El chico del segundo B parte 2

Capítulo 18 Un deseo incontrolable.

 Alex : 

Seguía ahí frente a ella, la chica que tanto amaba y deseaba. Mi propuesta estaba echa y mi corazón esperaba por una respuesta. Su rostro decía muchas cosas, estaba nerviosa, lo noté por la forma en la que apretó las manos cuando le dije que quería que fuera mi novia. Sus ojos me observaban muy abiertos y de ves en cuando abría y cerraba la boca para decir algo pero supe que no se lo esperaba o al menos no en ese momento. Hubiera querido que mi propuesta hubiera sido en otro lugar pero era una etapa delicada de mi vida y no me podía arriesgar a esperar otro momento que quizás no llegaría.

Esperando a que reaccionara le di un repaso rápido por su cuerpo temiendo que se diera cuenta y creyera que todo lo hacía porque me atraía sexualmente y es que, no lo podía evitar, por primera vez encontraba en una sola persona todo lo que me gustaba y atraía fusionado a la perfección. La forma en la que me observaba y como se ponía roja como un tomate cuando le decía que se moría de ganas de verme semidesnudo. 

Mi historia con Miseria no había comenzado donde ella creía, con un helado sino mucho antes. Cuando llegué a esa ciudad llamada Cielo estrellado lo primero que hicimos mi madre y yo fue mudarnos al hotel que queda detrás de nuestro edificio y la ventana de mi habitación quedaba frente al balcón de Miseria. Fue ahí donde la vi por primera vez, ensimismada en la lejanía, soñando sabe dios que, ilusionada, aburrida, cansada, chateando con su celular. Se me había hecho tan habitual verla que quise conocer su mundo. Nunca le conté esto a nadie, pagué mucho dinero para que los antiguos inquilinos de mi actual casa se mudaran y nos la vendieran, todo para molestar y sacar de su zona de confort a la chica del tercero B. Al final el tiro me salió por la culata y me terminé enamorando de ella.

-Si...si, claro que si. -Al fin dijo lo que tanto esperaba, sabía que eso nos traería problemas tanto con su madre como con la mía y mi hermano. Y ni hablar de Cristal que aún tenía esperanzas de que lo nuestro funcionase. 

Entonces sonreí abiertamente y empecé a caminar despacio hasta ella, al estar a sólo centímetros de su cuerpo su perfume delicado me embriagó llenándome de algo que hacía mucho tiempo no tenía, paz.
Ahí, sintiendo como nuestras respiraciones se mezclaban dudé de si seguir o no. Tenía que esperar a que fuera ella la que diera el paso. Hasta donde sabía Miseria nunca había hecho el amor con nadie y a veces me daba miedo que se sintiera presionada por mis arrebatos sexuales. A veces se ponía cada ropa que me dejaba sin aliento y entonces tenía que aguantar las ganas de quitar cada prenda sin contemplación. 

Como si estuviera leyendo mi mente asintió con una sonrisa tímida. Entonces supe que era el momento, era el momento de mostrarle todas esas formas de amar que existían y si que lo hice. Cuidadosamente, sin prisa alguna nos fuimos desvistiendo y entre besos, caricias y sonrisas fuimos descubriendo todo lo que se escondía detrás de nuestra ropa. Y juro por lo más sagrado que toda la tortura al tener que esperar por un Miseria indecisa valieron la pena. Mi mirada captó cada detalle, cada lunar, su sonrisa y mirada de deseo, todo lo guardé en mi mente. Ese era uno de esos momentos que no deseaba olvidar nunca. Esa noche hicimos el amor por primera vez. Nos amamos como hasta entonces nunca lo habíamos hecho y me sentí más que satisfecho pues en ese momento, cuando nos observamos a los ojos mientras éramos uno sólo supe que había logrado mi mayor deseo, pase al bando de los inolvidables en la vida de Miseria Elizabeth Aslan. Con eso logrado ya podía morir en paz.

 


Miseria :

Me sentía rara, era como si nada hubiera cambiado en mí y al mismo tiempo todo. Quería salir, chillar y gritar, quería vomitar unicornios de lo feliz que estaba y al mismo tiempo me encontraba sumergida en una especie de sueño, un sueño perfecto. Esperar tanto había merecido la pena.
Continuaba en mi cama sin dar crédito a lo que acababa de suceder hacía unos minutos justo encima de aquellas sábanas. Alex y yo hicimos el amor, nos entregarnos y amamos el uno al otro. Aún estaba en shock y no dejaba de verlo a mi lado. Si, como lo leen, seguía en mi cama a mi lado con los ojos cerrados. Su pecho subía y bajaba lentamente y supe que se había quedado dormido. Su expresión era relajada y me preguntaba cómo era capás de dormir después de todo lo que había sucedido entre nosotros. Su cabello se pegaba a su frente un poco sudada y sus labios rojos parecían pedirme a gritos que los besara. 

Me di una cachetada mentalmente por estar pensando en eso después de todo lo que habíamos hecho. 

Mirando sus abdominales me mordí el labio inferior y dudé en si acariciarlos o no. Ya veía a dos Miserias, una a cada lado de mi cara. La Miseria malvada me decía que lo hiciera y que a parte de eso tomara fotos para mostrárselas a Lía y la Miseria buena me decía que lo dejara dormir, que si lo despertaba iba a creer que era una pervertida que sólo pensaba en el sexo. Al final me dejé llevar por la malvada y comencé a acariciarlo sintiendo su calor bajo mis manos, sin conformarme empecé a juguetear con dos dedos simulando pasos hasta que llegué a su cuello pero no surgió el efecto esperado, no se despertó. El chico seguía con esa cara de alguien que no rompe un plato y en realidad era todo lo contrario. Frustrada tomé una almohada y le di con ella en la cara. 

Asustado se incorporó mirándome con los ojos agrandados. -¡¿Estás loca?!

-De amor por ti -Contesté con su mismo juego y me arrepentí al ver la mirada de arrogancia que me dio al alzar una ceja. -Te desperté porque creía que te habías muerto, no despertabas con nada. -Aclaré de inmediato. 

-Creeme cuando te digo que no moriré ahora, no antes de probar todas las posiciones del kamasutra contigo. -Me guiño un ojo sonriendo y traté de disipar lo roja que estaba.




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