El chico que por amor vendió su alma al diablo

Historia II

Así es como continuamos. Hoy es día de San Juan Bautista, él era el primo segundo (me parece) de Jesús, hoy hay fiesta en muchos lados, también se supone que hoy llueve; ciertamente está bastante nublado, pero no hay signos evidentes de que vaya a llover como esperan los supersticiosos. Hoy domingo me tomé un tiempo para escribir, después de, el viernes haberme ido de copas con unos amigos; bueno, más que irnos de copas, nos juntamos en la casa de uno de nosotros (el más desafortunado, por el simple hecho de que unos jóvenes ebrios iban a hacer destrozos en su casa), compramos cerveza y pusimos música mientras platicábamos y comíamos botanas; algunas picosas y otras saladas, de cualquier modo, nos daba sed lo que incrementaba el número de cervezas que nos entraban. Dos de mis amigos llevaron a sus novias. ¿Deberías alarmarte si tu novia no te deja pasar el rato con tus amigos? Yo opino que sí, por el simple hecho de que somos amigos, no una especie de culto del que no vas a regresar si te juntas con nosotros. Como sea, terminamos esa noche a las tres de la mañana (más o menos) con canciones que le provocarían depresión al mismo Dalai Lama, nunca es bueno emborracharte a tal punto, en un momento de lucidez pude ver a uno de mis amigos vomitarle la falda a su novia, en ese momento la reunión revivió porque al parecer todos recobraron la vida con eso, y la novia que ya estaba igual de borracha que nosotros, se asqueó y vomitó encima del pantalón y un poco de la camisa de mi compañero, todos comenzamos a reírnos descaradamente de ambos, ella para no seguir asqueándose se quitó la falda, dejando ver un calzón color guinda con un moño en el frente, mi amigo únicamente se levantó y se dirigió al baño, estuvo ahí lo que duraron dos canciones, finalmente cuando salió, lo hizo con los pantalones mojados, pero sin rastro de crimen. Su “mujer”, aventó su falda a donde le alcanzó la mano, veinte minutos después (más o menos) un olor a vomito alcoholizado comenzó a invadir la casa. 

-Sofía, tu vómito marea más que la cerveza. Comentó Esteban, uno de nuestros impertinentes amigos. Todos nos reímos y volteamos a ver la susodicha para ver qué respondía ella. Miró a Esteban y le hizo un saludo con el dedo medio de las dos manos. 

- ¡Cuánta finura! Exclamó Ricardo (el otro amigo que había llevado pareja (Curiosamente él también es el involucrado en el dilema de los tacos de la muerte)).  

En vista del tremendo olor que en poco tiempo nos mareó a todos, recuperamos la conciencia momentáneamente y decidimos abrir las ventanas, y las puertas para que saliera el olor. Salimos nosotros y estuvimos fuera una hora, ahora que lo pienso me sorprende que nadie se hubiera puesto mal con el aire, no recuerdo bien si hicimos escandalo o no, y si lo hicimos a nadie le importó porque no se presentó la policía. Cuando el olor se disipó le pedimos a Cornelio que sacara al patio la falda de su novia, ya que iba a volver a apestar el lugar. 

- ¿Y yo por qué?. Reclamó el susodicho. 

- En primer lugar, porque es tu novia –Comenté yo- y, en segundo lugar, porque ella ya no puede ni estar de pie. Todos la miramos cómo estaba tumbada en el suelo viendo volar una mosca. Todos comenzamos a reír y Cornelio accedió riéndose a sacar la falda de su novia.  

La chica de Cornelio fue la primera en dormirse, en el mismo lugar en el que se había quedado viendo a la mosca, después cayó Esteban (el gracioso del vomito de los enamorados), después cayeron Ricardo y su novia al mismo tiempo, finalmente yo los acomodé para que no se ahogaran con su vomito o algo parecido, y me desvanecí junto a la grabadora porque quería poner una canción, pero no pude más.  

Desperté al medio día, con un dolor de cabeza, que asemejaba a tener un duendecillo dentro taladrando mis ideas y desacomodando las divisiones en mi materia gris. Curiosamente fui el primero en despertar, intenté ponerme de pie y no lo logré. Vi que todo estaba apagado (no como en la madrugada o noche). Caí en la cuenta de que Cornelio fue el último en caer rendido. Estaba tirado junto a su novia con la mano entre sus piernas. Me levanté como pude para salvarlo del ridículo en cuanto los demás recobraran la conciencia. Los contemplé dormidos, recorrí a Esteban de arriba hacia abajo, pensando en que quizás sería el que peor se sentiría de todos. La miré a ella y recordé a la chica X, desmayada y en ropa interior, le daba un aire sexy similar al que tenía ella; claro una vez que te olvidabas del vómito y de su olor. Escuché toser a Ricardo, despertó y me vio, y yo lo vi a él. 

- Voy a morir. Dijo él. 

- Si no moriste con los tacos, no morirás ahorita. Dije yo. 

- Estamos igual de jodidos ¿no?  

- Me parece que sí, no siento las ideas. Le dije y él se rio. 

-Cállate, me duele la vida cuando me rio. Siguió el juego con un poco de verdad. 

Nuestras averiguaciones despertaron a su novia, quien de inmediato pensó en ir a lavar la falda de la novia de Cornelio, Ricardo no le puso oposición, y la dejó irse a espabilar. Ambas novias eran amigas, lo cual no era cosa de sorprender, si los amigos están juntos, ellas por qué no, si no puedes con el enemigo únetele. Anastasia, la pareja de Ricardo, se levantó dando tumbos y Ricardo intentó sin éxito darle una nalgada, puesto que le dio en la parte trasera del muslo, me reí, y ella le desequilibró el impacto, por lo que se fue de bruces al piso; poniendo las manos para no romperse la nariz, obviamente.  




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