El Chico Menos Probable

El momento del fin.

 

—Karlie —Rossy se acerca y me toma de los hombros—. ¿Dónde estabas? Te hemos buscado como por media hora.

La miro y parpadeo. — ¿Por qué? Estaba por ahí —llorando y vomitando plantas.

Melanie se acerca a mí y acomoda un mechón suelto de mi cabello. —Nos tenías a todos preocupados, ¿Dónde estabas? Vimos a Adam pero no estabas con él.

Sonrío de lado. —Claro que yo no era la que estaba con él —tomo la mano de cada una de ellas—. Olviden todo, es una fiesta, ¿no?

—Karlie —Melanie intenta detenerme pero yo tiro de ella hasta la parte donde hay más personas bailando y moviéndose.

—Es una fiesta Mel, hay que bailar —sonrío y suelto sus manos—. Tal vez debería buscar un chico, ¿A quién puedo escoger? Hay tantos por aquí.

—Karlie, ¿Qué sucede? Te ves cansada, ¿estás bien? —Rossy me toma del hombro—. ¡Karlie!

— ¿Qué tal él? —Señalo un chico delgado con lentes—. Ya sé, iré a buscar a alguien —suelto una carcajada—. Ya vengo.

Si esta fuera una película esto es lo que está sucediendo: la protagonista se hartó de todo y está lista para hacer el mundo arder en llamas. Ya no más niña dulce, Karlie que le dice sí a Adam, que lo espera y lo defiende. Adam el que me promete besos que nunca llegan, quien me sostiene la mano hasta encontrar a alguien mejor. El que me miente y me deja plantada en medio de la noche.

Adam el que me rompió el corazón.

— ¡Hoover! —grito cuando lo veo hablando con una chica que parece más interesada en su bebida que en él.

Hoover es atractivo pero es un tonto, es aburrido pues solo habla de deportes y autos. Un estereotipo andante pero servirá para esta noche. Él me mira con una sonrisa en su rostro. —Ey, ¿Candace?

Por supuesto que no sabe mi nombre. —Karlie, casi lo adivinas.

Acaricia mi cara y tengo que resistir la urgencia de empujarle la mano. —Que linda te ves hoy, sin tus trenzas y esos anteojos de anciana.

Sonrío falsamente. —Sí, como sea —tomo su mano—. ¿Quieres bailar?

Hoover asiente —Por supuesto Karlie —se acerca a mi cuerpo.

—Espera, aquí no —miro entre las personas e intento encontrar a Adam pero puede que no esté aquí, tal vez se fue con Raquelle a otra parte. Bien, no importa, tengo otro plan.

Tomo su mano y lo llevo a la otra habitación donde un montón de porristas y jugadores están hablando, besándose o bebiendo. Necesito que estas personas me miren y le digan a Adam que su amiguita estuvo bailando con el chico que peor se lleva.

En su pequeño mundo deportivo, Hoover es básicamente su competencia y él odia cuando no gana contra él.

—Ven —lo acerco a mí y él se mueve como si estuviera bajo mis órdenes.

Hoover coloca sus manos en mi cintura y tengo que sonreír mientras bailamos, o lo que sea que estamos haciendo. Es bastante evidente que él está borracho y yo no sé bailar, además él es mucho más alto que yo así que solo nos movemos un poco.

Hoover intenta acercar su rostro a mí pero yo volteo el rostro. —Hay personas aquí —uso eso como excusa.

Hoover acerca su rostro a mi oreja. — ¿Vamos arriba?

No hay forma que eso pase.

—Tal vez después —contesto, enojándome mucho más.

Miro hacia un lado y algunas chicas me observan, tal vez ni siquiera me reconozcan. Otros chicos también nos ven y cuando obtengo suficiente atención de esto, me separo de Hoover.

—Bien, te veo después —le digo—. Iré al baño, ahora regreso.

Él asiente con una sonrisa tonta. —Claro, Carmen.

Ruedo los ojos mientras me alejo de ahí, llego donde dejé a Mel y Rossy pero ellas ya no están aquí. Volteo el rostro y no reconozco a nadie, no hay forma que me haya dejado aquí, ¿verdad? Solo me fui como veinte minutos.

Pero, ¿Y si también me dejaron? ¿Y si me abandonaron en una fiesta llena de personas que no conozco?

Antes que siga pensando otras cosas, alguien me toma de la muñeca —Te encontramos —es Guido.

Detrás de él están Rossy, Jason y Henry. — ¿Ahora a dónde fuiste? —pregunta Rossy con el ceño fruncido.

Niego seria. —A ninguna parte, ¿nos vamos ya?

Ellos se miran entre ellos. —Karlie, ¿Qué pasó? —pregunta Rossy acercándose.

— ¡Karlie!

No.

Es el peor momento para escuchar esa voz. No quiero girar porque si lo hago, no sé qué haré. ¿Gritaré? ¿Golpearé a alguien? Tal vez voy a vomitar, o tal vez, voy a llorar.

Es claro que no estoy bien, que estoy teniendo algo como un momento donde pierdes toda la razón. No sé qué es el sentido común, el control propio o nada de eso. No quiero sonreír y ser amable, quiero gritar.

—Karlie —Adam habla de nuevo detrás de mí.

Tomo una respiración antes de girar. Él está sonriendo un poco, su cabello está despeinado y recuerdo la forma en que Raquelle pasaba sus manos a través de él. Sus labios tienen una mancha pequeña de labial rojo, como el que ella usa.

Estoy segura que si me acerco, sentiré esa fragancia dulce y asfixiante de Raquelle.

Debería quedarme callada y no soltar todo mi rencor y resentimiento contra él, pero mi cerebro ha abandonado el lugar y por eso lo primero que sale de mi boca es: — ¿Por qué besaste a Raquelle? —le pregunto, consciente que estoy renunciando a mi poca dignidad restante.

Él abre sus ojos. —Eh, Karlie…

Aprieto mi puño. — ¿Sabías que ella rompió mis gafas? —Aprieto mis dientes—. ¿Qué ella odia a cualquiera que no sea o piense como ella?

Adam muerde su labio. —Mira Karlie, Raquelle puede ser…

— ¿Besaste a Raquelle? —pregunta Melanie, no me di cuenta cuando llegó—. ¿Adam, por qué?

Melanie me comprende, sabe que puedo afrontar que bese a cualquier persona que quiera pero no ella.

Adam la mira confundido. —Porque me gusta —se encoje de hombros—, sé que puede ser…

— ¿Te gusta? —Ahora Rossy se acerca—. Un momento, ¡Tú viste lo que le hizo a Karlie!




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