El chico del segundo B parte 2

Capítulo 16 Un shock total.

El pasillo se extendía ante mí, ya comenzaban a transitar algunas personas. Mi mirada no se separaba de una puerta, la misma en la que vi que entraron a Alex en una camilla después de medicarlo. A mi lado se encontraba Alisia con los ojos hinchados de llorar. A ese punto ya no salían lágrimas, el rímel se había encargado de dibujar su rostro ensombreciéndolo aún más. Alex estaba empeorando, ese era el motivo de nuestra tristeza. Mi chico del segundo B no tenía una salud buena. Tras ser internado los médicos le hicieron varios exámenes que corroboraron nuestra sospecha. Su enfermedad estaba cobrando vida, se alimentaba de él lentamente y si no lo operaban lo antes posible sería demasiado tarde. Sólo de pensar en algo así me entraban escalofríos. Alex se veía tan sano, tan lleno de vida que no cabía en mi cabeza que estuviera tan enfermo y menos después de la forma en la que bailamos en la fiesta de Lía. El resto de la mañana estuvimos ahí frente a la puerta esperando a que despertara. A eso del medio día me fui a casa tras escuchar el regaño de mi madre por no haberle contado la verdad pues Alex no podía recibir visitas por el momento pero regresé más tarde.

Después de 6 largas horas en las que no dejé de caminar de un lado a otro el chico despertó para alivio nuestro. Cuando pude me escabullí y logré entrar a su habitación sin que nadie me viera. Por un segundo lo observé en silencio y me fui acercando despacio para no despertarlo pero fue en vano, una notificación sonó en mi celular y de inmediato abrió los ojos.

—Disculpa, debí poner el celular en silencio. ¿Cómo te sientes? —Diciendo esto tomé su mano y sentí el calor que aún guardaban.

—Estoy bien, te tardaste demasiado en llegar a la azotea así que tomé un descanso —Me guiñó un ojo regalándome una sonrisa débil. El brillo característico de sus ojos azules estaba apagado, en su lugar tenía un verde opaco.

—Me asustaste. —Reclamé apretando su mano y pasando por alto su intento de chiste.

—No tengas miedo, falta mucho para que deje este mundo. Guardé silencio sin saber que decir, desde pequeña me ponían nerviosa los hospitales pero ese día era distinto, no era yo la que estaba en la camilla sino una persona que quería mucho y era peor el miedo. —¿Miseria te puedo preguntar algo? —Asentí — ¿No te da morbo estar conmigo en un hospital? —Me guiñó un ojo y quise ahorcarlo por bromear en momentos así.

—Alex, deja de decir estupideces, yo creo que esos medicamentos te hicieron daño. Sonrió

—No fue eso, recuerda, me debes una cita o mejor dicho le debes una cita a Alex, tu vecino seductor que te ama. No puedo morir sin conocer el final de esta historia.

Un nudo se me hizo en la garganta y las palabras se negaron a salir. No debía llorar, debía ser fuerte frente a él pero en ese momento me sentí como un castillo de naipes a punto de derrumbarse. Las lágrimas no tardaron en salir y odié que fuera tan débil. Al ver mis lágrimas levantó su mano derecha y me las secó con su pulgar.

—No llores, las chicas fuertes como tú no lloran. «Las chicas fuertes como yo no tienen que ver como el amor de sus vidas se muere frente a ellas sin poder hacer nada para impedirlo» Pensé pero no lo dije en voz alta sino :

—Como eres, todo este teatrito del chico enfermo fue para venir a este lugar. —Mire por la ventana contemplando la hermosa vista —Esto es un hotel 5 estrellas comparado con los hospitales a los que he ido. Con razón estás tan a gusto aquí.

—Tienes razón y ni hablar de las camas. ¿Quiéres probar esta? —Me di la vuelta de ingenua pero al ver la cara de pervertido que tenía me puse roja como un tomate. Le iba a lanzar un zapato pero lo salvó la llegada de su madre.

—Alex necesitas descansar. —Su hijo la miró con mala cara entonces interviene volteándome hacia ambos. Ya yo me iba. —Lo miré a él sin saber que decir

—Nos vemos después ¿Si?

El chico asintió y me marché por la puerta dejándolo atrás. El resto de la tarde la pasé en casa de Lía acomodando todo antes de que llegara su mamá con su hermano de la casa de sus abuelos. La fiesta había puesto la todo patas arribas así que tuvimos un trabajo arduo. Aunque evitara pensar en el tema, en mi mente no dejaba de reproducirse ese momento en que me encontré a Alex inconsciente, por segundos creí que estaba sin vida y fue entonces que lo que parecía un juego, una historia, un guión cobró vida y se tornó real dejándome ver lo que en verdad podía llegar a suceder. Lo que de verdad podía sentir si algo así le pasaba a Alex. Hasta hacía unos días sabía que sentía cosas por él pero ahora que de verdad había sentido ese miedo a perderlo fue que en verdad entendí la magnitud de lo que sentía. Fue como un choque de realidad que me dejó en shock por varias horas. De igual forma habían preguntas que no paraban de plantearse ante mí como barreras invisibles  que podía sentir acechándome una y otra vez. ¿Por qué yo? ¿Por qué mi edificio? ¿Por qué vivir en un suburbio como el mío cuando tenían tanto dinero? Y si que lo tenían, sólo había que ver las atenciones que le dieron en ese hospital privado para darse cuenta de eso. ¿Qué podía esconder la familia Garcia si es que ese era su verdadero apellido como para "ocultarse" y negarse a revelar su identidad. Toda esa historia llena de cabos sueltos e incógnitas parecía sacada de una película con una trama surrealista y lo peor de todo era que yo estaba metida en medio sin saber si creerle a mi madre cuando me decía que me alejara de ellos o si escuchar mi corazón que me decía lo contrario,  que confiara en él.

Al terminar nuestra tarea pendiente en casa de mi amiga me fui a mi casa con Ethan.

—Mise tengo que hablar contigo. —Me dijo el chico a mi lado mientras esperábamos el ascensor. —Conseguí un trabajo.

—¿Qué? —Mi atención dejó de lado mis problemas existenciales para centrarme en él. —Si, es por las noches en un bar cerca de aquí, un día si y uno no, empiezo mañana. Justo se lo iba a decir a tu mamá.




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