El chico invisible que vive en mi casa

Capitulo 6

POV Rose

—Rose, estas aquí—dice mi madre al verme.

—Si...—respondo.

—Toma asiento—articula el señor Chad.

Me siento y percibo la presencia del Espíritu a mi lado—¿quieres una tasa de té o prefieres un poco de vino?—me pregunta Chad.

—No esta bien—contesto aunque tengo mucha hambre pues no llegue a almorzar.

Veo que mi padre esta sentado al lado de mi madre entonces nos invade un enorme silencio—y dime Rose, ¿vas a la universidad?—rompe el hielo el señor Chad.

—Si—digo simplemente.

—Pero, ¿cuántos años tienes?

—Tengo 22 años de edad.

—Vaya, aún eres joven.

—Preguntale por la familia que vivía en tu casa después por Adelaine especificamente—dice el Espíritu.

—¿Conocía a la familia que vivía en nuestra casa?—le pregunto y veo que se turba.

—Eh, si.

—y a Adelaine, ¿la conocía?

—Si, por supuesto, era su doctor.

—¿Cómo dice?

—Ella tenía esquizofrenia muy avanzado, estaba internada en el hospital psiquiátrico donde trabajo.

—¿Esquizofrenia?—me sorprendo mucho.

—Si, es una pena pues, era muy guapa—toma un sorbo de té—la pobre chica decía que había un ser muy poderoso en su casa que la seguía a todas partes y que se comunicaba con ella, tanto así que se le escuchaba hablando sola— expresa y yo trago seco.

—¿Qué pasó con ella?

—Murió.

—Y su esposo...

—Todos murieron Rose, no se porque te interesas ahora por eso—articula mi padre con un poco de molestia.

—¿Ahora que hice?—me pregunto.

—Si, murieron todos incluido su hija, hubo un gran alboroto ese día—comenta el señor Chad como si estuviera recordando ese momento.

—Pero ¿cómo murieron?—cuestiono.

—Ya es suficiente Rose—asevera mi padre.

Nos invade el silencio otra vez y mi estómago ruge—que vergüenza—digo por lo bajo sonrojándome.

—Traeré unas galletas—dice Chad levantándose.

—¿Qué es esa mancha que tienes en el vestido?—pregunta mi padre y me pongo nerviosa.

—Tal vez le cayó algo por accidente—comenta mi madre.

—Deja que ella responda—manifiesta mi padre.

—E-es café se...

—Aquí están las galletas—me interrumpe el señor Chad y yo suspiro de alivio.

—Gracias—tomo un par de galletas y comienzo a comerlas.

—Bueno, nosotros nos vamos Chad—articula mi padre levantándose de su asiento y mi madre le sigue entonces, yo también hago lo mismo.

—Nos veremos luego—nos despide el señor Chad.

Cuando llegamos a casa voy a la cocina para prepararme un sándwich—Rose, ¿puedes ir a la farmacia a comprarme unos analgésicos?—expresa mi madre acercándose a mí.

—Claro—dejo lo que estoy haciendo y tomo mi bolso con las llaves del auto.

Conduzco hacía la plaza donde está la farmacia y luego de comprar los analgésicos decido ir al supermercado porque tengo muchísima hambre.

Entra junto conmigo una persona con un perro y este comienza a ladrarme y yo le tengo temor a los perros desde pequeña 
—Espíritu—digo y siento al instante su presencia a mi lado.

—Tranquila, no te hará nada. No lo permitiré—la persona del perro se aleja y me invade un gran alivio.

—Por favor no estés lejos, ¿de acuerdo?
—le manifiesto al Espíritu.

—De acuerdo—responde.

Voy hacia el pasillo donde están lo yogures y busco un yogur de vainilla en el gran refrigerador entonces escucho una voz detrás mío—Rose, hola—volteo haber quien me habla y resulta que es Bily.

—Oh, hola—le devuelvo el saludo y sigo en lo mío.

—No me llamaste—no le respondo—¿Iras a la fiesta de hoy?—pregunta.

—No estoy segura.

—No lo pienses tanto.

—Claro—le digo—bueno, me tengo que ir, adiós—expreso sin esperar que el responda me voy al cajero a pagar mi yogur.

Llego a casa y termino de prepararme el sándwich y me lo como junto con el yogur—¿qué piensas, voy a esa fiesta?—le comento al Espíritu.

—¿A qué fiesta cariño?—dice mi madre entrando a la cocina.

—Es una fiesta de un compañero de la universidad.

—Y ¿no irás?

—No losé.

—Deberías ir para que hagas nuevos amigos.

—Umm, esta bien, iré—decido al fin.

—Muy bien, ve a cambiarte entonces.

—Si.
 




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