El chico del segundo B parte 2

Capítulo 28 Una despedida.

Los días pasaron lentamente como las hojas que caen en otoño. Me encontraba sumergida en una sucesión de días y noches, de despertares monótonos y sueños tristes. De anocheceres llenos de suspiros buscando un motivo para continuar pero hasta ese momento no era más que un cuerpo arrastrado por la corriente.

Las vacaciones se estaban al terminar y las clases pronto comenzarían. Pronto me iría a estudiar danza contemporánea al otro lado del país, a la universidad de Alivian. Ese era uno de mis sueños, mi vuelo estaba a punto de comenzar y lo que se suponía que sería lo mejor que me iba a suceder ya me daba igual. 

Resignada tomé el frasco de las pastillas y lo abrí para tomar una pero fui interrumpida por Lía.

—¡Noo! —Le dio un manotazo al frasco y estas se desparramaron por el lavamanos. —Mise esa no es la solución.

La miré sorprendida —¿Estás loca? ¿Por qué hiciste eso? 

—Oye, eres muy joven, no tienes que empastillarte para aliviar tu dolor.

—¿Qué? —Suspiré cansada —Lia, sólo me iba a tomar una pastilla para el dolor de cabeza, no me voy a suicidar y menos de esa forma. Mi muerte será más dramática o al menos heroica.

—Ah..—Dio una risita avergonzada %Pues, disculpa yo creí que.. Venía a mostrarte esto —Me tendió un cheque. 

—¿Qué es eso?

—El premio del concurso de baile, al final ganaron. 

El corazón se me encogió al ver el premio en mis manos —Esto es una mierda, todo sigue igual, todos seguimos aquí y él no...—Se me hizo un nudo en la garganta y mi amiga me dio un abrazo que agradecí pues lo necesitaba. 

—¿No han sabido nada sobre Alisia y Segundo? 

Me separé de ella y negué con la cabeza recostándome del lavamanos. Alisia y todo lo que había en su casa de la noche a la mañana desapareció, al parecer se mudó a su verdadera casa después de que le dieran la libertad, fuera a donde fuera que estuviera ni siquiera se despidió de nosotros antes de irse. A la mañana siguiente después de que el abogado de ellos me diera el cofre con aquellos papeles me envió un mensaje de texto en donde me explicaba que Alicia ( Ester ) ya estaba libre, fui a preguntarle al respecto pero ya no estaban ahí. El conserje me dijo que al marcharse mencionó que regresaría a su vida, que ya era hora de volver pero no dio dirección de donde vivía ni nada. 

—Ayer fuimos con un notario y nos corroboró lo que dicen los papeles que me dejó Alex en el cofre. Mi madre es la dueña de este edificio. 

—Dios mío esto es increíble. ¿Entonces mi madre y todos los que viven aquí tienen que pagarles la pensión a ustedes? 

—No lo se, mi madre no me ha hablado de eso, sólo se que Alex pagó mi universidad y nos dejó el edificio a nuestro nombre. No se por qué hizo eso... —Me volteé hacia el espejo.

—Porque te amaba mi amiga, por eso lo hizo. Él quería que ustedes vivieran bien y que cumplieras tus sueños.

—Al parecer no lo logró, mi mayor sueño ahora es despertar de esta pesadilla y que él esté vivo.

—¿Chicas, aún no se han vestido? —La voz de Ethan nos llamó la atención y nos volteamos hacia él con miradas tristes. —Ya es hora de irnos al aeropuerto.

Los tres salimos por fin del baño y de ahí nos fuimos a buscar a mi madre para que nos llevara en su auto. No íbamos en el mío porque aún me encontraba distraída por todo lo ocurrido como para ponerme a conducir. Además, la señora Aslan había insistido en ir con nosotros.

El camino al aeropuerto fue calmado, demasiado silencio para ser nosotros que generalmente vivíamos hablando y bromeando, todos sabíamos que no era un buen momento. Al llegar nos bajamos del auto y entramos para esperar a que llamaran a los pasajeros para el área de abordar el avión. 

—¿Estás seguro de esto? —Le pregunté al chico, él estaba a mi lado sentado. Al escucharme me miró y asintió no muy convencido —Sabes que tienes 18 ya, ante la ley eres mayor de edad así que puedes hacer lo que te de la gana. 

—Lo se.

—También sabes que si te sienes mal en tu nueva casa puedes volver, ¿no? —Interrogó Lía tomando su mano. Ambos se dieron una mirada triste y al Lía darse cuenta de que tenía su mano encima de su hombro la apartó incómoda. 

—Chicas, prométanme que jamás olvidaran quienes son, ni de donde vienen y por lo que más quieran, no se olviden de mí. —Dijo dándonos una sonrisa triste.

—Eso nunca pasará, tenemos que luchar contra los miles de kilómetros que nos van a separar de ahora en adelante. —Contesté yo. 

—¿Amigos por siempre? —Elevó Lía el dedo meñique recordando nuestras promesas de cuando éramos niños y creíamos que una promesa así era para toda la vida.

Los tres entrelazamos los dedos y nos abrazamos. Tras escuchar el llamado del vuelo de Ethan nos pusimos de pie. 

—Ethan —Dijo mi madre abriendo los brazos, el chico se acercó a ella —En todo este tiempo te has convertido en el tercer hijo que nunca tuve, te voy a extrañar demasiado. —Sin poder aguantarlo empezó a llorar. 

Como pudo Lía la apartó y lo abrazó con tanta fuerza que por segundos creí que lo quería ahorcar pero antes de que eso sucediera se separó y pegó su frente a la del chico. —Me vas a hacer mucha falta...—Su voz fue sellada por los labios de Ethan y el beso fue correspondido. Nunca entendí lo que había entre ellos dos pero aún así sabía que fuera lo que fuera era verdadero, tanto como lo mío con Alex.

Después de eso se separaron y Lía se alejó llorando. Entonces llegó mi turno, caminé hacia él a punto de comenzar a llorar también y me dijo abrazándome —Que nunca se te olvide sonreír, ni hacer chistes, ni ser la Miseria que ilumina a todos. Alex no querría eso. Se que estás triste y mi partida aumentará tu dolor pero recuerda que el dolor pasa pero los momentos vividos a plenitud se quedan. 

—Descuida, viviré como él quería, seré la Miseria Elizabeth que quiero ser, nadie impedirá que conquiste mis sueños a partir de ahora.




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