El club de los raros

Capitulo VI — Psicólogo

 

 

—Amelia no puedo creer lo que hiciste... ¡Te pasas, exijo una explicación ahora mismo! —Dice molesto mi padre.

 

Respiro profundamente. —Mis intenciones no eran malas, yo solo lo ayudé... No sabía que lo que quería era sacar tanto dinero, realmente no lo sabía... Tú sabes que yo nunca he robado en mi vida y además, no es como si con esa suma, pudiera vivir el resto de mi vida. Si yo fuera a robar, robaría un banco, algo que de verdad valga la pena... Y sí, estuvo mal que forzara la cerradura de su habitación, pero en ningún momento tuve una mala intención...

 

—Me decepcionas... —Habla con cansancio.

 

—Lo sé, te he decepcionado desde el primer segundo que me viste, porque esperabas un niño... Puedes castigarme, lo aceptaré sin protestar. Sé que estuve muy mal y que no merezco que me disculpes, tampoco mis excusas son valederas... Hice algo muy malo y si quieres estaré dispuesta a ir a prisión, prefiero verte una vez al mes que vivir como una fugitiva... —Declaro estirando mis manos como si me fueran a colocar unas esposas.

 

—¿Qué? No, no iras a prisión, no seas exagerada... Tienes prohibido volver a verlo. —No es tan malo, ¿dónde está el truco?

 

—Eso fue muy raro...

 

—¿A qué te refieres? —Pregunta confundido.

 

—Nunca había tenido tantos amigos como para que me prohibieras estar con alguien, nunca creí escuchar esas palabras... —No se si es emoción o terror, pero es algo.

 

—Desde lo de... —Intenta hacerme recordar.

 

—No quiero hablar. —Evito que continúe.

 

 —Ok... Iras con al psicólogo entonces, es obvio que no puedes seguir con una culpa que no es tuya. —Suspiro.

 

—¿Estás insinuando que estoy loca? Posiblemente tienes razón, pero decirlo en voz alta suena feo... No, no estoy loca, no iré, y no puedes obligarme. —Digo desafiante.

 

...

 

—Deja de luchar, es innecesario, ya hemos llegado. —Forcejeo una vez más antes de que mi padre me baje en la puerta de ese lugar.

 

—Prácticamente me secuestraste de la comodidad de mi habitación, para venir a este sitio... Me decepcionas, ¿qué clase de padre hace eso? —Cuestiono retóricamente.

 

—Te esperaré aquí. —Toma asiento en la sala de espera. —No intentes en escapar. —Es más amenaza que advertencia.

 

Bufo. —Amelia White, siga el doctor la espera. —Indica la asistente con amabilidad.

 

Entro en la oficina y es muy joven. —Buenas tardes doctor...

 

—Señorita, tome asiento... ¿Qué la trae por aquí? —Pregunta con calma.

 

—Depende doctor, porque si se refiere a quién me trajo; le diría que mi padre me arrastró hasta aquí... Y los motivos por los que vine fue porque me obligaron, alguna otra pregunta o ¿me puedo ir? —Sonrío.

 

—¿Te quieres ir Amelia? —Pensé que era obvio.

 

—Sí, así es... —Si mis palabras no le bastan, creo que a partir de mi mala actitud lo puede deducir.

 

—¿Y qué te detiene? —Pregunta mientras anota algo en una pequeña libreta.

 

—La respuesta es muy simple, mi padre está afuera y me dijo que no escapara. Debo hacerle caso porque hace tres días hice algo muy malo, porque si no, le aseguro que ya habría saltado por la ventana y estaría a kilómetros. —Delato mi plan para huir.

 

—Ok... ¿Quieres agregar algo antes de continuar?

 

—Sí. En primer lugar su oficina es muy blanca, le hace falta color y desorden. Aunque usted se ve muy joven, parece un viejo amargado, sin ofender y me desespera que anote hasta la ultima estupidez que digo...

 

—¿Crees que dices estupideces? —Esta gente tiene esa capacidad de dejar las personas sin paciencia.

 

—Es posible, depende de quién pregunte. —Me encojo de hombros.

 

—¿Eres feliz? —Me está perdiendo el tiempo, pero bueno.

 

—Pues para mí la felicidad es relativa... La vida es una decepción completa que te quita lo que más quieres, que hace lo necesario para seas lo más miserable posible. —Sonrío con satisfacción por mi respuesta, es la más acertada a la que he podido llegar.

 

—¿Y qué tal la relación con tú madre?

 

Flashback.

Mi primer día en el jardín, estaba muy emocionada. —Que te diviertas cariño... Mamá volverá pronto.

El día fue fatal, no habían niños, solo adultos y me hicieron muchos exámenes y pruebas. A la hora de la salida me siento a esperar a que mi madre vuelva por mí, pero las horas pasan y no llega. Miro atenta la puerta y una señora me vigila muy de cerca. Veo que mi padre entra algo desesperado.

—Hola, mi vida. —No lo quieren dejar pasar.

—¿Mamá no viene? —Pregunto ingenuamente.

—Ella... Volverá pronto... Papá te cuida... —Se ve el sufrimiento en su mirada y lo incierto de nuestro destino. —Pero por lo pronto debes quedarte aquí.

—¿Qué?, no.

Fin flashback.

 

—¿Sabe doctor?, la mayoría del tiempo hemos sido mi padre y yo, y así es más que suficiente...

 

Nos abandonó... Pero debemos perdonarla...

No sé si lo pueda hacer, que bueno que nunca volvió...

No la necesitamos...

Así es, tenemos un padre que vale por dos. Y es el mejor del mundo…

 

De la nada empiezo a reír recordando lo que pasó en el parqueadero. Al llegar no quería entrar y mi padre me sacó de auto, camino conmigo alzada por todo el estacionamiento. Yo como loca gritaba que me estaba secuestrando y el simplemente decía "Es mi hija". Cuando dos ancianitas vieron la escena, empezaron a susurrar cosas y alcancé a oír que dijeron "Tener esquizofrenia es terrible". En el momento no fue muy gracioso, pero ahora que lo pienso bien, sí.

 

—Amelia. —El doctor sacude su mano frente a mi cara, devolviéndome a la realidad.

 

—Sí, yo... Disculpe no le he entendido. —Sacudo mi cabeza.



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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