos en mí. —¿Estár a solas con mi novia? 

Puff, sentí como si me dieran un puñetazo pero en vez de sentir dolor sus palabras me hicieron volar. ¿Su novia? Aunque permanecí en silencio sintiendo nuestras respiraciones que se entre cortaban por dentro estaba chillando como cabra loca. 

—Esto. —Me aclaré la garganta —Alex no deberíamos hacer esto aquí, mi madre nos puede sorprender.

—Qué más da, tenemos 18, ante la ley somos mayores de edad así que podemos hacer estas cosas. 

—Bueno, viéndolo por ese lado. —Mi mirada bajó hacia sus labios en un acto reflejo al ver que los entre abrió. 

—Te extrañé demasiado en ese viaje, fue una tortura estar tan cerca de ti y no poder tocarte. Hubo un momento en el que pensé que esto sería mala idea pero ahora que te tengo aquí y estas tan...

—¿Tan qué? 

—Tan sexi, tan deseable, tan hermosa...

Sonrió avergonzado y adoré que lo hiciera, se veía demasiado tierno y sexi, y guapo. No me pude aguantar por más tiempo, despacio, nos quedamos embobados viéndonos tan de cerca que no pude evitar pasar mis manos por sus pectorales hasta que nos besamos con deseo. Un beso fuerte, apresurado, lleno de pasión mientras descubríamos nuestros cuerpos con las manos, quería acariciar cada parte de él, su cabello, su torso, su espalda. Por segundos me estorbaba su ropa pero no debíamos hacer eso, no en un baño. ¿En qué estaba pensando? 

¡Miseria calma! ( gritó mi yo buena e inocente ) 

No, no te detengas. ¿Cuándo en tu puerca vida pensaste tener a un bombón como ese para ti sola? ( Esta vez fue la Miseria malvada cautivada por las hormonas la que se pronunció )

—¡Ya vasta!

—¿Qué? —Alex sorprendido se separó de mí.

—Disculpa, eso fue un pensamiento en voz alta. Es que, de verdad, estamos en casa de mi abuela y no se si te diste cuenta pero me odia. No quiero empeorar nuestra relación. ¿Te imaginas que nos sorprenda teniendo sexo aquí? 

—¿Por que dices que te odia? No creo que eso sea verdad.

—No la conoces. —Me separé de él y me miré en el pequeño espejo que había frente al vater. Mi pintalabios estaba corrido por el beso, por sus labios tan deliciosos... 

Me agache un poco para echarme agua en la cara. —Lindo trasero. —Dijo él con malicia y me enderece de inmediato.

—Estás enfermo, deberías ir a terapia.

—Si tu eres mi psicóloga iré. —Me guiñó un ojo. 




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