El chico invisible que vive en mi casa

Epilogo

POV Rose

Corro lo más rápido que puedo por el espeso bosque tratando de no arrastrar todo con mi vestido blanco.

Miro la hora en mi reloj y veo que voy 5 minutos tarde—rayos—expreso apurada—esto no hubiera pasado sí...

Comienzo del flashback

Me levanto temprano en la mañana antes que mi madre despierte y tomando mis ahorros voy a la tienda de ropa donde pueda haber vestidos de novia.

—¿Qué desea?—pregunta la mujer que trabaja en la tienda.

—Busco un vestido blanco, largo con encaje.

—Muy bien, tengo este—lo tomo en mis manos y lo miro más detalladamente.

—Me gusta—lo compro con el dinero de mis ahorros, tres días antes de la boda.

Ya estaba todo listo pero, el mismo día lo puse en la cama un momento, fui a la cocina y me llene el vaso de jugo de cranberry.

Cuando regreso al cuarto y estoy frente al vestido tropiezo y derramo el jugo encima del vestido blanco—rayos—musito.

Busco un paño húmedo y se lo paso sin embargo, no se quitaba—oh no, solo falta dos horas—me desespero.

—Tranquila Rose—articula el Espíritu santo—puedes ponerte otro vestido de cualquier color, no me molestaría.

—No, tiene que ser blanco.

Le pido dinero a mi madre—no acostumbras a pedirme dinero, ¿para qué lo quieres?—cuestiona.

—No puedo decirle que hoy es mi boda y necesito comprar un vestido o llevarlo a la lavandería porque está arruinado—pienso.

—Solo dile que compraras una ropa Rose
—manifiesta el Espíritu santo.

Le digo eso y me entrega una gran
cantidad de dinero—esto es demasiado— comento.

—No sueles pedirme dinero así que, solo tómalo.

Lo tomo y decido pasar a la lavandería primero, para ver si tiene arreglo el vestido.

Cuando llego hay varias personas esperando, hablo con la encargada y le explico lo que sucedió y me dicen que me atenderán, toman el vestido y pasa una hora y media.

—¿Cuándo estará listo?, lo necesito para hoy—expreso comenzando a
exasperarme.

—Es que hay muchos pedidos, solo unos minutos más o mejor, le aconsejaría que viniera mañana—dice lo último en un susurro, yo suspiro y decido irme a una tienda a comprar otro vestido faltando treinta minutos.

—Rayos, no me gustan ninguno de los que hay aquí—entro como a tres tiendas, hasta que lo encuentro—este es perfecto.

Lo compro y regreso a casa.
Final del flashback

Me pongo el vestido y salgo cuando mi madre no está, dejándole una nota diciendo que estoy en una actividad y que no se preocupe.

Me apresuro por el bosque, se me rompen uno de los tacones—hoy realmente no es mi día—los tiro a un lado y sigo corriendo hasta llegar al camino lleno de flores y me detengo, respiro hondo arreglando mi pelo alborotado por el viento.

Viene una niña con una corona de flores en la mano—agáchate—articula y le hago caso entonces, me pone la corona de flores y se pone de tras mío agarrando la cola del vestido mientras camino un poco nerviosa hasta llegar donde está mi amado esperandome—llegas tarde—dice el Espíritu.

—Lo siento, sucedieron cosas—le digo.

—Muy bien, vamos a empezar—articula el ser espiritual que nos va a casar y ahora que lo pienso no se quién es pero, bueno.

—Yo, el Espíritu santo te quiero a ti como legítima esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida—pone un anillo en mi cuarto dedo de la mano izquierda.

—Yo, Rose Cooper Rochester te quiero a ti como legítima esposo y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida—le coloco el anillo en el mismo lugar que el me lo puso a mí.

—Damas y caballeros en esta hora unimos a este hombre y a esta mujer en sagrado matrimonio, puede besar a la novia.

El Espíritu santo acerca su rostro al mío y me besa con ferviente ardor. Cierro los ojos y me dejo llevar sintiendo que algo estalla en mi pecho y un hormigueo recorre todo mi cuerpo, como fuente de agua viva.

—Rose, ¡Rose!—escucho que me llaman
—vamos, despierta—me remuevo y termino abriendo los ojos.

—¿Ah, qué sucede?—le pregunto a mi madre quién me mira fijamente.

—Ya me voy al trabajo.

—Muy bien, nos vemos—la despido y la veo salir de la casa—¡Espíritu!—lo llamo—¿a qué no sabes que me soñé?—le digo cuando esta frente a mi—soñé que nos habíamos casado y, ¿como crees?, ¿nosotros casados?, es impo...—el Espíritu santo levanta su mano mientras estoy hablando y me detengo al ver el anillo en su cuarto dedo.

Miro mi mano y veo que también lo tengo
—oh rayos—articulo asombrada pero desaparece—¿por qué ya no está?

—Solo lo puedes ver aveces porque....—dice y se va al cuarto.

—¿Por qué, que?—le pregunto pero me ignora—¡Espíritu!, no te has divorciado de mí ¿verdad?—sigue ignorandome—¡Espíritu!

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Vamos el Espíritu santo y yo, al parque entonces, vemos a unos niños jugando—
quisiera tener un hijo, ¿por qué no me das 
uno?—le pregunto.

—Por que no puedes tener de mi, no es el  destino si no que, tiene que ser de Bily.

—Okey.

Decido ir al banco de esperma y pasan 2 años.

—La pequeña adela está creciendo rápido 
—dice mi padre quien después de estar en alcohólicos anónimos regresó a casa.

—Así es.

—Espero que algún día me digas quien es el padre o si lo sabes...

—Umm—expreso insegura de decirle.

—Bueno, me tengo que ir hablamos luego—articula yendo hacia la salida.

—Hasta luego—lo despido y cierro la puerta de la casa donde recién me mudé sin mis padres y estoy muy feliz porque estoy sola con mi amado y mi hija.

Salgo al patio donde encuentro al Espíritu santo jugando con Adela y sonrío. Me siento a observarlos jugar y solo pienso en como han cambiado las cosas y de lo bendecida que he sido de haber encontrado a ese chico invisible que vive en mi casa.




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