Al día siguiente Vítor tomó su bicicleta y empezó a desplazarse hacia el bosque, donde habitaban los cuculotes. Una vez en el bosque sacó su resortera y derribó un cuculote al divisarlo. Después recogió al cuculote le arranco la cabeza, y guardó la sangre en un frasco de mayonesa, que había llevado especialmente para la tarea, le arranco algunas plumas y las puso en su bolsillo.
Cuando se iba a subir a su bicicleta para irse, vio a un enorme coyote negro que se interponía en su camino. Víctor sacó su resortera de nuevo, y lanzo un guijarro en el ojo del coyote, el coyote salió huyendo y chillando. Víctor se subió en su bicicleta y abandono el bosque.