El Chico Menos Probable

Sus besos

MASON

— ¿Cuándo me harás otra pintura? —pregunta Karlie, recostando su cabeza en mi hombro.

Rodeo sus hombros con mi brazo e igualmente, me recuesto en ella. —Cuando quieras, aunque necesito inspiración —afirmo—. Tus besos me inspiran.

Ella ríe tan fuerte que se produce eco dentro del teatro. —Eres talentoso —dobla sus piernas y sus rodillas me tocan—. Eres divertido, eres alto…

—Un punto importante —bromeo.

—Sí, y además, eres dulce —mueve su rostro para besar mi mejilla—. Eres el novio perfecto.

—Olvidas algo—muevo mis labios a un costado de su cabeza—, soy fanático de una banda que ya no existe y te dedico sus canciones todos los días.

Vuelve a reír. —Ah, es cierto, tú y tus canciones —suspira—. Aunque ellos cantan bien, prefiero tus audios cantándome.

—Yo prefiero escuchar tu risa —admito—, podría escucharla todos los días.

—No creo que quieras escucharla a las tres de la mañana cuando todos están durmiendo y no hay luces encendidas —asegura.

La acerco a mí. —Creo que me gustaría mucho, no le tengo miedo a las lindas fantasmas como tú.

Karlie voltea su rostro y entorna los ojos. — ¿Ves a otras fantasmas, Mason? ¿Me estás engañando?

Muevo mis manos a su rostro, tomándola de ambas mejillas y apretándolas un poco. —Jamás, soy tuyo para siempre.

Intenta no reaccionar pero sus ojos se abren levemente. —Um, eso… pues, yo…

Subo mis dedos y retiro sus gafas lentamente, asegurándome de no lastimarla. Las dejo a un lado de nosotros y así, me acerco a su rostro. Empiezo a besarla únicamente rozando sus labios con los míos, luego acelero un poco el ritmo.

Ella me toma de los hombros y yo entierro mis dedos en su cabello. Besar a Karlie siempre es una experiencia agradable. He querido hacer esto desde hace mucho tiempo y después de nuestro primer beso, he disfrutado cada uno de ellos.

Antes de conocerla no estaba seguro sobre el amor y esas cosas. Veía  a mi hermana Anabelle muy enamorada de su esposo, sonriendo cada vez que lo menciona y abrazándolo como si fueran un par de adolescentes. Veía a Erick sonrojarse cada vez que Lila se sentaba a su lado. Incluso a Miranda cuando se enamoraba instantáneamente de alguien. Todos ellos experimentaban algo que yo no.

Hasta que la conocí.

Lo mío no fue necesariamente amor a primera vista, pero sí interés a primera vista.

Cuando la veía desde el auto de mi tío, había algo en ella que me gustó. No sé qué era, quizás simplemente era mi destino conocerla y ser paciente pues aunque su corazón iba en otra dirección, redirigió su camino y ahora lo tengo yo.

Y no tengo intención de devolvérselo. Nunca he sido del tipo de personas que planean el futuro, no sé qué será de mí en un par de años pero con Karlie es diferente. Sea a donde sea que ella vaya, yo quiero estar a su lado.

Nunca había conocido a nadie como ella, nunca antes había querido intentarlo tanto, esperar y esperar, desear y orar por una persona. Nunca había si quiera pensado cantar en un escenario o salir de mi zona segura por nadie.

Pero ella, cambió todo en mí.

Dejo de besarla y la atraigo cerca, porque amo besar a Karlie pero también adoro sus abrazos. —Te amo, Karlie.

Suelta unas risitas contra mí pecho. —Yo te amaría más si te dejaras el cabello largo de nuevo.

Resoplo. —No puedo, soy un hombre nuevo —aunque por ella lo haría.

Me rodea con sus brazos y lentamente nos movemos para recostarnos sobre la madera. —Podría quedarme aquí por siempre —afirma.

—Yo también —acaricio su cabello—, aunque prometimos ir a ayudar al albergue de la madre de Rossy, así que nuestro “por siempre” tendrá que esperar.

—Um, es cierto —suspira—, en ese caso, hagamos que el “por siempre” dure los quince minutos que nos quedan antes que tengamos que bajar o alguien nos descubra.

—Está bien —cierro los ojos—. Háblame de algo, así no me duermo.

—Um, déjame pensar —Karlie se acomoda sobe mi pecho—. ¿Si fueras un animal, cual te gustaría ser?

Siento la respiración de Karlie contra mí. —Um, ¿Cuál es tu animal favorito? —pregunto.

Ella suelta una carcajada. —Pues, supongo que los canguros bebés o los pandas, me gustan los animales tiernos —golpea suavemente mi brazo—. Ah, ¿conoces a los capibaras? Me gustan también, hay otros animales que se llaman chinchillas…

—Entiendo, te gusta todo el reino animal —digo—, en ese caso, escogería ser un oso.

—Me gustan los osos —afirma—. Supongo te queda bien.

Mi teléfono comienza a sonar, así que me muevo para tomarlo de donde lo dejé. Reviso quien me está llamando y veo que es Erick. Karlie se sienta y acomoda su cabello, busca sus gafas para colocárselas de nuevo.

— ¿Hola? —contesto.

—Mason, ¿Dónde estás? Ya tenemos que ir a ensayar. —reclama.

Lo sé, tengo que cumplir con el club. A pesar que solo entré para conocer a Karlie, ahora lo tomo como mi responsabilidad y no quiero defraudar a los chicos o al profesor Rilley.

—Um, si… ya voy, en unos minutos —contesto sin ganas, me gustaría tener más tiempo con Karlie.

—Estás con Karlie, ¿no? —Él me conoce demasiado bien—. Recuerda que ella también tiene que venir al club, rápido, muévanse…

Ruedo los ojos. —Lo que digas, ahora vamos.

—Gracias —contesta, luego aclara su garganta—. Oye, ¿te molesta si hoy voy al cine con Lila? Siento que tengo que pedirte permiso cada vez que salgo con ella.

Es por esto que apruebo que mi mejor amigo salga con mi hermana, Erick se asegura de hacer las cosas bien con ella. — ¿Me vas a preguntar en cada ocasión? ¿Incluso cuando quieras pedirle que se case contigo?

Bufa. —En especial si le pido que se case conmigo —responde—. Necesito tu bendición.

Suelto un suspiro dramáticamente. —Siempre sufriré porque te fijaste en mi hermana y no en mí.




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