El club de los raros

Capitulo IV — Mi vecino

 

 

Mi vecino no contesta, creo que los ratones le comieron la lengua. —¿Vas a entrar? —Cuestiono desde la puerta.

 

—Sí. —Se limita a contestar. No debes dejar entrar extraños... No es un extraño, del todo...

 

—¿Me dirás la razón por la cual estabas afuera, es esta tormenta? —Dejo mis cosas en el piso para que se escurran un poco.

 

—Es que... Me dejaron sin llaves y no tengo a dónde ir... —Habla algo apenado.

 

—Carlos... ¿Cierto? —Pregunto apuntándolo con mi dedo índice.

 

—No, me llamo Charlie... —Corrige. ¿No había dicho que su nombre era Carlos?

 

—Ok... Te prestaré algo de ropa, pero si quieres puedo abrir la puerta de tu casa... Si no les importa perder una ventana. —Ofrezco.

 

—Aceptaría la ropa... —Añade tímidamente.

 

Subo a mi habitación y saco de entre los cajones ropa vieja de mi padre, antes estaba convencido que vistiéndose de forma juvenil se vería mejor, pero no, nunca. De hecho, me tocó hacer hasta lo imposible para que dejara esas locas ideas. Me cambio rápido y bajo.

 

—Toma... El baño queda por allá. —Señalo su dirección, con la intención de ayudarlo a ubicar.

 

¿No crees que le pasa algo raro?...

Sí, está muy callado y un tanto distante...

Deberías preguntarle...

¿Qué paso con "Que lo solucionen solos"?...

Ganaste... ¿Contenta?...

Sí y mucho...

 

Sale. —Oye... ¿Te puedo preguntar algo? Me aventuro en busca de respuestas.

 

—Sí, tranquila...

 

—Antes dame tú ropa, la llevaré a secar... —Me la entrega y me dirijo al patio trasero. —Vamos... ¿Qué pasa? —Cuestiono dejándola en la lavadora, lista para centrifugar.

 

—¿A qué te refieres? —La confusión es evidente en sus palabras.

 

—Sabes a qué me refiero, Charlie. —Lo observo con severidad.

 

—Me dejaron sin llaves porque no quise ir a un estúpido evento de mi hermana. —Habla cabizbajo.

 

—Pues yo no tengo hermanos... Pero si a mí me llegaran a hacer algo así, tomo represarías... —Digo molesta. ¿Cómo pueden dejarlo en la calle como un perro? ¿Lo tomaron en cuenta para algo?

 

—No me conviene... Toda la atención es para mi hermana, a veces siento que no les importo... —Noto la impotencia en sus ojos.

 

—Mira te diré algo... Si no les importas mejor para ti, así no te molestarán... Ve la parte positiva, pasaras conmigo lo que queda de la tarde y ánimo... Realmente me molesta estar sola y si quieres podemos entrar a tú casa, me tomará cinco minutos... —Añado mientras regresamos a la sala.

 

—No, déjalo así... —Le resta importancia.

 

—¿Quieres chocolate caliente?... ¿Tienes frio?... Porque yo sí, creo que en unos segundos me congelaré y despertaré en el futuro. —Tiemblo del frío.

 

—Está bien... —Ríe.

 

—¿Vemos una película? —Enciendo la televisión.

 

—Sí, como quieras... —Charlie se encoje de hombros.

 

—¿Comedia o ficción? —Reviso el catálogo en lo que contesta.

 

—¿De terror? —Cuestiona ingenuamente.

 

—Mejor una comedia... Necesitas levantar el ánimo, pareces un zombie. —Frunzo el ceño mientras encuentro la apropiada.

 

Reímos mucho durante la película, me siento mal porque lo dejen de lado. Se nota que siente desprecio hacia su hermana, pero ella debe ser dulce y linda, si se parece a él, claro está...

 

—Oye. —Me empuja.

 

Sacudo mi cabeza. —¿Qué?

 

—¿Dejas entrar a cualquier extraño a tú casa? —Pregunta tras terminar la película, ¿en qué momento acabó?

 

—No, pues tú no eres un extraño porque eres mi vecino... Si pidiera pizza dejaría entrar al repartidor, pues es "El repartidor" y lo conocería... En cambio si entrara un ladrón es posible que entré sin avisar... —Explico.

 

—Eres muy rara...

 

—Lo sé, ni te imaginas cuánto... —Reviso la hora. —Debes irte, mi padre llegará pronto y estoy castigada. —Corro desesperadamente por su vestimenta. —Cámbiate rápido. —Lo empujo para que entré en el baño.

 

—Voy, voy... Tranquila. —Intenta calmarme, pero no da resultado. La calma no es una de mis cualidades.

 

—¿Ya? —Mi impaciencia cada vez se nota más.

 

—No, ¿quieres que salga desnudo? —Odio el sarcasmo.

 

.  —No, tómate tu tiempo no hay prisa...— Paso una eternidad, pero en mi reloj dos minutos. —¿Ya?

 

—Ya, mira ya... —Indica desesperado y sale camisa, golpeo mi frente con mi palma.

 

—Bueno vamos, vamos. —Vuelvo a empujarlo. Escucho que mi padre está abriendo la puerta, debe ser él nadie más tiene llaves.

 

Nos va a matar...

¡¿Qué hago?!...

Escóndete... Te quedas sola, me voy...

Realmente no te iras de mi cabeza, lo sabes, ¿cierto?...

 

Al parecer hoy es el día de empujar a Charlie, pero esta vez escaleras arriba y llegamos a mi habitación. Cierro la puerta y camino en círculos impacientemente, intentando pensar. —Sal por la ventana. —Surge de la nada la grandiosa idea.

 

—¿Segura? —Pregunta mirando la ventana, no es tan alto.

 

—No... ¿Tienes una mejor idea? —Cuestiono intentando calmarme, estoy muy agitada.

 

—¡Amelia! —Exclama mi progenitor a mi espalda. —¡A la sala!

 

Bajamos y esa mirada de "De está no sales", me hizo darme cuenta que mi próximo permiso sería hasta que cumpliera 21. ¿Ves por qué debes hacerme caso?... La verdad no, pero tú tomas peores decisiones que yo...

 

Me mira con decepción y enojo. Además esa señora de ayer está mirándome con satisfacción. — ¿Algo por decir? —Pregunta mi padre. Está claro que siempre hay algo que decir.

 

Tomo aire. —No es lo que crees, bueno sí, pero no... Lo que pasa es que lo encontré en la calle abandonado y no lo pude dejar allí. Y en mi defensa, no ocurrió nada malo, nada... Tomamos chocolate y vimos una película de comedia, si quieres te la relato, mi memoria no es la mejor pero lo puedo intentar. —Todos me miran anonadados. Por favor que alguien la calle...— No me acuerdo muy bien, pero fue muy gracioso cuando todos se electrocutaron... Y también cuando iban corriendo y el niñito los hizo caer...



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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