El Chico Menos Probable

Mi transformación

 

Al siguiente día me desperté con demasiada motivación.

Cuando abrí los ojos sentí la necesidad de pararme y comenzar todo esto con el pie derecho así que bajé y me tomé un vaso con agua fría. En algún video mamá vio que eso ayuda al sistema digestivo y muchos otros sistemas.

Seguido, subo corriendo las escaleras y me meto rápidamente a bañar, lavo mi cabello dos veces para que huela mucho al aroma de “miel y almendras”

Cuando termino me paro frente al espejo con la toalla blanca envuelta sobre mi cuerpo y miro mi cabello. Las gotas se deslizan y caen al suelo, mojándolo. Tengo el cabello largo, por la cintura y aunque no tengo mucho volumen, es de hebras gruesas y eso significa que es difícil de moldear, pero tengo que intentarlo.

Tomo la secadora que usa Allie y después de moverle varios botones, logro colocarla en temperatura media. Me seco el cabello sin saber mucho que hacer. Yo sé que parezco una tonta pero la forma en que me he secado el cabello todo este tiempo es distinta, yo uso una toalla porque es más fácil y no me quema la cara.

Escucho que mis padres están despiertos ahora, yo me desperté cuarenta minutos más temprano para hacer todo esto. Normalmente me levanto de la cama una media hora antes de irme a la escuela, pero la belleza tiene un precio y voy a pagarlo.

Cuando “termino” me miro en el espejo y mi cabello está un poco esponjado, aunque no mucho. Comienzo a doblarlo de cada lado para que logre mantener una forma más bonita pero fallo en el intento.

Luego contemplo recogerlo en una cola de caballo, al menos no sería trenza, ¿no? Pero la verdad no me gusta cómo me veo con ese peinado. Bueno, ¿Qué más da? Creo que está bien, solo me siento un poco rara, ya después me acostumbraré.

Termino de vestirme rápidamente, hoy no tengo que cambiar mi atuendo a faldas y blusas cortas así que uso un viejo pantalón verde y una camiseta blanca con pequeños gatos impresos, mis zapatillas negras y tomo mi bolsa antes de bajar.

—Buenos días —saludo a mis padres.

Mamá sonríe y levanta la mano —Hola Karlie, ¿Quieres tocino y huevo?

—Claro —me siento a un lado de papá—. Oye papá, ¿Notas algo diferente en mí?

Mi papá voltea, me examina y señala mi nariz. —Tienes algo rojo ahí.

Mis ojos se abren y llevo mi mano a mi rostro, me levanto y camino a la cocina donde uso uno de los vidrios de la alacena como espejo. No puedo creerlo, ¡Tengo un grano! No estaba cuando me estaba peinando frente al espejo… creo, estaba un poco empañado.

¿Se va a hacer más grande?

Allie baja y dice buenos días, yo me acerco a ella. —Hermana te necesito, ven conmigo.

La llevo hasta el final de las escaleras, ella con el cabello recogido y su cara solo con protector solar. —Dame maquillaje, tengo un grano en la nariz.

Allie se acerca para analizarlo. —Es pequeño, no se nota.

— ¡Papá lo notó! —Reclamo—. Por favor, dame un poco, solo para eso.

Allie niega. —Karlie, estas bien, nadie lo notara —mi hermana se aleja de mí y regresa con mis padres.

Por suerte Hannah es la última en bajar y antes que termine todos los escalones, me acerco a ella. —Tú tienes maquillaje, ¿verdad? Puedes ponerme un poco en mi nariz, tengo un grano.

Hannah junta sus cejas. —Em, no, eso es asqueroso —dice—. Compartir el maquillaje es un delito grave, ¿sabías?

Ruedo los ojos. —Solo dame un poco en la mano, de esa cosa liquida que usas.

Hannah niega. —Lo haría pero mi tono de piel es más rosado que el tuyo, se veía aún más Karlie —me empuja a un lado para seguir bajando—. ¿Desde cuándo te importa eso? Tú siempre vas con granos en la cara.

Cierro los ojos y siento un golpe en el estómago (no literal) ¿siempre me veo tan mal? Qué horror. Hago una nota mental sobre ir a la tienda de conveniencia y buscar maquillaje de mi tono de piel así no tendré que rogarle nada a mis hermanas inútiles.

 

Por suerte no he visto a Adam hoy, después que Allie nos viniera a dejar corrí dentro de la escuela con el rostro hacia abajo y enviándole muchos mensajes a Mel al mismo tiempo. Caminar corriendo mientras envías mensajes no es una buena idea porque a veces, te terminas golpeando con personas.

Como ahora.

Mi cabeza se choca contra alguien. Doy un paso hacia atrás, levanto la mirada y por suerte no es Adam, pero es Arthur lo cual no es totalmente bueno. —Lo siento —digo dando un paso hacia atrás.

Arthur sonríe entornando sus ojos. —Un momento, ¿Realmente dejaste las trenzas? Genial, déjame tomarte una foto y la envío a los demás.

Me cubro la cara. —Basta, los veré por ahí después —afirmo, bajando la mirada.

Arthur niega con una sonrisa de lado. —Esto es divertido, no pensé que harías nada.

—Claro que sí —contesto guardando mi teléfono detrás de mi pantalón, en el bolsillo—. No soy una cobarde.

Arthur asiente y mira hacia atrás. — ¿De quién huías? ¿De Adam?

Llevo mi dedo a mi boca. — ¡No digas eso, por favor! Prometieron no decir nada.

Arthur se ríe. —Tranquila, nadie escuchó —me calma—. Entonces, ¿Por qué ibas como si acabaras de robar algo?

—No es eso —aclaro mi garganta—. Es que, no es un buen día… cosas de chicas.

—Cosas de chicas —repite y pasa una mano por su cabello corto—. Bien, ¿A dónde vas?

—A mi casillero, cerca de la oficina administrativa —digo.

Levanta un hombro —Vamos entonces, él mío está después de la oficina.

Asiento y me siento rara caminando con Arthur, antes de conocerlo en el club no tenía muchas intenciones de interactuar con él. Arthur es un tipo grande, a veces camina con las cejas juntas como si estuviera a punto de gritarle a alguien. Pero es bueno con la batería y al menos, no ha dicho nada de mi grano.

—Mira eso —levanta un dedo hacia un cartel—. Tu chico será la estrella de esa noche.




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