El Club De Las Estrellas

Capítulo 1

Lost Stars.

Agosto 21 del 2021, Nueva Zelanda.
Tercer año de preparatoria.

DAIANA TAYLOR

Llegar tarde a la escuela es algo normal para mí, claro, en varias ocasiones algo estresante y un hábito qué no es de mi total agrado.

Cabe recalcar qué mi tardanza no se debe a mí, sino a mi familia que tiene como genética ser impuntual. Gracias al cielo, empecé a tener un poco de voluntad para levantarme más temprano que todos en casa.

“Los veo en unas horas, malheureusement.”

Y si mi poco vocabulario francés no se equivoca, aquella palabra significa: lamentablemente.

Quiero retomar las clases para aprender el idioma por completo pero mi cabeza no está para eso, ya hace tiempo que concentrarme no es algo fácil. Lo que antes hacía en diez minutos, últimamente me toma casi treinta.

Adoro a mi familia, sin embargo, con el paso del tiempo y conforme han crecido mis presiones y miedos, mi familia llega a irritarme con rapidez. ¿Ellos tienen que ver con lo que siento? Han influido un poco pero en definitivo no es por ellos el cómo veo, siento y pienso actualmente.

Son las 6:00 A.M y ya estoy despierta y lista para iniciar mi caminata hasta la preparatoria.

Podría apostar qué si me levantará a la misma hora que mis padres, ahora mismo estarían felicitándome por mi ingreso a la preparatoria y el cómo debo prepararme en este último año que me queda para luego llegar triunfante a la Universidad.

Y por supuesto, no podría olvidar a Peter, mi hermano, diciéndome “No te separes de mí, yo me encargado de los necesitados”. ¿Quiénes son los necesitados? Los hombres.

Sigue viéndome como una pequeña e inofensiva niña de cinco años pero tampoco puedo quejarme de Peter, por más ridículo y odioso qué puede llegar a ser.

Y así es como a las 7:40 de la mañana ya me encuentro en la escuela, en el salón de la clase de filosofía.

Llegar temprano tiene sus pros y sus contras: me escapo de mi familia, camino sola, disfruto de las calles vacías, escucho tranquilamente mi música; su única contra era peor de todo lo mencionado, por lo menos para mí.

Ser halagada (más de lo que creía posible), por los profesores.

En mi aburrimiento, me dispongo a garabatear una hoja de mi cuaderno. El silencio no perduro mucho tiempo pues vi como entraba al salón la profesora Hilda, ella imparte la materia de filosofía e idiomas. Por el momento, ella es la profesora que más me agrada de todo la instalación escolar.

La profesora Hilda Müller Rudi, ella es alemana y ha viajado por el mundo, eso es lo que ha dado entender en sus clases.

Muchos le tienen miedo, en mi caso, le tengo respeto.

—Buenos días Daiana, veo que ya ha llegado. A decir verdad no me sorprende de usted, no obstante, aún me da curiosidad su hábito. Parece que le da satisfacción y a la vez tanto desprecio. —Me observa con una mirada retadora, sus ojos azules se encuentran hambrientos de respuestas.

No es como si fuera a decirle todo lo que quiere, por supuesto que me asombra su táctica. Mis respetos. Solo que conmigo, no funciona al instante.

—Buenos días profesora Hilda, por lo que veo, hay examen sorpresa —le contesto en el mismo tono sin dejar de mirarla—. Con respecto a su pregunta, no puedo negarle que algo de razón tiene su suposición.

—Y yo le diré que dejando de lado la actitud que tiene el día de hoy, a diferencia de su hermano, tiene más agallas para decir lo que piensa. Me agrada—sonríe ladinamente—. Claro, mientras este tipo de libertades tengan una razón.

La mujer rubia da media vuelta y se va directo a su escritorio; Como por obra de magia, el alumnado comienza a llegar.

Mis nervios por ver a tanta gente se disipan cuando Noah cruza la puerta y se dirige hacia mí, él y yo somos amigos desde pequeños.

No es raro que en Nueva Zelanda habiten belgas, franceses, mexicanos, alemanes, holandeses, entre otras nacionalidades. Nueva Zelanda es conocido por ser un país multicultural, además, aquí en Auckland siendo una de las ciudades más conocidas y visitadas, nada es raro.

Siento como mi cuerpo se relaja al saber que Noah está a mi lado. Hace unos años me sentía un poco atraída por él y tenía un poco de esperanzas al creer que quizás tendríamos nuestra historia cliché, de mejores amigos a un par de enamorados.

El ligero enamoramiento se esfumó y nada de eso paso.

Aleje a muchos luego de acabar el primer año de preparatoria, no me sentía con la actitud para iniciar relaciones amorosas. Las cosas habían tomado un rumbo que no esperaba ni en un millón de años.

—Buenos días Daia, ¿Qué me cuentas? ¿Alguna novedad? ¿Un novio? ¿Planes para este fin de semana? –Noah me ve sonriente, parece estar emocionado.

—Buenos días Noah y no.

— ¿No qué?                        

—No creo poder contarte algo nuevo, a menos de que quieras escucharme hablar de música o de mis nuevas lecturas.



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En el texto hay: estrellas, amistad, depresion juvenil

Editado: 19.06.2021

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