Hace ya tiempo que no escribía, las cosas van marchando tan bien con María que parece que son de mentira, y a pesar de eso no puedo evitar sentirme cansado todo el tiempo, últimamente he estado evitando estar con ella por lo mismo, y me empieza a asustar que a ella no le molesta en lo absoluto, las mujeres son como los hijos, necesitan atención y si no les das atención ahora o más al rato se te armará un problema de proporciones astronómicamente grandes... pero con ella no, a ella no le molesta el hecho de que no pueda (no me sienta bien como para...) verme con ella o pasar un rato agradable como lo hacíamos antes... A final de cuentas a pesar de todo eso todo ha estado bien en los últimos días, mis amigos han estado igual de imberbes que todo el tiempo, y es gracioso que cuando yo estoy con ellos soy igual, pasamos buen rato siendo unos imberbes en el club de los imberbes...
Hoy he estado caminando por la calle, una calle bastante transitada la verdad; de hecho, no es ni siquiera una calle, es un boulevard, el día se estaba nublando un par de horas antes de que yo saliera a caminar, en el momento en el que yo estoy caminando están cayendo unas diminutas chispas de lluvia, iniciando la llovizna. En este boulevard hay bastantes árboles, hace mucho que no caminaba por aquí, la última vez que recuerdo haber caminado por aquí fue cuando tenía unos 6 años y entonces miraba con azoro que los pájaros se amontonaban unos al lado de otros para conseguir un lugar para poder dormir una vez que el atardecer comenzara y a su debido tiempo acabara, el suelo bajo algunos árboles estaba tapizado de blanco por el excremento de los cientos de pájaros que ahí se ponían todos los días desde hace no-sé-cuánto-tiempo. Ahora estoy caminando por aquí y me doy cuenta de que los árboles siguen igual, el suelo bajo los árboles ahora está más lleno de mierda de pájaro seca, además, ahora hay más pájaros, muchísimos más de los que recordaba y de los que no me había dado cuenta y ni siquiera había reparado en fijarme en los últimos años. En ellos se ha visto un crecimiento exponencial, no importa cuánto tiempo pase, los pájaros seguirán creciendo y los arboles seguirán siendo los mismos, el espacio se acaba, ya se acabó, más bien, ahora hay aves aterrizando en los techos y en los letreros de los comercios que están sobre este boulevard y los pájaros seguirán creciendo y asentándose en donde puedan, nunca muere más de lo que nace, los pájaros me dejaron particularmente pensativo, no ayudó que mientras caminaba cuidándome de que un pájaro no me cagara encima y fijándome especialmente en el piso cubierto de mierda seca, vi un pájaro muerto; estaba boca arriba con las patas tiesas, el pico abierto y los ojos rojos, tenía aun en las plumas un color negro brillante, parecía bastante reciente, porque no había moscas alimentándose de él, ni olía como huelen los pájaros muertos; un olor putrefacto pero dulce al mismo tiempo, casi como el gas natural pero más dulce. Miré hacia arriba de donde estaba el difunto y no encontré gran diferencia con otras ramas del árbol, puesto que esa parte del follaje estaba repleto de puntos negros que emitían sonidos, ninguno parecía llorar la muerte de un...
¿Primo? ¿Familiar? O algo así, a ninguno parece importarle que tienen un muerto a sus pies, es como la vida de nosotros, una vez que mueres o que muere alguien, una vez que dan el pésame la gente se va y sigue su vida como si nada hubiese pasado. A no ser que ellos me estén engañando y estén de luto por el compañero, puede que hasta les moleste que no les esté dando el pésame a ellos o que me estoy tardando mucho tiempo contemplando el velorio, la idea del gato de Schrödinger regresa (como siempre), puede que en realidad pasen cualquiera de las dos cosas, o que incluso ambas estén pasando en este momento... (es curioso cómo una idea, una teoría, una paradoja se convierte lentamente en un modo de vida, en una filosofía).
Mientras divagaba mirando los pájaros y pensaba si a ellos también les afectan las reglas del universo, o si piensan como nosotros, o si tan siquiera piensan, un pájaro me cagó encima... En mi camisa gris se pintó una mancha color blanca.
-Hijo de perra. Dije mirando apresurado hacia arriba. Al parecer nos les agradaba que yo estuviera ahí, por lo que les di el pésame, me despedí del pájaro muerto y me retiré a otro lado para tomar el autobús y llegar a mi casa, las gotitas que antes formaban una llovizna, ahora estaban más grandes y formaban gotas que a su vez conformaban una lluvia delgada y poco intensa. Mientras esperaba el camión, notaba que la gente se le quedaba viendo a mi nuevo accesorio: La mierda de pájaro. Yo mentalmente me reía de lo que posiblemente estaban pensando y a su vez pensaba: "Exactamente, extraño, es mierda de pájaro, eres muy observador... idiota".
Cuando mi transporte llegó, me subí, pagué el pasaje: nueve pesos, por un segundo estaba pensando que me iba a tocar viajar de pie, cuando un niño me dijo que me podía sentar al lado de su asiento, él estaba sentado en el pasillo porque en el asiento del otro lado, en el otro pasillo estaba su madre. Yo miré a la madre como pidiéndole permiso para sentarme junto al infante, ella lo miraba con orgullo cuando se percató de lo que le cuestionaba con mi mirada, ella asintió con la cabeza y con dificultad pasé por el pequeño espacio que se formaba entre las piernas del niño y el asiento de adelante. Me senté y comencé a mirar por la ventana, algo le dijo el niño a la madre, aunque yo no me enteré bien de qué había sido. Unos segundos después el niño se dirige a mí: