El club de los raros

Capitulo V — La cita

 

 

—¿A qué se refieren? —Pregunta Mandy la pareja de mi padre. No puedo creer que tengan una relación, ella me cae muy mal, pero nadie me hace caso. Aunque no me lo hayan confirmado, no puedo suponer algo distinto.

 

—No es nada. —Digo fríamente. —Me iré a dormir. —Subo las escaleras apresuradamente, evitando escuchar cualquier comentario.

 

Me coloco el primer pijama que se me atraviesa. Cepillo mis dientes cantando alegremente y cuando termino salto a mi cama desde la puerta de mi habitación y a dormir se dijo.

 

...

 

Repito mi absurda rutina de todos los días y salgo de mi casa, extrañamente más temprano de lo usual. Normalmente lo mío es llegar tarde o a tiempo, más tarde que a tiempo. Veo a lo lejos a Lauren, está en la esquina de mi casa, aparentemente esperándome.

 

¿No te parece extraño que este ahí parada sonriéndote mientras caminas?...

Sí, confiemos en que tiene una buena voluntad…

 

—Hola. —Saluda alegremente cuando nos encontramos.

 

—Hola... ¿A qué se debe que me estés esperando en la esquina de mi casa? —Pregunto tras empezar de nuevo a caminar.

 

—Pues vivimos a una cuadra, más o menos... Y pensé en lo que me dijiste y tienes razón... —Por un momento siento que pierdo el equilibrio, pero me recupero rápidamente.

 

—Lo sé, siempre tengo razón. No es por alardear, pero...Espera... ¿En qué tuve razón? —Pregunto finalmente.

 

—No me volveré a dejar de nadie. —Habla orgullosa y decidida.

 

—Del dicho al hecho hay mucho trecho… ¿Y eso desde cuándo? ¿Un cambio tan rápido?

 

—Es que tengo una cita en la tarde y... Me gustaría que me acompañaras... —Su innecesario nerviosismo me causa gracia.

 

—No, ni en mil años. No soy buena como violinista... Sería muy incómodo y cuando estoy incómoda las cosas tienden a salir mal…

 

—Ay, por favor... Eres la única amiga que tengo y él dijo que iría con alguien, no seas así. —Suplica Lauren.

 

—Bueno, ya qué... —Celebra exageradamente. —Pero me debes una y muy grande, hace mucho que no hago algo así...

 

—Sí, lo que tú digas... —Dudo que me haya entendido o escuchado.

 

...

 

El día transcurre con total normalidad, unas clases mejores que otras y dado que por fin es viernes estaba en modo celebración. Voy camino a casa acompañada por Lauren, que no sé si está feliz, nerviosa, asustada o una combinación de todo.

 

—Paso por ti a las tres, me voy a cambiar... —Habla con una extraña felicidad que no alcanzo a comprender.

 

—Ok... Yo te espero. —Reviso lo que llevo puesto. —Me quedaré así, después de todo la cita es tuya y solo iré como apoyo... Creo.

 

Se fue y se supone que en media hora, aproximadamente, llegaría y no lo hace. Tomo mi teléfono y las llaves, cruzo la puerta de mi casa y me dirijo a la esquina. Segundos después llega súper agitada. —¿A dónde vamos? —Pregunto mirando a todos lados, soy precavida.

 

—Quedamos de encontrarnos en el parque, así que camina. —Me toma del brazo y me empieza a guiar.

 

Me impresiona, yo lo invitaría a mi casa sin pensarlo dos veces…

Es porque ella no quiere que le hagan algo…

No sé, su plan es simple. Hay que ponerle emoción a las cosas…

 

—Llegamos. —Informa tras arrastrarme por casi tres cuadras o veinte kilómetros, es lo mismo, ¿no?... Exagerada…

 

—Pues... Es un parque, con cosas de parque... ¿Me dirías qué hago aquí? —Ahora me doy cuenta que esto parece una ciudad... ¿Y sí dejas el sarcasmo?... ¿Y sí no?...

 

 —Ahí viene. —Dice con tanta emoción que da pequeños saltos.

 

—Sí, calmada... No queremos asustarlos. ¿O sí? —Pongo mi mano en su hombro a ver si se relaja.

 

—Por supuesto. —Respira varias veces y cuando quedan frente a nosotras no lo puedo creer.

 

—Hola Julián. —Lauren saluda de lo más natural. —Hola Thiago... —Se acerca a él y le da un beso muy cariñoso en la mejilla. Si, yo no haré eso, nunca. Simplemente contemplo la escena. —Ella es Amelia...

 

—Hola. —Digo agitando la mano a una distancia prudencial de ambos. —Mucho gusto. —Se comienzan a mirar entre ellos, es muy incómodo. —¿Por qué nos quedamos callados? De vez en cuando es bueno, cuando es necesario, pero les aseguro que es innecesario... ¿Qué vamos a hacer?... Ya me aburrí, ¿Ustedes no?

 

—¿Y si damos una vuelta por el parque? —Pregunta el enamorado de mi nueva amiga, supongo que está bien que le empiece a decir así.

 

—Ok. —Empiezo a caminar frente a ellos y de la nada siento que Julián camina junto a mí. No es que me caiga mal, simplemente no siento confianza...

 

Volteo a ver a Lauren y ellos van en dirección contaría a la nuestra. —Déjalos. —Interrumpe Julián al notar que me quiero acercar hacia ellos.

 

—Ok. —Le resto importancia y prosigo caminando, esta vez con un estilo militar. Llevo mi brazo al pecho y lo bajo, como si estuviera marchando.

 

—Deja de hacer eso, mejor sentémonos. —Señala una banca cercana y tomamos asiento.

 

El silencio no es de mis preferencias. —¿No te has...?

 

—No hables... —Indica con dominio. Si no quiere que hable, pues no lo haré.

 

Te saldrán letreros...

No yo puedo aguantar, siglos si es necesario…

No, no puedes... En cinco...

Yo puedo…

Cuatro... tres...

No ganarás…

Dos... 

 

—¿No te has puesto a pensar qué pasaría si los árboles crecieran al revés?... O sea, que las raíces crecieran hacia arriba y las ramas junto con las hojas bajo tierra... Sería muy loco, porque y los frutos, tocaría excavar para sacarlos. Como se hace con las papas, hay papas que son verdes y es raro, porque no es porque se saquen antes, sino porque... —Suelto sin siquiera respirar.



#328 en Joven Adulto
#1753 en Otros
#469 en Humor

En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.