El chico que salvó mi vida

Capítulo 25

—Dios, están tan enamorados que dan asco… —comentó Alessandro a mi lado.

—Me alegra que sea recíproco, la verdad —respondí con sinceridad, sin dejar de observar la escena.

Ambos nos quedamos en silencio, observando cómo la pareja bailaba en medio de todos, envuelta en una burbuja de felicidad ajena a todo lo demás.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —rompí el silencio, mirando a Alessandro.

—Una y más —respondió él, sin dejar de prestar atención al par de bailarines.

Sonreí ante su respuesta, aunque sabía que me lanzaría con algo impredecible.

—¿Cómo se conocieron? —pregunté, realmente curiosa.

—Es el primo de Rex. Nadie lo conocía, ni siquiera yo.

—Rex es una caja de sorpresas… —dije, con una sonrisa irónica, sabiendo lo impredecible que podía ser él.

—Sí, sí que lo es…

Nos quedamos en silencio mientras una canción de Ed Sheeran comenzaba a sonar a todo volumen, llenando el aire con sus notas familiares. Alessandro estira su mano hacia mí, invitándome a bailar, y yo, sintiendo una mezcla de nervios y duda, respondo de manera titubeante.

—No estoy invitada a esto… —dije, mirando hacia abajo completamente avergonzada.

Alessandro soltó una ligera risa, con una mirada confiada.

—Por algo te dije que te prepararas —respondió—. Eres mi acompañante, ya lo saben.

No creo que a Sonia le agrade verme allí, entre ellos, pero bueno, confío en Alessandro. Agarro su mano y dejo que me guíe al centro del salón. Atravesamos entre las personas, esquivando risas y charlas, hasta que encontramos el lugar perfecto. Él coloca sus manos firmemente sobre mi cintura, y yo, un poco incómoda, pongo las mías sobre sus hombros. El ritmo es lento, y nos dejamos llevar por la música, moviéndonos al compás de la melodía que envuelve la habitación.

Lo abrazo con suavidad, apoyando mi cabeza en su pecho, intentando contener las ganas de llorar que amenazaban con desbordarse. A lo lejos, puedo ver a Sonia hablando con sus amigas, lanzándonos miradas fugaces. Sabía que no había sido una buena idea, pero ahora ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.

Seguimos bailando, sin prisa, moviéndonos con la cadencia de cualquier canción que resonara desde los altavoces, dejando que el momento nos envolviera.

Hasta que sucedió.

Una de las amigas de Sonia se acercó con una sonrisa de suficiencia y, sin ningún reparo, dijo:

—Lo siento, bonita, ya ha acabado tu turno… —y, sin más, apartó a Alessandro de mí y lo envolvió en sus brazos.

Él me miró con disculpas en sus ojos, pero yo solo sonreí, dándole un gesto con la mano para que siguiera.

Al menos uno de los dos tenía que disfrutar del momento, pensé.

Pero cuando di el primer paso y el sonido del tejido desgarrándose llegó a mis oídos, me paralicé por completo. Mi cuerpo se detuvo, como si el mundo entero dejara de girar. Giré la cabeza lentamente y allí estaba. La otra amiga de Sonia, con una sonrisa maliciosa, cortando mi vestido con unas tijeras.

—¡¿Qué carajos?! —exclamé, tratando de tapar la parte de atrás de mi cuerpo, sintiendo cómo el aire frío me tocaba la piel expuesta.

La muy idiota me había hecho un corte en el vestido, y yo no me di cuenta hasta que escuché el tirón que sus manos le dieron al tejido.

Agarré las dos extremidades del vestido, luchando por mantenerlas unidas, con las manos temblando mientras intentaba cubrirme lo mejor posible. No podía permitir que nadie me viera en esa situación. Necesitaba ayuda… y rápido.

—Perdón, es que tengo una obsesión con cortar cosas —dijo con una sonrisa burlona, antes de darme la espalda y alejarse con paso triunfante.

¡¿Pero qué le pasa a esta loca?!

Me quedé paralizada en medio de la multitud, rodeada de gente que no parecía notar lo que había pasado o que, simplemente, decidieron ignorarlo. Mis ojos, llenos de lágrimas, trataban de enfocar, de ver algo, pero todo era borroso. Mi respiración empezó a fallar, y el pánico comenzó a apoderarse de mí de nuevo. Mi pecho subía y bajaba frenéticamente, como si en cualquier momento fuera a quedarme sin aire. ¡Creo que ni siquiera respiro ya! ¡Me voy a morir aquí, semidesnuda, frente a todos!

En medio de ese caos, siento algo envolviendo mi cintura. Reconozco de inmediato que es un saco negro. Lo ajusta con firmeza alrededor de mi cadera y luego, con cuidado, me da la vuelta.

—Tranquila, estás bien… —dice una voz suave, soplando aire en mi rostro, tratando de calmarme—. Nadie ve nada, estás a salvo.

Esos ojos, ese cabello… reconocería cada maldita facción de su rostro a miles de kilómetros de distancia. Mi corazón dio un salto, y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Inmediatamente, Nothing’s Gonna Hurt You Baby de Cigarettes After Sex comenzó a sonar de fondo.

—Rex… —susurré, apenas capaz de articular las palabras, sintiendo cómo el aire comenzaba a entrar de nuevo en mis pulmones, como si su presencia hubiera disipado el ataque.

Whispered something in your ear

Susurré algo en tu oído

It was a perverted thing to say

Era una cosa pervertida

But I said it anyway

Pero de cualquier forma lo dije

Made you smile and look away

Te hizo sonreír y mirar hacia otro lado ♪

Él coloca sus manos en mi cintura, y de manera automática, mis manos se posan sobre sus hombros. Un cosquilleo suave revolotea en mi estómago, pero elijo ignorarlo, concentrándome en lo que está sucediendo ahora.

—Lo siento tanto… —susurré, con la voz temblorosa.

—Shhh…

—En serio, Rex —volví a hablar—. Siento mucho lo que dije, no estaba pasando por un buen momento.

Él me mira por un instante mientras seguimos bailando al ritmo de la canción, y luego dice:

—¿Sabes qué es lo curioso de esto? —su voz era suave, casi como si estuviéramos en una burbuja aislada del mundo—. Que cada vez que escuchaba esta canción, me recordaba a ti.



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En el texto hay: romance, drama, streamers

Editado: 27.03.2025

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