El chico del segundo B parte 2

Capítulo 30 Un final.

Los días que le siguieron a la partida de Ethan fueron sumamente aburridos y monótonos. Por un lado seguía extrañando a Alex, todo me recordaba a él y por otro no dejaba de echar de menos ver a mi mejor amigo parloteando por ahí. De igual forma en cuanto pudimos él, Lía y yo hicimos una videollamada y nos contó todo sobre su nueva ciudad. Aunque ya no era lo mismo al menos hablamos y aliviamos la añoranza.

El sábado por la mañana estaba sola en casa. Mi madre había ido con Piter para la casa de mis abuelos para presentar a Juan a la familia. Yo me encontraba nada más y nada menos que en el balcón de mi habitación. 

Si, lo se, estaba siendo masoquista, sólo de estar ahí era doloroso pero me negaba a hacer lo que los demás me decían que hiciera, no podía olvidarlo y pasar página como si no hubiera sucedido nada. Debía recordar todo, la primera vez que lo vi y me miró con sus ojos desafiantes y cuando me envió los primeros mensajes y me decía aquellas cosas tan lindas. O cuando se apareció en la fiesta de Hallowueen...

Al final metida en mis pensamientos vi como el sol se ocultó tras los edificios, las sombras descendieron y las luces de la ciudad cobraron vida. Yo seguía ahí, con mi mirada en su balcón pero por más que esperé no salió el chico que esperaba. 

Tlink. 

Un mensaje llegó a mi celular y no le presté atención. Al final me cansé de esperar a que sucediera lo que jamás sucedería y saqué mi celular después de un suspiro. 

Era un número desconocido. Lo abrí de mala gana y, la tierra dejó de moverse para mí en ese momento, dejé de respirar, todo se detuvo y sentí como las pulsaciones de mi corazón se aceleraron. Todo por lo que me acababa de llegar en el mensaje :

Número desconocido : ⭐ 

Seguía viendo la estrella, apreté mis ojos con fuerza por si estaba dormida pero al volver la mirada a la pantalla del celular seguía ahí. De inmediato con el corazón en la boca marqué el número de donde me habían enviado aquel mensaje y empezó a sonar. Con cada milésima de segundo que transcurría me ponía más y más nerviosa. No quería ni pensar en lo que estaba sucediendo, tenía demasiado miedo de que fuera un error, tanto que las manos me estaban sudando.

Un sonido se escuchó y hablé —¿Hola? ¿Quién eres? 

Nadie respondió, sólo sentí una respiración un poco agitada del otro lado de la línea. Entonces una melodía en el fondo llamó mi atención, al principio no la reconocí pero luego si, era la misma canción con la que Alex y yo bailamos por primera vez cuando se hizo pasar por Edu en aquella fiesta de disfraces. —¿Eres tú? —Dije a punto de soltar el grito. —Si esto es una broma no tiene gracia.

Tras decir eso colgaron la llamada y antes de que pudiera hacer nada me enviaron otro mensaje similar al primero pero con muchas más estrellas : 

Número desconocido : 
             🌠
      ⭐

   ⭐

       ⭐

      ⭐
🌟

Al ver el nuevo mensaje supe lo que la otra persona quería que hiciera, debía seguir el rastro de estrellas. 

Como loca fui a mi balcón y busqué por todos lados pero no había nada inusual. Después de revisar por toda la casa salí al pasillo y al ver una estrella fosforescente frene en seco. Lentamente caminé hacia ella. Estaba pegada en la pared. Con la vista busqué otra y la encontré, se encontraba al lado de la escalera. 

Asustada seguí caminando, más que miedo a la oscuridad le temía a lo que estaba sucediendo en aquel momento. Seguí subiendo las escaleras. Cada tres o cuatro peldaños había otra y otra, hubo un punto en el que ya estaba subiendo a toda prisa, no me daba miedo tropezar en la oscuridad, sólo quería descubrir qué se encontraba al final de todo aquello. Al final llegué. La última estaba en la escalera que daba a la azotea. Tragando en seco subí y fui acogida por la oscuridad de la noche. Di dos pasos temerosa buscando algo con la vista pero no divisé nada.

De pronto un ruido hizo que pegase un salto y la puerta de la entrada al edificio se cerró. Asustada corrí a abrirla pero recordé que no tenía picaporte. 

—¿Hay alguien ahí? —Mi voz se escuchó débil y temblorosa.

Nadie respondió. Una brisa de aire me heló por completo. De pronto percibí la misma melodía que escuché en la llamada pero no supe de donde provenía. Fue cuando pude ver algo en la oscuridad, una estrella,  y no sólo eso, alguien la sostenía en su mano. Esa persona se empezó a mover hacia mí y me tense al sentir sus pasos. Cuando llegó a un metro de distancia de donde estaba lo  logré ver. Era aquella máscara, aquel cuerpo, aquellos ojos, aquella mirada, era él. 

—Al parecer no olvidaste lo que te dije hace un tiempo, que debías seguir las estrellas. 

Tras escuchar su voz permanecí en shock por unos segundos temiendo que no fuera real y que me estuviera volviendo loca. Al alzar su mano lentamente y tocar mi rostro en un roce delicado supe que era verdad. No sabía como podía ser posible pero Alex estaba vivo frente a mí. Sin dudarlo le quité la máscara y al verlo de nuevo no lo pude evitar, una lágrima rodó por mi rostro y me abalancé hacia él, los dos nos abrazamos con fuerza. Lo apreté, sentí su olor, toqué su cabello, escuché su corazón latir a toda prisa. Era real, tan real como la vida misma. 

Le di la vuelta riendo como loca, y es que, la situación en si era una locura. 

—¿Cómo puede ser posible? —Me tapé la boca dando pequeños saltitos —Fui a tu funeral... lloré no sabes cuanto... creí que estabas...

—¿Muerto? Lo estoy, Alex murió en aquel hospital, te juro que vi la luz al final del túnel y todo. Por un segundo creía que mi hora había llegado pero no se quien o que, algo me trajo de vuelta. Me dio otra oportunidad y esta vez no la quiero desperdiciar. Te juro que vine en cuanto pude, el proceso de recuperación fue lento, por otro lado nadie podía saber la verdad, ni siquiera tú y mira que quería verte, desde el momento en que abrí los ojos en el hospital y supe que mi madre había llegado a un acuerdo con los médicos para decir que había muerto, desde ese segundo quice venir y evitar que siguieras sufriendo por mí culpa.




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