El ciclo de la botarga

Ciclo de la botarga

Era otra noche cubriendo un turno en la tienda para César donde las pocas personas que pasaban venían amargadas o sin ganas de nada, normalmente eran la señora chismosa con su hijo pequeño desastroso, un estudiante que apenas pasaba los 15 años y un señor, al parecer, regresando de su trabajo. Al salir de ahí iba directo a casa, pero en el camino vio a una persona un poco a lo lejos no le tomó importancia y pasó derecho, estaba oscuro así que con el poco alumbrado que había en la calle observó cómo poco a poco se acercaba y empezó a acelerar su paso por inercia, cuando ésta lo detuvo dándole un panfleto, le agradeció para no verse grosero y se fue, al llegar a casa vio que se trataba de un parque de diversiones que acababa de abrir cerca de ahí, no le tomo importancia y lo dejo en su mesa de noche.

Pasaron los días y cuando iba a su trabajo habitual en la tienda se encontró con el dueño del lugar, se le hizo extraño ya que no solía aparecerse a menos que fuera algo importante, resulta que el dueño tenia muchas deudas y por ende decidió vender la tienda para poder pagarlas, despidiendo así a los que venían a trabajar incluyendo a César. Acostado en su cama sin trabajo y pensando en una forma de conseguir dinero ve su mesa de noche y el panfleto que aún no ha tirado, piensa que tal vez distraerse un poco no sea tan malo ya que últimamente no había tenido tiempo libre con lo de sus exámenes finales y su trabajo, así que tomar esto como un pequeño descanso no es mala idea. Agarra el panfleto y ve que hoy es el último día en el que estará abierto y como aún era temprano decide ir.

Al llegar se escucha el sonido de los juegos, la música, la montaña rusa y se percibe el rico olor de las palomitas, algodón de azúcar y banderillas, mientras se va acercando a la entrada se da cuenta de que en realidad no hay nadie, observa por todos lados intentando encontrar a alguien, pero está completamente vacío así que mientras avanza más va viendo juego por juego, por un momento pensó que la fecha estaba mal y ya habían cerrado, sin embargo los juegos estaban encendidos así que tenia que estar alguien controlándolos, al no encontrar a nadie empezaba a darle mala espina el lugar así que decide regresar, aunque va por el mismo camino en el que vino no logra encontrar la salida, busca de un lado a otro la salida o algo que lo hiciera desaparecer de ese lugar, pero pareciera como si el parque se hiciera todavía más grande.

 Al no saber cómo salir y ser la única persona en aquel lugar entra en desesperación nunca ha sido capaz de controlarse bien en situaciones así y era muy miedoso, no soportaba acabar una película de terror y siempre se burlaban de él por eso. Empieza a gritar por ayuda y ver si alguien le contesta, pero solo oye su propia voz y el sonido de los juegos se hace todavía más fuerte e irritante, ya pasados hora y media le empieza a dar hambre y decide comer algo que está en los puestos, no le importa mucho debido a que sabe que no hay nadie, así que agarra una bolsa de palomitas que olía realmente bien, pero al introducirlas a su boca nota un sabor rancio y podrido en ellas haciendo que las escupiera de inmediato así que las tira y va por otra cosa y pasa lo mismo, decide mejor no comer nada hasta que pueda salir de ahí. Sin internet ni cómo comunicarse, decide descansar recargándose en una de las bancas cuando en eso logra ver una botarga de conejo de espaldas de inmediato se levanta y empieza a llamarla, al fin había encontrado a alguien, la verdad es que ya había perdido las esperanzas de que hubiera alguien más aparte de él. La botarga al darse la vuelta corre de inmediato y por inercia César la persigue hasta un tobogán, baja y mientras se desliza en él siente un escalofrió en la espalda el mismo que sintió cuando se dio cuenta de que no había nadie. Ya había pasado un tiempo desde que estaba bajando en el tobogán y pensó que tal vez haberse subido no fue una buena idea, pero poco después ve la pequeña salida de este y se alegra de al fin poder salir. Su felicidad no dura mucho debido a que había algo extraño la botarga se acerco demasiado a la salida del tobogán y poco a poco se podía ver como abría cada vez más su boca desprendiendo de ella un olor realmente desagradable. Enseguida César intenta detenerse al impulso de la caída en el tobogán, pero es inútil, la botarga no se detiene mucho en mirarlo y César cierra sus ojos mientras da un grito ahogado, sólo siente al entrar en su boca algo viscoso y maloliente para al final un dolor indescriptible donde sentía cada parte de su cuerpo ser destrozada lentamente como si lo estuviera disfrutando aquel ser.

Abre los ojos y enseguida siente una punzada en su cabeza, toca cada parte de su cuerpo y comprueba que está completo al parecer no le falta ninguna extremidad, no entiende nada de lo que está pasando ya que lo último que recuerda es la espantosa botarga y ser devorado por ella. Ahora se encuentra de nuevo en el parque de diversiones, sin pensarlo más se va directo a lo que recordaba que era la salida, pero como era de esperarse la situación era la misma el parque se sentía todavía más grande y no había señal de personas o algún alma que estuviera merodeando por ahí. Corrió por todas partes buscando de nuevo una salida desesperadamente con el miedo de encontrarse a la botarga; no tenía explicaciones a lo que había sucedido, pero no las necesitaba lo único que pensaba era en salir de ahí. Al transcurrir ya una hora de solo dar vueltas por todo el parque, se sienta junto al carrusel para descansar y sólo siente una respiración pesada atrás de el que le causa el mismo escalofrío de antes que no le permite moverse y de nuevo el mismo olor y viscosidad de la primera vez. Así suceden dos y tres veces más donde por más que se esconda y trate de escapar o encontrar la salida termina en el mismo ciclo de siempre donde únicamente son él, la botarga y el parque de diversiones.



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En el texto hay: cuento corto, terror, terror suspenso

Editado: 19.01.2023

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