Entro al salón de música y veo al profesor Rilley ordenando las sillas que estaban colocadas en círculos. Nuestro profesor de música es joven, se graduó de esta misma escuela hace algunos años y luego de salir de la universidad, regresó para enseñar música aquí.
Al menos eso es lo que dijo el director la vez que lo presentó en la ceremonia de inicio de curso del año antepasado.
—Buenos días —saludo nerviosa.
Él es una persona agradable pero me siento desubicada aquí, siento que debería estar usando botas y el cabello de colores para adaptarme con este club.
El profesor voltea con una sonrisa. —Ah, hola —camina hacia mí—. ¿Necesitas algo?
Tomo el borde de mi camiseta. —Yo solo quiero saber si, ¿necesito algo para unirme al club? Quiero ser parte.
Él parpadea una vez, quizás piensa lo mismo que yo, que no encajo aquí. — ¿Tocas algún instrumento? —pregunta lentamente, quizás con su poder de profesor musical intuye que no podría ser jamás una estrella de rock.
—Toco el triángulo, se me da genial —bromeo—. También la pandereta.
El profesor frunce el ceño, no sabe si lo digo en serio. —Eh, bien… quizás, ¿algo más?
Sonrío un poco. —Estaba bromeando, en realidad yo solo quiero ser como su asistente, mi amiga me dijo que a veces los alumnos hacen eso, ayudar con los eventos y todo, ¿Puedo ser esa persona?
Sus hombros se relajan, ¿Realmente se alivia tanto que esta chica no intente arruinar su banda escolar? —Ah, claro —sonríe ampliamente—. Dime algo, ¿Cómo te llamas? Eres de último año, ¿Verdad?
—Sí —respondo—. Me llamo Karlie, con K.
Tengo que enfatizar eso todo el tiempo, es como mi eslogan.
—Karlie con K —repite él—. En realidad, ¿Puedes venir en más tarde después que terminen las clases? Las audiciones para los miembros serán hoy, tenemos solo cupo para diez personas y ya tenemos a veinte personas apuntadas, me ayudaras con las anotaciones y todo lo que sea necesario, ¿Estas dentro?
Eso fue rápido.
—Claro, suena bien —levanto un pulgar—. Entonces, ¿Después de la escuela?
Asiente. —Así es, solo ven y luego te diré que vamos a hacer.
Sonrío ampliamente. —Muchas gracias, nos vemos profe —me despido con la mano hacia arriba y salgo de ahí satisfecha.
Supongo que nadie se ofrece para ese tipo de puestos y por eso me aceptó sin pensarlo. Camino con el ánimo mejorado mientras busco con la mirada a María para agradecerle por su sugerencia pero en su lugar me encuentro con Adam.
—Hola Karl —no me gusta cuando me llama así, suena como el nombre de un señor cuarentón que tiene camisetas demasiado cortas y se le sale toda la panza mientras bebe una cerveza recostado en su tractor.
Relajo un poco mi sonrisa. —Hola, Adam.
Estira su mano y acaricia mi cabello. — ¿Qué te tiene tan feliz?
—Me aceptaron en un club —le digo, mi corazón se acelera—. Ahora ya seré una chica normal, viviré la experiencia adolescente completa.
Adam suelta una carcajada. — ¿Completa? Creo que la completarás cuando finalmente vayas a un baile escolar.
Arrugo la nariz. —Sabes que odio esas cosas.
¡Y que no voy porque tú no me invitas a ellos! ¿No ves que solo iría si tú me invitaras?
Adam niega levemente. —Como sea, entonces, ¿un club? ¿Cuál?
—Adivina —inclino mi rostro, de esa forma que he visto hacer a otras chicas cuando están con alguien que les gusta.
Adam se lleva una mano a su barbilla y finge pensar. Mientras tiene la mirada hacia el techo yo veo su rostro y siento un latido descoordinado en mi corazón.
Es difícil estar enamorada de uno de los chicos más guapos de la escuela.
Adam regresa sus ojos a los míos, creando chispas dentro de mi cuerpo. —Creo que el club de sarcasmo no existe, ¿verdad?
—En realidad, si existe pero está cerrado por remodelaciones —juego.
Adam resopla. —Mala suerte, en ese caso, ¿El club de los cazadores de fantasmas?
—Búrlate —ahora retuerzo las puntas de mi cabello. Mala idea, se atoró uno en mi uña y estoy intentando no tirar mucho o me dolerá—. Pero el día que tú mismo veas un fantasma, me creerás.
Adam se acerca a mí y mi respiración se corta.
Pero él solo lo hizo para apretarme la mejilla como si fuera una niña de tres años que le parece adorable. —Me rindo, ¿Cuál es ese famoso club?
—Música —respondo mientras siento cosquillas en mi mejilla—. Seré una estrella de rock.
Levanta una ceja. — ¿Todas instrumentos? Jamás te he visto, ¿aprendiste o algo?
—No —contesto, una chica pasa a nuestro lado y saluda a Adam, quien levanta la mirada y asiente el rostro—. Solo ayudaré como asistente del profesor.
—Suena genial —me dice aun con su mirada en la chica.
Sé que no suena genial para nada pero no importa, la palabra “genial” y “yo” tenemos una orden de restricción y jamás estaremos juntas en la misma oración.
Me encojo de hombros. —Así es, supongo que al menos no sudaré como tú.
Adam me mira entrecerrando los ojos. —El ejercicio es bueno para ti.
Ruedo los ojos. —Claro, porque sentir como al día siguiente que un camión me ha pasado encima es tan relajante.
Adam niega, riendo. —Tienes que acostumbrar tu cuerpo —se levanta un poco su camiseta—. Y así logras abdominales de acero.
Hago mi mejor interpretación de una chica sintiendo repulsión y cierro los ojos. —Guarda tu show para las porristas, ellas aman cuando ustedes se secan el sudor con su camiseta y muestran sus horribles abdominales.
Adam suelta una carcajada. —Lo sé, por eso lo hacemos.
—Que tontos —contesto, riendo.
Adam me avisa que tiene que irse y yo lo dejo que se marche.
Quiero hundirme en arena movediza cada vez que Adam se acerca solo para recordarme que él no me mira como a las otras chicas lindas, que para él no soy más que Karlie la vecina tierna de al lado.