Capítulo 3: Terapia

DOS SEMANAS ATRÁS

—Es una excelente noticia, Melina. Es lo que habías estado esperando, ¿verdad?
—Todavía no lo puedo creer. Hace dos semanas que no tengo pesadillas. Tengo algunos sueños que no tienen mucho sentido, pero ninguno es tan aterrador como antes.
—¿Cómo te sientes ahora?
—Muy rara. Las pesadillas terminaron pero siento que “esto” aún no ha terminado.
—¿”Esto”? ¿A qué te refieres?
—No lo sé, es una sensación muy rara. Como si algo importante estuviera a punto de pasar. No podría decir si es bueno o malo. Pero me perturba.
—Puede ser un efecto residual, aún estás procesando el hecho de no experimentar más pesadillas.
—No lo siento así. Esto es algo similar a cuando uno puede sentir en el cuerpo que va a llover. Lo puedo sentir físicamente.
—Es muy interesante, pero es un síntoma normal, Melina. Después de haber sufrido síndrome de estrés post traumático por tantos años, no es posible curarse de un día para otro. Ya sabes que la recuperación puede tomar toda una vida.
—Si, ya sé. Eso no es muy alentador.
—Pero da sus frutos. Este tipo de terapia es un trabajo progresivo y continuo, pero con paciencia llegaremos lejos, Melina. Quiero que sigas tomando nota de estas sensaciones extrañas para que podamos procesarlas como se debe, ¿te parece?
—Claro, doctor. Ya me tengo que ir. Gracias.
—Hablamos luego, que sigas bien.

Melina cortó la comunicación y apoyó su mejilla contra el vidrio de la ventana.
Un par de nubes negras se arremolinaban en el horizonte.

—Va a llover —dijo en un susurro.