El chico que por amor vendió su alma al diablo

Historia III

No tuve contacto con María ese día, pero al día siguiente en la tarde, comencé a hablar con ella por teléfono, yo estaba comprando unas cosas, tardé algo así como una hora y media y en ningún momento dejamos de hablar, llegué a la casa y me tumbé en la cama escuchando lo que me contaba, sus historias siempre son interesantes, algunas son un poco largas y otras son repetidas porque se le olvida que ya me las contó con anterioridad, pero aun así escuchar su voz me pone bien… recuerdo que de alguna historia que me estaba contando yo hice una broma, ella se rio a carcajadas; “Eres increíble” me dijo, sentí que los colores se subieron todos al mismo tiempo a la cara, “Tú también” contesté yo, ella dijo que tenía que ir a cenar, pues ya había entrado la noche, y que tenía que colgar el teléfono, yo entre bromas le dije que no lo hiciera, que dejara el teléfono así y que cuando regresara retomara la llamada, cosa que aceptó, dicho tiempo yo también lo aproveché para comer algo, pues con la plática me había dado hambre pero no me había dado cuenta, ¿te ha pasado eso? Que estas muy entretenido haciendo algo, puede ser lo que más te gusta o algún trabajo, tarea o encargo de suma importancia que tienes que entregar al día siguiente y no sientes necesidad de comer… a mi sí, esta no es la primera vez. 

Pasaron aproximadamente cuarenta y cinco minutos y ella volvió, yo aún no terminaba de comer, “Hola” dijo ella. 

-Hola. Contesté yo con medio bocado en la boca. 

- ¿Estás comiendo aún? Pregunta ella. 

-Sí. Dije mientras pasaba el bocado y me reía un poco. 

Seguimos platicando hasta la madrugada, decidí platicarle mi sueño con lujo de detalles, así como te lo escribí aquí, ella se sorprendió, pero al parecer no tuvo una reacción negativa. Llegó un punto en el que ella se tenía que ir a dormir porque al día siguiente se tenía que levantar temprano para salir con la familia o algo así. Entonces yo me fui a dormir junto con ella. 

Sueño 9: Hoy soñé que entraba a un bosque, ahí me encontraba con todo tipo de cosas, había árboles derribados, algunos árboles muertos, el rastro de un campamento, y después de caminar por un largo rato, encontré una cabaña, toqué la puerta, y mientras me retiraba un poco dándole la espalda a la puerta a la espera de que me abrieran, escuché el rechinar de las bisagras, raídamente me di la vuelta esperando ver a al dueño y quizás con la intención de pedirle posada como los santos peregrinos, al darme la vuelta y mirar a la puerta noto que no hay nadie; pensé en retirarme y seguir buscando algo más dentro del bosque, pero una fuerza mayor a mi voluntad y a mis piernas me dirigió hipnóticamente hacia adentro de la casa, dentro todo estaba normal, una cabaña sencilla, con una habitación, una cocina conectada al comedor y un baño, entré revisé la cocina y una parte del comedor, al parecer la cabaña llevaba sola mucho tiempo, por algún motivo sentí como si me empezara a doler la cabeza, me dirigí al dormitorio, por la magia de los sueños yo sabía que ahí me podía quedar, al entrar vi que colgado a ventilador de techo estaba un extremo de una cuerda, y en el otro extremo estaba David, él abrió los ojos y me miró, yo lo veía expectante y con un poco de sorpresa, detrás de él y quedando frente a mí apareció la mujer de la hipnosis, la misma del sueño del trato. La mujer dijo mientras lo veía. 

-Esta es una parte del precio, su muerte recaerá sobre sus hombros porque tú eres el culpable.  

- ¡Maldito hijo de perra! Gritaba David en un bucle, yo indiferente lo escuchaba mientras miraba fijamente sus ojos inyectados en sangre, y podía ver cómo, mi subconsciente, quizás, creaba esas imágenes con muchos detalles, podía ver como la piel del cuello, ya de un color morado, se le arremangaba pegándose a su mandíbula inferior y cómo mientras me maldecía se le enredaba la hinchada y rojiza lengua que parecía estar supurando baba transparente y espesa, como la que sacan los perros san Bernardo del ocico. Recuerdo que esa misma baba salpicaba su cara y caía pesada al suelo. 

Recuerdo que después de ver eso, bajé a David de la cuerda, lo recosté en la cama y procedí a ponerme en su lugar, la pared que quedaba frente a mi pasó a convertirse en un espejo, yo podía verme en él corroborando mis movimientos, me dejé caer en la cuerda, sintiendo presión en mi cuello, viendo en el espejo como bailaban mis pies, sintiendo una línea de ardor en el cuello y de repente comencé a sentirme débil y a ver borroso. En ese momento desperté con la almohada en mi cara y la estaba abrazando de cierta forma que mi brazo izquierdo quedaba apretando la almohada contra mi cuello. Mi Yo lógico comenzó a especular, y yo decidí mandarlo de cabeza a la mierda, me siento cansado como para maquinar alguna especulación especial para ese sueño, digamos que no puedo ser Nostradamus siempre, igualmente lo que pasó con María me deja pensando en el sueño del trato… ¿será verdad, será mentira, será la vieja del otro día?... Ja, ja, ja, es gracioso porque cualquiera de las tres opciones de la canción queda en esta situación. 




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