El Chico Menos Probable

Reír para no llorar.

El momento llegó, el gran momento.

Mason camina cerca de mí y me siento agradecida con su presencia. No somos más que extraños conociéndose pero ya me siento bien a su lado. Es raro aunque parece que es como cuando mamá solía decir que algunas personas vinieron del mismo lado del cielo, supongo que a esto se refería. Cuando conoces a alguien y te llevas de maravilla inmediatamente.

Entro a la clase, cuando lo hago algunos chicos me miran y juntan sus cejas pero no dicen nada. María está al frente, al momento de pasar a su lado la saludo.

Ella sube la mirada y de nuevo, le toma tiempo reconocerme. No creo que haya mucha diferencia, ¿no? Sigo teniendo las gafas y básicamente, la misma cara. —Karlie, vaya —mira mi vestido—. Te ves tan bien, ¿tienes algún evento especial?

Niego. —solo quise vestirme así, ver que se siente ser chica.

Una chica linda, mejor dicho.

Ella ríe y luego mira a Mason, no sé si ya lo conocía pero antes que los pueda presentar, habla: —Soy María.

Mason levanta la mano. —Mason, soy… compañero de Karlie.

—Y lo conocí en el club que sugeriste —le explico, sonriendo.

Ella levanta una ceja. —Ustedes… ya saben, ¿Están saliendo?

¿Qué? Nos acabamos de conocer, sería tan extraño que ya estuviéramos saliendo. Aunque somos novios falsos.

Suelto una carcajada. —No María, solo somos amigos —le doy un codazo amistoso a Mason—. De todas formas, gracias por sugerir el club de música, me estoy divirtiendo mucho.

Se encoje de hombros. — ¿Ves? Es importante socializar y conocer nuevas personas.

Mason gira hacia mí. —Me alegra que me acabas de relevar al nivel de “amigo”

Bufo. —Me alegra que te alegre, Mason.

Él estira su mano por encima de mi cabeza y mueve un cabellito que seguramente estaba despeinado. —Listo.

María estira su mano, toma mi muñeca y tira de mí hacia ella. — ¿Estás segura que no están saliendo?

Niego dos veces y escucho una persona decir: “Hola Adam, ¿Qué hay?”

Me congelo.

Adam. Adam viene. Adam me verá. Adam me amará. Eso espero. ¿Qué hago ahora?

—Eh… —aclaro mi garganta—. Te veo después, María.

Ella asiente y yo huyo a la parte de atrás. Aun no estoy lista. ¿Estaré lista alguna vez? Tengo miedo, no sé porque. Yo quería esto pero, ¿y si no pasa lo que quiero? ¿Y si ni así Adam me quiere?

Vamos, Karlie. Mente positiva.

Mason viene detrás de mí y busca mis ojos con los suyos. — ¿Por qué huyes? No querías…

Lo interrumpo. —Sí pero, no sé si es buena idea —muerdo mi labio con fuerza, tengo que detenerme o me saldrá sangre.

—Hola Karlie —su voz.

Su voz.

Adam camina colocándose a un lado de Mason, mueve sus ojos hacia los míos y…

Y…

— ¿Karlie? —sus ojos hacen camino de arriba hacia abajo, se detienen de nuevo en mi rostro y levanta ambas cejas—. ¿Qué te pasó?

Junta sus cejas y no veo nada de asombro como los rostros de Erick, Oscar o Brenda. Incluso la expresión plana de Mason era mucho mejor que esto.

Risas.

Alguien se está riendo.

¿Quién se está riendo?

Oh, esperen, soy yo. Me estoy riendo. Mucho.

— ¿Karlie? —Adam entorna los ojos—. ¿Estás bien?

Respiro profundo. —Tu —más carcajadas—, dijiste “¿Qué te pasó?” —me río sin parar.

Pero no quiero reír realmente, quiero hacer todo lo contrario.

Adam sonríe nervioso. —Eh, yo, ¿Estas bien, Karlie?

Muevo mis manos frente a mí. —Sí, es solo que… tu cara, ¡tu cara!

Su cara de confusión, no de admiración. Sus labios torcidos, no abiertos. Sus ojos entornados, no asombrados. Todo en su reacción era todo lo que me atemorizaba y me eché a reír como mecanismo de defensa porque realmente, lo único que quiero es salir corriendo de este lugar para lavarme la cara y arrancarme esta ropa bonita que no merezco usar.

Me siento como una gran y gigantesca tonta. Soy la más tonta de todas las tontas. ¿Por qué pensé que un vestido iba a convencerlo que me amaba? ¿Por qué pensé que mi pelo alisado cambiaría algo en su corazón? No hay lápiz labial, rubor o base que cambie la forma en que me mira.

Él sigue observándome como lo que soy, la chica tonta y torpe. La vecina. La hija de los mejores amigos de sus padres. Su amiga de confort. La chica con quien jamás saldría. La chica del medio.

—Karlie, ¿Por qué estas vestida así? —pregunta él.

¡Por ti!

¡¡Porque te amo y quiero que me ames también!!

—Yo…

Mason se dirige a él. —El club —aclara su garganta—, vamos a hacer algo especial y todos tendremos que vestirnos como famosos, Karlie se arregló como estrella del escenario —afirma tranquilamente.

Qué vergüenza, Mason es testigo de mi humillación.

—Ah, ¿es por eso? —Adam relaja su expresión—. Que interesante, entonces, ¿Es como un disfraz?

¡Un disfraz! ¡Adam ve todo esto como un disfraz!

Mason me mira unos segundos. —No es un disfraz, es Karlie luciendo asombrosa.

Bajo un poco la cabeza deseando poder abrazar a Mason, él me está ayudando a no terminar completamente ridiculizada por todo esto.

Adam arruga su nariz. —Eh, ¿Tu eres el del restaurante, no? Aquella vez… hace unos días.

Mason asiente, cruzándose de brazos. —Sí, Mason —contesta.

Adam me mira una vez más. —Bueno, mejor voy a sentarme —se mueve unos pasos hacia atrás.

¿Eso es todo? ¿Ni siquiera va a decirme que me veo bien? ¿Incluso si piensa que es un disfraz?

Pero sí se detiene. Levanta sus ojos y me ve a los ojos.

¡Bien! ¡Lo dirá! ¡Genial!

—Eh Karlie —parpadea.

Asiento sonriendo, haciendo mi mejor esfuerzo para sostenerme del ultimo hilo de esperanza que queda entre nosotros — ¿Si?

Levanta su dedo y me señala la cara. —Tienes los dientes rosados.

Y se da la vuelta.

Y se sienta lejos de mí.

Y toco mis dientes.




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