¿Por qué pensé que sería una buena idea quitarme la sudadera mientras mis lentes estaban sobre mi cabeza?
Ahora no puedo quitarme ni los lentes porque se enredaron en mi cabello, ni el sudadero porque mis brazos se quedaron en una posición extraña y mucho menos no puedo dejar de parecer una persona rara. Bueno, ya me estoy acostumbrando a que las personas me vean así, supongo que viene de familia.
— ¿Necesitas ayuda? —Pregunta un noble caballero.
¡Ay, no!
Esa voz.
ESA VOZ.
¿Por qué ahora mismo Adam Brien tenía que estar por aquí? No podría estar, no sé, donde sea que los chicos guapos se junten. Tal vez sentados sobre el frente de un auto o juntos detrás de la escuela mientras fuman a escondidas. Aunque Adam no fuma.
Adam se acerca y le muestro una sonrisa con la mitad de mi sudadera levantada — ¿Ayuda? No, en realidad estoy en esta posición por mi propio gusto y gana.
Él sonríe — ¿Es acaso una forma de protesta en contra de las gafas y lo fácil que se pueden enredar en tu cabello? —pregunta divertido.
Suelto una carcajada —Sí, exacto —estaría más avergonzada si esta no fuera la primera vez que Adam me encuentra haciendo el ridículo pero, vamos, yo soy la experta en eso.
Yo lo veo con la mitad de mi rostro oculto detrás de la sudadera, ¿Podré algún día dejar de avergonzarme frente a él?
Lo bueno es que ya está acostumbrado.
Lo malo es que no debería estarlo.
—Déjame ayudarte Karlie —extiende sus manos hacia mí y con cuidado me ayuda a desenredar las gafas de mi cabello sin jalármelo. Gracias a él puedo ahora quitarme la sudadera aunque hubiera preferido dejármela pues él está intentando no reír cuando ve mi camiseta—. Lindo, ¿Te pagan por la promoción?
Ah, mis elecciones de moda traicionándome una vez más. —Sí —contesto quitándole mis anteojos—. Me dan techo, comida y lavandería gratis, ¿Puedes creerlo?
Adam suelta una carcajada —Vaya, que buen trato, ¿tus padres me darían algo así por llevar la camiseta con el nombre de su restaurante?
Adam sabe cómo hacerme sonrojar. No solo porque me avergüenza recordar que esta mañana la camiseta que usaba durante el verano mientras trabajaba con mis padres en su restaurante era la única limpia, sino pensar que él podría vivir en mi casa… es una idea interesante de explorar.
Aunque es como si casi viviéramos en la misma casa.
Adam extiende ambas manos y alisa mi cabello con ellas en la parte de arriba, donde estaba despeinada —Entonces, Karlie, te veo después —termina con sus manos en mis mejillas y las aprieta un poco—. Nos vemos.
Él se aleja y yo suelto un suspiro.
Ahora sí, aquí está la explicación de porqué mi corazón está latiendo rápidamente: Adam es la personificación de ese famoso cliché de “el chico de al lado”
Mi chico de al lado.
Adam (bueno, su familia entera) y yo hemos sido vecinos por cuatro años. Adam es el hermano mayor, con diecisiete años al igual que yo y nos hemos llevado bien desde siempre, aunque eso jamás será suficiente para mí. Claramente, me gusta.
No, no me gusta
¡Estoy trágicamente enamorada de él!
Adam es el mayor y tiene dos hermanos más. Brad, su hermano de dieciséis años y Trevor, su hermano de catorce. Yo estoy convencida que estamos destinados a estar juntos pues hay muchas “coincidencias” que no son coincidencias. Por ejemplo, yo también tengo dos hermanas aunque en mi caso, la menor Hannah es de quince y la mayor Allie, es de diecinueve.
Nuestros padres se llevaron de maravilla desde el primer momento que se conocieron, a pesar que ellos tiene un poco más de dinero que nuestra familia, siempre se han portado genial y se han convertido en parte de la familia. Basicamente son mejores amigos.
Mi hermana de quince, Hannah, es bastante cercana con Brad, algunas veces sospecho que se gustan (aunque ella es bastante obvia sobre eso) y eso está bien, solo confirma mi teoría que estamos destinados a estar juntos y que nuestras familias se encontraran fue una obra divina o algo así.
—Entonces, ¿Ya te pidió que fueran al baile de bienvenida? —pregunta Melanie, mi mejor amiga acercándose mientras lame una paleta de dulce, probablemente sabor piña o algo acido.
Suspiro dramáticamente. —Mejor —hago una pausa sonriendo ampliamente—. ¡Ya me pidió que nos casáramos! —respondo sarcásticamente.
Melanie chasquea los labios —Los hombres son tan complicados, pero no pierdas las esperanzas, es probable que lo haga pronto.
He esperado por ese “pronto” durante muchos años.
—Bueno, llevamos una semana de clases —recuerdo alimentando mis falsas esperanzas—. ¿No es muy pronto para que invites a alguien al baile que será como en un mes?
Ella niega con una sonrisa de lado. —Ya invité a Rossy.
Por supuesto que lo hizo.
Le fulmino con la mirada —Eso es injusto, ¿no íbamos a ir juntas? —aunque es probable que aunque no vayamos juntas me uniré a ellas, de todas formas ambas son mis amigas más cercanas.
Ella suelta una carcajada —Karlie, te amo pero sabes que a Rossy la amo de una manera completamente diferente.
Rossy es su novia, han salido por cuatro meses, se conocen desde el año pasado cuando Rossy fue la alumna nueva. Melanie la amó desde el primer momento, en especial porque Rossy llevaba una camiseta que decía “Girls kissing girls” y así Melanie sintió lo que era el amor a primera vista.
—Amor entre chicas —suspiro bajando los brazos—. Igual de cursi que el amor hetero.
Ella niega dejando la paleta dentro de su boca. —No, es mejor —Melanie mueve su cabello rubio hacia atrás y me da un pequeño golpe en el hombro—. De todas formas no te decepciones aun, falta todo un año y es tu vecino, las cosas saldrán bien.
Melanie y Rossy saben todo sobre Adam. En especial Melanie, nos conocemos desde hace siete años así que ella estaba presenciando en vivo y en directo los primeros momentos de mi enamoramiento por Adam. Seguramente la he aburrido pero como ella es demasiado genial, nunca parece irritada porque le hable de lo mismo una y otra vez.