Todo por ella.

MASON

Oscar se voltea al mismo tiempo que se pasa las manos por la cabeza. —Bueno, esto va a tomar mucho tiempo —se deja caer sobre el sofá—. Mi mamá se tarda como dos horas en arreglarse, ya me acostumbré pero será mejor que se sienten.

Erick lo hace. — ¿No tienes hermanas?

Niega. —No, soy hijo único y muy feliz —sonríe—. ¿Qué hay de ustedes? ¿Tienen hermanos?

Me siento al lado de Erick. —Tengo muchas hermanas —afirmo—. Y Erick tiene hermanos menores.

Erick bosteza y recuesta su cuerpo en el mío, Oscar entorna sus ojos y procede a señalarnos. —Yo pensaba que eran hermanos, pero ahora me parecen novios.

Erick bufa. —Ni loco.

Le doy una palmada a la rodilla de mi amigo. —Erick es atractivo pero no es mi tipo.

Oscar capta mi sarcasmo porque solo pone los ojos en blanco. —Entonces, hablando en serio, ¿Les gusta alguien de la escuela? —Mira a un lado y se inclina al frente—. No digan nada pero las hermanas de Karlie son muy lindas.

Erick junta sus cejas. — ¿Hermanas? ¿Ambas? Una es mayor y la otra es menor.

Oscar niega. —Una solo tiene un año menos, yo aún no tengo diecisiete y la otra chica, la del restaurante tiene como un par de años.

Bufo. —Ni lo pienses, acabo de conocer a Karlie pero se nota que tiene un carácter duro, no te dejará acercárteles.

Oscar cruza su pierna. —Solo bromeaba —bosteza—. ¿Quién te enseñó a cantar así? Lo haces bien.

—Erick —bromeo.

Erick, como siempre, no entiende mis bromas. —Yo no fuí, yo no canto.

—En realidad, nadie —digo—. ¿Qué hay de ti? ¿Por qué la música?

Eleva sus hombros y los baja. —Mi abuelo era músico, tocaba la guitarra en un bar y cantaba mientras mi abuela servía comida a los que llegaban —la comisura derecha se le levanta—. Mamá sabe cantar muy bien pero no le interesa, supongo. Mi abuelo solía cantarme cuando era niño y no sé, siento que la música me conecta a él.

Asiento. —Eso es genial.

Intenta fingir que no es tan importante. —Sí, pero no quiero ser músico por siempre, creo que me gustaría ser productor.

—Vaya —Erick suelta—. Cuando Mason se haga famoso deberías producirle su primer álbum.

Ruedo los ojos. —Mejor tú, con tus canciones acústicas.

Escucho un sonido al final del pasillo, las risas de ambas. —Se la están pasando bien —afirma Oscar, levantándose—. Comeré algo, ¿quieren comer? Hay un poco de todo, magdalenas, huevos fritos y panqueques.

—Panqueques —Erick no se puede resistir a los panqueques—. Por favor.

Él me mira. —Um, estoy bien.

Oscar hace una mueca. —Debes probar algo, mamá y yo cocinamos y nos sale todo muy bien.

Oscar desaparece cuando entra a la cocina.

Erick se separa de mí. —Es amigable —susurra.

Suelto aire por mi nariz. —Sí, eso que dijo de su abuelo es dulce.

Erick se toca el estómago con ambas manos. —Gracias a la transformación de Karlie he obtenido panqueques, es un gran día.

Chasqueo mi lengua. —La transformación —repito mientras estiro mis piernas—. Karlie ya se ve bien.

Erick se mueve sobre su lugar. —Mason, ¿Estás seguro de lo que estás haciendo?

Levanto mi mano y toco su mejilla, luego le aprieto la otra con mi pulgar. —Mira a mi Erick, se preocupa por mí.

Me empuja lejos, él odia que le haga eso en el rostro pero siempre lo he hecho desde que somos niños. Antes Erick tenía las mejillas rellenas y me daban tantas ganas de aplastarlas. —Tonto.

Erick y yo somos como hermanos, él es alguien que siempre ha formado parte de mi vida y quiero que siempre sea así. En realidad, entre todas las razones por las que quiero que salga con Lila es porque he pensado en la posibilidad que ellos se casen.

—Si te casas con una chica que no sea Lila será malo para nuestra amistad —aseguro—. Tu esposa te reclamará que pasas mucho tiempo conmigo pero si tu esposa es mi hermana, no se podrá quejar.

Erick rueda los ojos. —Mason, a veces no entiendo cómo funciona tu cerebro —señala hacia atrás—. Karlie y tú se llevan bien por eso, ustedes tienen un humor muy raro, como de película de comedia.

—Humor de la mejor calidad —señalo su rostro—. Y sí, Karlie es genial, ¿no? Me gusta su creatividad, sus respuestas espontaneas son las mejores.

Erick coloca sus manos sobre mis mejillas. —Ahora te estás sonrojando.

¿De verdad?

—Oh, vaya —Oscar entra—. Nada de besos en mi casa.

Erick baja las manos un poco y yo tomo sus muñecas. — ¿Por qué no? Ven aquí, Erick.

Él me empuja. —Mason —niega con una sonrisa—. Oscar, él es así. No tiene límites.

—Tengo límites —afirmo—. Respeto los limites pero la cuestión aquí es, Erick me ama y odia cuando no le doy afecto frente a alguien.

Oscar junta sus cejas pero ríe. —Mason… creo que fue una buena idea que tú seas el novio falso de Karlie, ella dice cosas como tú, raras.

Que Oscar piense que Karlie y yo encajamos no debería alegrarme tanto pues al final, solo es una relación falsa y todo para que obtenga a Adam. Pero lo hace, me siento bien escuchando eso.

Oscar avisa que irá por la comida, Erick y yo nos paramos para ayudar.

Al final sí probé de los panqueques y tomé un poco de jugo de naranja. Oscar se comió al menos cinco y una magdalena, dos vasos de jugo también. Erick probó los huevos fritos y sus muy adorados panqueques.

Luego regresamos a la sala y hablamos de cosas relacionadas con la escuela por unos minutos más.

Toda mi vida he pensado que tener a Erick era suficiente. Nunca hemos intentado hacer más amigos, ni siquiera cuando él formaba parte del equipo en la escuela anterior. Sus compañeros eran solo eso, el resto de su tiempo libre lo pasaba conmigo.

Sin embargo, ahora con todo esto del club, me la paso bien. Todos los chicos son diferentes pero nadie me ha desagradado aun. Bueno, Arthur es un poco molesto pero sabe comportarse.

No sé qué tanto cambiaria si no estuviéramos conviviendo más por todo esto de Karlie. Sin duda no estaríamos Erick y yo en esta casa ahora, tampoco saldríamos a comer con alguien más después de la escuela. Quizás esto no sea tan malo, aunque no me haga muy feliz, al menos obtendré algo positivo de todo esto.