El chico invisible

Capítulo 7

68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f486a6a6e57464b366a796a5634413d3d2d313437383539343736332e313766376439623230663666346636303537383332303334373030352e706e67

Las clases se me estaban haciendo eternas. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no dormirme. No es que no me gustasen mis asignaturas, todo lo contrario, me encantaba, pero los profesores parecían carecer de energía y solían tener tonos monótonos que hacían que los ojos se cerrasen. Suspirando, me incorporé en la silla. Los ojos del profesor se posaron en mí y noté cómo mis manos temblaban. No me gustaba que los docentes se percataran de mi presencia; prefería pasar desapercibida ante las miradas curiosas de los profesores. Enseguida siguió con su clase y agradecí al de arriba que así fuera; no quería aguantar demasiado el contacto visual con el profesor. El timbre sonó, dando fin a esta clase infernal. Sin duda necesitaba un café o dos, o que me metieran cafeína por la vena, lo que fuese necesario para no dormirme en las siguientes clases. Las personas iban apresuradas hacia la cafetería, quizás con la misma idea que yo. Esquivé a la multitud que se estaba agrupando en la puerta de la cafetería. Muchos de ellos no se percataron de mi presencia y siguieron hablando de temas triviales. Sin más, me hice hueco como pude. Las personas me miraron con cierta curiosidad, haciendo que yo las ignorara. No tenía tiempo para lidiar con eso; necesitaba con urgencia ese maldito café.

Nada más entrar, oí a las personas riéndose y gritando, otros manteniendo conversaciones bastante absurdas. Con ojos brillantes, miré la barra donde estaba la preciada máquina de café. Guiada por la necesidad de cafeína, me iba a aproximar cuando me di con el pecho duro de alguien. Maldiciendo entre dientes, alcé la mirada y sonreí al ver que se trataba del chico que había entrado en el cuarto con Shanon. Nerviosa, miré a todos lados. Las veces que me lo había encontrado no habían sido muy buenas; es más, primero le di con la bandeja, luego lo vi cuando se iba a tirar a mi compañera de habitación y ahora me había chocado contra él. Sencillamente, debía de ser una broma.

—Hey...—dije nerviosa.

Me di cuenta de que no sabía su nombre o, en caso de que me lo hubiera dicho, no le presté demasiada atención; error mío, sin duda esto no podía ser peor.

—Zack—suspiré aliviada; al parecer me había leído la mente—: Alice—dije un poco ruborizada.

Miré la hora en el reloj que estaba en la pared y apresuradamente me di cuenta de que tenía muy poco tiempo. Rápida, me despedí de Zack con la mano y me fui veloz a la barra, donde, de manera atropellada y presa del agobio, empecé a decirle el café que quería. No sé cómo me entendió, pero cuando noté el vaso de plástico en mi mano, suspiré aliviada. Sacando la cartera, le pagué. Corrí por los pasillos, nerviosa porque pensaba que no llegaría a clase. Oí unos pasos detrás de mí. Dubitativa, pensé en si girarme o no, pero la curiosidad me pudo y, sin dudarlo, me di la vuelta de manera brusca. Para mi sorpresa, vi que Zack estaba detrás de mí. Con el ceño fruncido, ralenticé un poco el paso hasta que él llegó a mi lado, haciendo que me pusiera aún más nerviosa. No sabía qué tenía con Shanon y, por lo poco que le conocía, dudaba que le gustase que su novio, o lo que fuese, estuviera merodeando a una chica.

—Se te ha caído esto—vi que tenía mi cartera en sus manos y un grito salió de mi boca.

Rápida, la cogí y, dedicándole una sonrisa a Zack, mascullé:

—Gracias.

Él me miró por unos largos segundos. Yo no sabía qué decir; era la primera vez que entablábamos conversación y la verdad, estaba demasiado perdida.

—¿Qué estudias?—preguntó curioso.

La pregunta me pilló desprevenida. Era tan normal que me dejó un poco perpleja, pero enseguida me recuperé y, con otra sonrisa, le dije:

—Estoy estudiando para ser editora.

Abrió los ojos como platos, haciendo que le mirara aún más confundida. Negando con la cabeza, vi que una sonrisa se asomó por su rostro, como si le hubiera dado la mejor de las noticias.

—¿Sabes que estamos en la misma carrera?

Vale, no me lo esperaba en absoluto. No la había visto en ninguna clase o, al menos, no me había percatado de su presencia. Mirándome la punta de los pies, oí cómo se rió, como si supiera el porqué estaba de ese modo. Noté cómo pasaba sus brazos por mi hombro y, pegándome a él, me empezó a revolver el pelo, haciendo que le mirara con falsa indignación.

—No pasa nada, Alice; es normal que no te percates de mi presencia—dijo riéndose.

Caminamos de ese modo. Enseguida las miradas curiosas de los estudiantes se posaron en nosotros. Alterada, noté cómo me removía a su lado, pero él no quitó en ningún momento el brazo de mis hombros.

—¿Qué quieres hacer después de la universidad?

Eran preguntas sencillas, preguntas que me había contestado yo misma más de una vez, pero en esos momentos es como si no me salieran las palabras de mi boca, como si mi mente hubiera cortocircuitado. Quizás era por la manera extraña en la que se había acercado a mí. Nunca me había disgustado el contacto; es más, siempre había sido una persona que le gustaba el contacto de las personas. Era un modo de conectar con ellas de una manera diferente. Una mirada, una sonrisa o quizás un gesto podía decir mucho de la persona, pero un toque hacía que conectaras con esa persona a un nivel inexplicable.

—Mi idea es escribir un libro y trabajar en una editorial—dije mirándole a los ojos.

Él sonrió más ampliamente. Parecía un chico que sonreía con facilidad. Ojalá uno que yo conocía sonriera de ese modo... no he visto sonrisa más bonita que la de él, que la de James. Eran las típicas sonrisas que te dejaban hipnotizada, de esas que curan, pero él no se daba cuenta del don que tenía; pero esperaba que pronto lo hiciese. Seguimos caminando de ese modo cuando vi una figura que reconocía a kilómetros. Vi que se estaba tambaleando y me puse tensa; no lo pude evitar. Zack, al verlo, me colocó detrás de él, como si me quisiera proteger de James, cosa que veía absurda. Por eso, soltándome de su agarre, me aproximé hasta el chico de ojos tristes, que estaba saludando a las personas con una sonrisa de borracho. Suspirando, esbocé mi mejor sonrisa y, cuando estuve cerca de él, hice que se parara en seco.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.