El chico invisible que vive en mi casa

Capitulo 25

POV Rose

Veo en la habitación una cama en el centro de color negra con un gavetero al frente—¿dónde busco?—le pregunto al Espíritu.

—En los cajones del gavetero en el tercero que tiene cerradura, ahí hay una cámara, tomala.

Le hago caso y veo que si es así. La enciendo para ver que grabaciones tiene y reproduzco uno de ellos en el cual, observo a Chad tocando a una mujer que está encadenada a una cama y Chad hace señas para que se acerque el camarógrafo supongo y noto que es Bily quien, se acerca a tocar los pechos de la mujer —no se porque me sorprende—musito y apago la cámara para no seguir viendo tal morbosidad.

—Aún hay algo más que tienes que ver—manifiesta el Espíritu.

—¿Qué cosa es?—me toma de la mano y me aproxima a la cama.

—Debajo de la cama—suelta mi mano y yo me agacho tanteando hasta que siento algo que parece una pequeña caja.

La saco y si, era una caja diminuta de color marrón. Lo abro y miro que dentro hay una pluma, la tomo entre mis manos
—¿por qué guardaría esto?—le pregunto
al Espíritu.

—Porque es parte de sus alas—responde y yo frunzo el ceño.

—¿Cómo que de sus alas?

—El es un ángel...caído—dice el Espíritu y siento un escalofrío en todo mi cuerpo.

—¿Qué cosas dices, Espíritu?—digo sin creérmelo.

—Tenemos que salir de aquí, toma la cámara y vámonos. ¡Rápido!

Reacciono y pongo debajo de la cama la pequeña caja, tomo la cámara y salgo dirigiéndome al primer piso pero, recuerdo que hay cámaras de vigilancia—yo las apagaré tu solo, sal de aquí—asevera el Espíritu.

Salgo a toda prisa y veo que se acerca un auto—oh no—pienso y vislumbro que la casa está cerca de un bosque.

—¡Corre Rose, corre!—me enardece el Espíritu y yo me dirijo hacía el bosque a toda prisa.

—¡No, detente Rose!—grita Bily detrás mío y corro más rápido aún.

Me sumerjo en el espeso bosque hasta perder de vista a Bily—ve hacia la derecha y corre otro poco más que alguien te estará esperando al otro lado—me detengo unos segundos para respirar un poco—¡vamos!, que te puede alcanzar.

Acelero el paso y llego a una calle donde hay un auto blanco estacionado con una persona parada junto a la puerta del conductor—eres Rose, ¿verdad?—dice en cuanto me ve y yo asiento con la cabeza, no teniendo fuerzas para siquiera hablar—entonces, sube.

—¿Espíritu?—expreso algo dudosa sin estar segura de que hacer.

—Hazle caso.

Tomo asiento en el lado del copiloto—¡vamos, arranca!—articula el Espíritu al hombre, como si él ya lo conociera.

—Eso estuvo cerca ¿verdad?—dice el hombre junto a mi y yo no digo nada—no temas, soy siervo de su amigo el Espíritu.

—Ah, esta bien—digo sin saber que más decir.

Llegamos a una casa de dos plantas color blanca con negro y estacionamos al frente—puedes bajar—me bajo y veo que el se acerca a la puerta de la casa y la abre—entra.

—Espíritu—lo llamo porque estoy algo nerviosa.

—Estoy aquí, adelante.

—Bien.

Entro a la casa y veo que hay una pareja parada en lo que parece la sala—te estábamos esperando querida—manifiesta la mujer.

—¿a mi?

—Sí, toma asiento—hago lo que dice estando algo desconcertada.

—Bebé un poco de agua antes—me pasa el hombre que me trajo, un vaso con agua.

—Gracias—bebo todo el vaso y lo coloco encima de la mesa—¿quiénes son ustedes?—no pude aguantar preguntar.
 




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