Hoy me desperté temprano con la firme intención de salir a correr un poco, algo que jamás había hecho desde que me encerré en casa. Como mencioné antes, mi rutina diaria consiste en ir de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, un ciclo repetitivo que me ha mantenido alejada de cualquier actividad física o distracción fuera de mis responsabilidades laborales. Sin embargo, hoy sentí la necesidad de cambiar esa monotonía, de romper con esa costumbre y hacer algo diferente para salir de la zona de confort que había creado para mí misma.
Si mamá pudo, yo también.
Me calcé una calza corta y un top deportivo que tenía guardado, prendas que hacía tiempo no usaba. Al ponérmelas, noté que me quedaban un poco apretadas, un recordatorio de que las circunstancias habían cambiado y mi cuerpo también.
Me recogí el cabello en una cola de caballo, asegurándome de que quedara bien firme, y salí de mi habitación con una sensación de determinación. El simple acto de atarme el cabello, algo tan cotidiano, me dio una extraña sensación de preparación, como si estuviera lista para enfrentar lo que viniera. Con cada paso, la idea de romper con mi rutina se volvía más real y, a pesar de la incertidumbre, sentí que estaba tomando un camino hacia algo nuevo.
—Mamá, voy a trotar un rato —le avisé, ella estaba en la cama con su celular, algo que no estuvo haciendo en este último tiempo.
Y eso me alegró.
—Está bien —respondió, absorta en unos videos de tejidos—. ¿Qué te apetece almorzar hoy?
—Lo que quieras. ¿Vas a cocinar tú?
—Sí.
Sonreí, porque sentí cómo la esperanza comenzaba a renacer dentro de mí.
—¿Cómo te sientes? —le pregunté, con suavidad.
—Bien. Hablar con Emily sirvió.
Algo dentro de mí crujió, como si una pequeña grieta se abriera en mi pecho. No quería sentirme así, pero no podía evitarlo. Era como estar celosa de algo que, a pesar de todo, había servido para bien.
—Me alegro, mamá.
Decidí correr diez vueltas a la manzana, como un primer paso para salir de mi zona de confort. Mientras avanzaba, algunos vecinos me saludaban con una sonrisa, y yo les devolvía el gesto, aunque, en el fondo, sabía que tal vez pensaban algo curioso como: “al fin sale un día en la mañana", “pensé que era vampira", probablemente bromeaban en su mente, sorprendidos de verme al sol, respirando aire fresco y, por fin, alejándome de mi refugio.
Cuando logré completar las diez vueltas, regresé a casa, sintiendo una mezcla de agotamiento y satisfacción.
Entré rápidamente, me metí a la ducha y dejé que el agua caliente aliviara mi cuerpo. Desde la cocina llegaba un aroma delicioso, aunque no sabía exactamente qué estaba cocinando.
Mi mamá, a pesar de su reciente depresión, había decidido preparar algo. No era como antes, cuando todo parecía fluir con naturalidad, pero ese esfuerzo por hacer algo tan simple como cocinar me dio una sensación extraña de esperanza. Me sorprendió ver cómo, a pesar de todo, estaba intentando retomar pequeños momentos de normalidad.
Cuando me cambié de ropa después de la ducha, entré en mi habitación, y de repente sonó la laptop. Al abrirla, me sorprendió ver que Rex había comenzado un live. Por fin, después de una semana y varios días de silencio, había decidido encender la cámara. Me pregunté qué estaría planeando para hoy. Aunque solo había visto uno de sus lives antes, recordaba lo impredecible que solían ser: a veces profundos, otras veces caóticos, pero siempre curiosos. No pude evitar sonreír, preguntándome qué tema habría elegido esta vez. Algo en mí sentía que podría ser una distracción interesante, aunque no sabía si estaría lista para lo que Rex pudiera sacar de la manga.
Tenía las ojeras más marcadas de lo normal, como si no hubiera estado durmiendo nada bien últimamente. Su rostro reflejaba una fatiga evidente, como si las noches de insomnio lo hubieran atrapado, aunque intentaba disimularlo con una sonrisa forzada. Mientras tanto, el chat no paraba de lanzar comentarios extraños, como si estuvieran esperando algo que ni el mismo parecía tener claro: "¿Dónde está Sonia?", "¿Siguen juntos?", "¡Queremos verlos!", "¿Cuándo confirman?" Las preguntas no dejaban de aparecer, una tras otra, como un torrente imparable de expectativas que me hizo sentir incómoda. ¿Por qué siempre había tanto interés en algo tan personal?
No puedo imaginar cómo debe sentirse al saber que tanta gente lo está observando, especulando sobre su vida y esperando respuestas sobre algo tan privado. La presión de tener que cumplir con las expectativas de los demás debe ser abrumadora. Es difícil entender cómo puede mantener la calma mientras recibe tantos comentarios intrusivos y preguntas que no dejan de bombardearlo.
Me pregunto si, en algún momento, se siente más vulnerable que nunca o si, por el contrario, ha aprendido a sobrellevar esa mirada constante del público.
—No les importa, no sean metidos —dijo, soltando esas palabras con una contundencia que me sorprendió. Luego, mirando directamente a la cámara, agregó—: Tsr23, gracias por la suscripción, pero no voy a responder tus estupideces.
Parece que, en realidad, no le importa que la gente se meta en su vida, ya que no dudó ni un segundo en mandar al demonio a quien se atrevió a hacer preguntas innecesarias.
Me atreví a comentar un emoji de risa, y me sorprendió ver que mi nombre de usuario aparecía en morado, acompañado de un pequeño dibujito al lado. Era algo que no había notado antes, como si mi participación tuviera algún tipo de reconocimiento especial, aunque no estaba del todo segura de por qué.
—Aidax22… —leyó con atención, deteniéndose un momento—. ¿Acaso…? No, no puede ser ella, ¿o sí?
¡MIERDAAAA! ¿Cómo diablos me leyó entre tantos comentarios? ¿Por qué… por qué me aparece que soy suscriptora? ¡No puede ser posible! Mi mente empezó a acelerarse mientras el pánico me invadía. ¿Acaso tiene que ver con lo que apreté por curiosidad la primera vez? ¿Me suscribí sin querer? Recordé ese instante, cuando, sin pensarlo, hice clic en algo que ni siquiera comprendí del todo, y ahora parecía que estaba pagando las consecuencias. El simple hecho de que había cometido ese error sin darme cuenta me dejó completamente helada, y la idea de haber sido descubierta me paralizó por completo.