POV Rose
Calculo que pasó alrededor de una hora cuando Chad se presenta otra vez en la habitación y yo me hice la dormida.
Él entra y entre abro un poco los ojos entonces, lo veo desabrochándose los pantalones—¿no me digas que él...? O no
—pienso.
Se baja los calzoncillos luego, se acerca a mí y yo me quedo tiesa pues no se que debería hacer en esta situación—pateale en el miembro—escucho en mi mente que dice el Espíritu y espero que él suba encima de mí.
Cuando lo hace abro mis ojos y lo pateo en su genital con todas mis fuerzas—¡ah, maldición!—vocifera retorciéndose en la cama del dolor y yo me levanto de inmediato.
—Revisa su bolsillo—me dice el Espíritu
—vamos, rápido Rose que no hay mucho tiempo—me apresura y yo con manos temblorosas lo busco en el pantalón que está en el piso.
Lo encuentro y voy hacia la puerta, toco el picaporte, encontrándolo abierto salgo
corriendo por el angosto pasillo y cuando llego a la recepción me agacho gateando hasta estar detrás del mostrador.
El guardia llega y se sienta en una silla detrás del mostrador me ve y se sorprende—¿a visto a una chica castaña con ojos de diferente color?—pregunta Chad llegando hasta el guardia apresurado.
El guardia me mira—por favor, por favor—logro decirle en voz baja.
—N-no la he visto—dice y me invade un gran alivio.
—Esta bien, gracias.
Espero que Chad se vaya por el pasillo y salgo después de darle las gracias al guardia.
Cruzo la puerta de salida pasando corriendo—no pares que hay otro guardia afuera pero no te alcanzará, yo no lo permitiré—articula el Espíritu.
Cuando ya estoy en el estacionamiento veo al otro guardia rondando, me agacho al lado de un auto escondiéndome—es el vehículo que está al frente, el de Chad—comenta el Espíritu y voy hacía ya.
—¡Oye!—me dice el guardia en cuanto me ve acercándose a donde estoy.
Intentando abrir la puerta del auto pero se me caen las llaves porque me tiemblan las manos—¡rayos!—digo nerviosa.
Las recojo, abro la puerta y entro poniendo el seguro de una vez a todas las puertas
—¡Hey, espera!—grita el guardia mientras enciendo el vehículo dando reversa.
—Salgamos de aquí—conduzco hacia la salida—¿con destino a qué lugar conduzco?—le pregunto al Espíritu.
—¿Ves esa foto que está en el parasol?
—la miro—a esa cabaña iremos.
—Bien—no pregunto porque así que, simplemente conduzco hacía donde el me guiaba.
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Llegamos al lugar y yo detengo el auto frente a la cabaña. Salgo del auto y miro alrededor—parece que no hay nadie—manifiesto.
—Si hay alguien, entra adentro de la cabaña.
Entro y veo que la casa esta vacía—ve hacia la habitación del primer piso—abro todas las puertas hasta encontrar la habitación—¿ahora que?—digo cuando la encuentro.
—¿Ves esa alfombra?, levantala.
La levanto y veo que hay una puerta con cadenas y un candado puesto—toma la llave que está detrás de ese cuadro de marinero que está en la pared—muevo el cuadro y cae la llave.
Entonces, inserto la llave dentro del candado y se abre, quito las cadenas descubriendo que hay una escalera detrás de esa puerta y me sorprendo—no has visto casi nada—articula el Espíritu—baja.
Desciendo por las escaleras y veo que es un cuarto con paredes rosadas con una cama en el centro y una cámara aun lado pero miro la cama otra vez y veo que hay como un bulto envuelto en sábana.
Me acerco y bajo la sábana—¡ah!—me sorprendo con gran asombro—h-hay una persona ahí, Espíritu—le digo poniéndome nerviosa.
—Tranquila, despiertala y quitale las cadenas que tiene en el pie—me acerco otra vez, dándome cuenta ahora de las cadenas que salen de la cama.
Se las quito y comienza a despertar la persona que está ahí y noto que es una chica—¿quién eres tu?—me pregunta con ojos somnolientos.