El chico que salvó mi vida

Capítulo 5

Después de que Rex se fue, decidí quedarme un momento más a solas, perdida en mis pensamientos, tratando de entender lo que acababa de ocurrir. No tardó mucho en llegar Olivia, que vino a buscarme con una sonrisa que no conseguía hacerme sentir mejor. Al regresar a la sección VIP, ya no vi a Rex por ningún lado, se había ido. La noche, en medio de la música estridente y las luces parpadeantes, se hizo interminable para mí.

Mientras los demás se entregaban al ritmo, bailaban y reían sin preocupaciones, yo permanecí sentada en un rincón, intentando ocultar mi malestar tras una sonrisa forzada, como si eso fuera suficiente para pasar desapercibida entre la multitud.

A pesar de estar rodeada de gente y de la energía frenética que me envolvía, me sentía completamente desconectada. Las luces de neón brillaban intensamente, las voces se mezclaban con el retumbar del bass, pero yo solo escuchaba el eco de mis propios pensamientos, perdidos en un torbellino de emociones que no lograba controlar.

Veía la vida pasar ante mis ojos, como un tren que avanzaba a toda velocidad, imparable e indiferente a todo lo que dejaba atrás, observando cómo los momentos se desvanecían ante mí sin poder hacer nada para frenarlos. Cada segundo que se escapaba era un recordatorio de lo efímero y fugaz que era todo, y aunque en el fondo deseaba aferrarme a algo, una parte de mí ya no creía que valiera la pena.

Simplemente no tenía ganas. La apatía me envolvía por completo, y ni siquiera el deseo de cambiar las cosas lograba despertar algo dentro de mí. No era que no quisiera intentar, sino que la falta de energía y la desesperanza me habían despojado de toda motivación.

La discoteca estaba a punto de cerrar. Las luces intermitentes comenzaban a apagarse, y el eco de la última canción aún resonaba en el ambiente, mezclándose con el murmullo de los pocos que quedaban. Ian seguía allí, apoyado despreocupadamente contra la barra, charlando con otros chicos como si nada, pero de Rex no había ni una sola señal. Miré una y otra vez hacia la entrada, esperando verlo aparecer en el último momento, pero cada segundo que pasaba hacía más evidente su ausencia. Me pregunté por qué estaba pensando tanto en él, si ni siquiera lo conocía bien. Solo habíamos charlado un rato, un par de palabras que se desvanecieron tan rápido como llegaron, pero que, de alguna manera, habían dejado una impresión que no lograba sacarme de la cabeza.

No imaginé que el "¿Crees que te vuelva a ver?" tendría un significado tan literal. En ese momento, me pareció solo una frase lanzada al aire, algo sin demasiada importancia, una pregunta que se diluiría en el ruido de la noche. Pero ahora, mientras miraba a mi alrededor, me daba cuenta de lo equivocada que estaba. Pensé que, al entrar a la discoteca, lo encontraría allí, en algún rincón, como si todo estuviera bajo un guion que garantizara su presencia. Sin embargo, la realidad era otra, y cada mirada a la pista vacía o a las mesas abandonadas confirmaba su ausencia, dejando una sensación extraña, casi desconcertante, que no lograba sacudir de mi pecho.

—¿Vamos? —Olivia se acercó a mí, con el labial ligeramente corrido, como si el caos de la noche estuviera pintado en su rostro—. He hecho algo de lo que estoy segura que mañana me voy a arrepentir.

—¿Qué ha pasado? —pregunté, mientras bajábamos las escaleras rodeadas por el bullicio de los demás.

—Me besé con Boris —soltó de golpe, y en el acto se llevó la mano a la frente, como si intentara borrar lo que acababa de confesar—. Por Dios, me besé con Boris. Esto no puede estar pasando.

Su voz temblaba entre el horror y la incredulidad, y yo no sabía si reírme o consolarla. Su expresión era una mezcla de pánico y resignación, como si ese beso hubiera sido una catástrofe anunciada, algo inevitable que ahora lamentaba profundamente.

—Tranquila, son cosas que suelen pasar en una noche de alcohol —dijo Alessandro, posicionándose a nuestro lado con una ligera sonrisa—. Apuesto a que ninguno de nosotros recordará nada mañana.

Yo sí lo recordaría, ya que solo había tomado una copa de champán, lo suficiente como para mantener la claridad y no olvidar lo que había sucedido.

La mañana siguiente se sintió increíblemente pesada. Un sonido molesto resonaba sin cesar desde hacía más de media hora, y cuando ya no pude soportarlo más, tomé el celular para apagarlo. Me senté de golpe en la cama al ver la hora. No puede ser posible... ¡dormí hasta las doce del mediodía! Mierda, mierda, mierda... Me levanté rápidamente y me dirigí directo a la habitación de mamá. Pero no había nadie. Mi respiración se aceleró al instante, temiendo que se hubiera ido sola a algún lado sin decirme nada. Crucé la sala a toda prisa, y cuando escuché unos cuchicheos provenientes de la cocina, un peso se levantó de mi pecho. Emily y mi madre estaban allí, cocinando el almuerzo, algo que me sorprendió gratamente. Ver a mi madre hacer algo, por simple que fuera, representaba un primer paso, aunque apenas un comienzo. Sonreí aliviada y me acerqué a ellas, saboreando ese pequeño pero significativo avance.

—Parece que alguien la pasó muy bien anoche... —comentó Emily, soltando unas pequeñas risas mientras me observaba con una sonrisa traviesa.

—Lo intenté —respondí, acomodándome en un taburete frente a ellas, sintiendo cómo la conversación comenzaba a tomar un tono más relajado.

—Eso es bueno —dijo mi madre, sin levantar la vista mientras cortaba cebollas con destreza—. Me alegra que finalmente hayas salido, hija. Es un paso importante.

La frase me sonó extraña, porque, en realidad, quien había dado un paso importante esa mañana había sido ella, levantándose de la cama por primera vez en mucho tiempo. Pero no me atreví a decirlo. En cambio, la miré en silencio, sintiendo una mezcla de admiración y alivio por verla tan activa. A pesar de lo que había pasado, mi madre estaba ahí, demostrando que aún había esperanza.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, y Emily lo notó al instante.



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En el texto hay: romance, drama, streamers

Editado: 30.12.2024

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