Hoy es el baile de bienvenida.
Sí, sí, lo sé. ¿Quién hace un baile de bienvenida semanas después de comenzar con las clases? Bueno, mi escuela.
Los chicos no dejan de perseguirme en toda la escuela para que vaya. No sé cuándo se pusieron de acuerdo pero cada uno de ellos me está entregando una rosa rosada cuando me ve y me invita al baile.
A todos les he dicho que no.
Bueno, no a todos. Arthur, Erick y Mason aun no me han dicho nada. Erick y Mason los vi desde temprano pero no mencionaron algo sobre el baile. No entiendo porque los demás se comportan de esa manera.
Guardo la última rosa, Jason fue quien me la entregó hace unos minutos. Él es de penúltimo año pero estará ahí por la banda.
Rossy y Mel se asoman para ver dentro de mi casillero, todas las flores acumuladas ahí. —No creo que haya una chica con más propuestas que tú.
Me encojo de hombros. —Y he rechazado todas.
Rossy hace un puchero. — ¿Realmente no vas a ir? Podría ser divertido, nosotras tres bailando y cantando canciones a todo pulmón.
Niego, cerrando el casillero. —De nuevo el mal tercio, ya no quiero ese puesto.
Melanie sonríe —Sabes que no eres el mal tercio, eres nuestra amiga y te queremos con nosotras —afirma, dándome un apretón en el brazo.
Sé que están siendo amables porque son buenas personas pero, no quiero estorbar. Desde que ellas han comenzado a salir yo he estado a su lado, como si fuera su obligación tenerme cerca. No quiero quitarles su tiempo romántico entre ellas, realmente ya no quiero ser el mal tercio.
Y bueno, en esos bailes todos tienen a alguien con quien bailar. Yo no, estaré ahí, sola ahogándome en mi propia pena y desconsolación. Recordando mi soledad y planificando mi futuro lleno de gatos, perros y nadie que me haga compañía.
—Estoy destinada a ser el mal tercio de mis mejores amigas por siempre —afirmo, recostándome en los casilleros.
Mel ríe al igual que Rossy, quien dice: —No lo serás —aclara su garganta viendo hacia la derecha—. Digo, podría ser que un chico alto, de cabello oscuro te robe el corazón y…
—No, Rossy —sé que se refiere a Mason, —. No será así, ya les dije que en mi opinión, le gusto a Mason tanto como le gusta su soda favorita. Solo eso, probablemente menos.
—Ahora lo sabremos —Mel susurra—. Tal vez te invite también.
Miro hacia la dirección que ella está señalando con sus ojos, Erick y Mason se acercan caminando a peso lento, para reunirse con nosotras antes de ir a la cafetería.
Cuando están frente a nosotras, Erick me pregunta: — ¿Ya aceptaste alguna? —se refiere a las rosas.
Ruedo los ojos —Claro que no, no acepté ninguna invitación porque no iré al baile.
—Y yo que tenía una sorpresa para ti —afirma Erick, encogiéndose de hombros.
Lo miro frunciendo el ceño, ¿Cómo que una sorpresa? ¿De qué está hablando? — ¿Qué sorpresa?
Pasa su mano a través de su cabello y sonríe nervioso. —Eh, pues… invité a Lila.
Me llevo las manos a mi boca. — ¿Lo hiciste? ¿Qué dijo? ¡Dijo que sí! ¿Verdad?
Estoy muy feliz por Erick, tuvo el valor de finalmente dar el primer paso con la chica que le gusta, eso es de admirar.
Asiente una vez y yo lo tomo de los brazos. —Estoy orgullosa de usted, señor presidente.
Rossy ríe. —Aun no entiendo porque le dicen así, “señor presidente”
Erick la mira y pone los ojos en blanco. —Una broma de estos dos, una que solo ellos piensan que es graciosa.
Señalo a Erick. —Sí es gracioso, pero eso no importa ahora, ¡Sabía que aceptaría! —afirmo, sonriendo—. Eso es genial, estoy feliz por ti.
— ¿Dónde está Lila? ¿No deberías estar con ella? es tu cita para la noche —pregunta Melanie buscándola con la mirada.
Mason se encoje de hombros. —Con sus nuevas amigas, encontró otras chicas que están obsesionadas con la misma serie que ella —lo dice como si no le interesara pero puedo notar que está feliz por su hermana.
—Entonces, ¿Te hago un cambio de estilo a ti también? —Molesto a Erick—. Tal vez un tatuaje, ¿te pintamos el cabello? Negro o marrón, tal vez azul. Olvídate de ser rubio para siempre.
Erick se mueve detrás de Rossy y Melanie. —Aléjenla de mí, no quiero que me haga su transformación —señala a Mason—. Hazle a él algo, siempre quiso ser rubio.
—No es cierto —Mason contesta, arrugando la nariz.
Y justo en ese momento, cuando mis amigos y yo solo estábamos pasándola bien sin ningún problema, la chica menos indicada decide actuar como una tonta.
Raquelle se detiene a un costado de nosotros y puedo sentir el calor subiéndome a mi cara.
Será mejor que mantenga esa boca cerrada, aún tengo acumulada mucha furia dentro de mí. Por ella y por Adam.
No los quiero ver, no quiero ni siquiera escuchar sus voces.
He estado evitando a Adam y ha sido relativamente fácil. Ahora ya no vamos al restaurante a menos que Adam esté entrenando, he pasado tiempo con Mason, Erick y sus hermanas. Cuando Adam está cerca, alguno de mis amigos solo me aparta de ahí y en clase no lo volteo a ver.
Es un poco agotador todo esto, es como jugar a policías y ladrones, un juego que mamá nos enseñó a mis hermanas y a mi hace tiempo. En ese caso yo debería ser la policía pero se siente como si el ladrón estuviera persiguiéndome. Bueno, no persiguiéndome, Adam ha seguido con su vida tranquilamente pero sí siento que yo me estoy escabullendo del ladrón.
—Tengo una pregunta —Raquelle habla y yo ya estoy apretando mi mandíbula—. ¿Cómo es que tres lesbianas siempre están cerca de estos dos chicos?
No puedo creer que ella realmente tenga un cerebro, ¿si quiera lo usa?
Erick camina hacia ella. — ¿Qué quieres? ¿Por qué vienes a molestar?
Mel, Rossy y yo nos damos una mirada.
Ella voltea hacia un lado y señala a dos chicas que estoy segura, son porristas también. —No estoy aquí por mi voluntad, ellas quieren saber si van a ir al baile —suspira como si estuviera haciendo mucho trabajo físico—. Como sea, ¿Van a ir? Quieren algo con ustedes dos.