El Chico Menos Probable

Las hermanas de Mason

 

Curiosamente, Mason no vive tan lejos de mi casa.

Fueron unos diez minutos en auto. Mason y yo íbamos en la parte de atrás de su auto, Anabelle conducía y Lila estaba a su lado. Sus hermanas me hicieran muchas preguntas básicas, mi color favorito, si tengo hermanos, mascotas y esas cosas. Mason se veía un poco incómodo manteniéndose en silencio.

Llegamos a su hogar, por fuera está pintado de beige con flores frente a ella. En las ventanas de arriba hay unos pequeños balcones. La puerta del frente está decorada con un rotulo de madera colgando con un saludo escrito: Bienvenidos.

— ¿Entonces ese restaurante es de tus padres? —pregunta Anabelle abriendo para que pasemos.

Por dentro todo es bastante normal, muebles de madera y un sofá largo. La pared es del mismo color que el exterior.  Me llega un olor como a desinfectante de canela.

—Sí, mis padres lo han tenido por diez años.

Lila sonríe —Oye es genial, la comida es deliciosa, ¿Comes eso todo el tiempo?

Me encojo de hombros, esa pregunta es común en cada persona que se entera sobre el negocio familiar. —A veces, mis padres también cocinan para nosotras por separado y suelen ser vegetales y sopas.

Anabelle me toma del brazo y me conduce al sofá, Lila se sienta a mi lado derecho y ella en el lado izquierdo. Mason suspira y se sienta a un lado de Anabelle.

—Entonces —su hermana mayor habla—. Mi hermano ha hablado mucho de ti, dice que le caes muy bien.

Eso es tierno. —Gracias, a mi también me cae bien.

—Karlie —Mason habla, inclinándose para poder verme—. No les hagas caso, ellas son tan extrañas.

Anabelle ríe y le da un golpe en la rodilla. —Cállate, estamos hablando con Karlie.

Lila levanta la mirada. — ¿Dónde está Miranda? Se volverá loca.

Anabelle puede que sea ocho años mayor pero se ve más joven, no aparenta tener veinticinco, en realidad cuando entró al restaurante pensé que tenía la edad de Allie. —En su habitación, seguramente.

—Entonces, Mason dice que eres como la asistente en el club de música, ¿no? —Lila pregunta con una sonrisa amplia en su boca.

Asiento acomodándome sobre el asiento. —Sí, no soy buena con los instrumentos así que ayudo al profesor con todo lo que involucre hojas de papel.

Lila inclina su rostro. — ¿Y cómo le va a Mason? ¿Qué hace ahí? No sabía que tocaba algo, no quiere decirnos cuál es su función.

¿No les ha dicho a sus hermanas que canta? ¿Por qué? Es muy bueno, tiene un estilo de voz que me gusta mucho, suave pero no agudo.

—Pues, él es el cantante —explico.

Ellas se miran con los ojos bien abiertos y luego estallan en risas.

—Basta —pide Mason, cubriéndose el rostro con la mano.

— ¿Qué es tan gracioso? —una chica con fleco recto y cabello marrón baja sonriendo. Ella levanta un dedo y comienza a contar señalando primero a sus hermanas y luego a Mason—. Eh, hay alguien más aquí.

Lila se levanta de un salto — ¡Es ella!

¿Ella?

— ¿Quién? —pregunta la chica.

Lila la acerca al sofá mientras que Mason se sigue quejando entre dientes. —Es la chica del club, se llama Karlie.

De nuevo con ese apodo, no me molesta para ser honesta, solo es un poco básico.

Me señala. — ¿Karlie? ¿Eres tú?

No puedo evitar reír, ¿Por qué me conocen tan bien? —Me siento famosa con ustedes.

La chica da la vuelta y ahora se sienta a mi lado, empujando a Lila con su cuerpo. —Lo eres, en esta familia al menos —estira su mano hacia mí—. Soy Miranda, otra hermana de Mason.

Estrecho su mano. —Un placer…

Miranda se levanta de nuevo y se sienta a un lado de Mason — ¿Por qué estás tan tímido? ¿No estás feliz que Karlie esté aquí?

—Cállate Miranda —Mason frota sus sienes—. Ustedes son un fastidio.

Lila se sienta de nuevo. —Entonces, ¿Mi hermano canta? Creo que eso es tan… nuevo para nosotras.

—Sí —asiento feliz—. Y lo hace muy bien, tiene una gran voz.

Miranda lo empuja con su cuerpo. — ¿Cantas, hermano? Qué raro, a ver, canta algo para demostrarlo.

—No lo haré —Mason se pone de pie—. Creo que Karlie tiene que irse, te iré a dejar, vamos.

Lila chasquea sus labios. — ¿Irse? ¡Acaba de llegar! Aun no nos ha dicho nada, espera —lo ignora y me voltea a ver—. Entonces, Mason nos dijo que te está ayudando como en un proyecto, ¿De qué trata?

Miro a Mason y él niega. —No les dije todo.

Suspiro, es un alivio que no sepan los patéticos detalles. —Es una tontería, y no solo él me está ayudando, los demás chicos del club también.

Anabelle asiente. — ¿De qué trata?

Miranda se inclina hacia adelante. — ¿En qué te ayuda? ¿Es de música?

Niego. —No… —rasco mi brazo mientras el dolor en mi corazón regresa, por unos segundos me había olvidado de Adam—, digamos que es un experimento social.

Lila toma un almohadón redondo y se lo coloca sobre las piernas. — ¿Qué tipo de experimento?

—Um, sobre… —No sé qué decir.

En ese momento mi teléfono comienza a vibrar, lo tomo y leo el nombre de Adam en la pantalla. Exhalo y solo dejo que siga un rato más hasta que se detiene la llamada.

—Un momento —Lila habla entornando sus ojos—. Ah, no te hemos preguntado esto pero, ¿Tienes novio, Karlie?

Ajusto mis gafas con mi dedo medio subiéndolas. — ¿Novio? No, no tengo.

Anabelle, Miranda y Lila se intercambian unas miradas. No me llevo mal con mis hermanas pero no somos lo suficientemente unidas para hacer lo que ellas hacen, comunicarse mensajes con tan solo verse.

Anabelle aclara su garganta. —Um, el chico del restaurante, ¿No es tu hermano, verdad? Dijiste que eran solo chicas.

Suspiro. —Es Adam —digo y luego aclaro—: mi vecino y algo así como mi amigo.

Hace una semana solo hubiera resumido todo con el título de “mejor amigo” pero ahora ya no estoy tan segura que lo seamos.




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