Capitulo IX — Ignorantes

Iniciando la semana con la mejor de las actitudes. Decido realizar una leve investigación, lo normal. Revisar sus redes sociales, visitar el lugar donde vive, buscar en internet, verificar si ese es su nombre realmente y si es necesario seguirla a cada lugar que vaya como su sombra.

La clase de química recurre a la practica y aquí estamos en el laboratorio. Después de solucionar todo con el maestro y demostrarle que no hice trampa. —En parejas para el experimento. —Avisa.

Me haré conmigo, simplemente esperaré a que me toque sola. Mis compañeros no son muy amistosos, creo que me detestan. Siempre me están mirando mal o cosas por el estilo, no les pongo mucha atención, pues no me importa.

—Señorita White... ¿Con quién se va a hacer? —Que interés del maestro en mi, aunque debe entregar los materiales.

—No quedan más compañeros, creo que me tocará sola. —Sonó un poco sobre actuada, creo que me pasé con falsa lastima.

—Yo me hago con ella. —Julián levanta la mano, para que el maestro lo note. Desde cuándo estamos en la misma clase, no me había percatado, aunque analizándolo, es el mismo chico del primer día, el que  no quería alcanzarme el lápiz.

—¡Empiecen! —Grita para toda la clase.

—Lees lo que toca hacer, no la vayas a embarrar. —Ordena.

—Pero puedo ayudar... Yo... —Intento que me deje participar.

—Soy muy bueno en química. —Me interrumpe. —Y sinceramente te ves muy bruta... Sin ánimos ofender.

¿Cómo no me voy a ofender? Quiero ahorcarlo... Pero mejor lo dejo así, podría delatarme... —Está bien. —Digo con mi orgullo por el piso.

Hasta el momento lo ha hecho bien, sigue mis instrucciones, pero me molesta que en ocasiones verifica a ver si leo bien, son solo palabras y creo que soy lo suficientemente capaz de entenderlas.

—Bueno, ahora toca agregarle... Espera, esto está muy raro... —El maestro salió hace tiempo y aún no vuelve, ahora, ¿a quién le pregunto?

—¿Qué? —Pregunta molesto.

—Es que... este compuesto es... —Señalo el pequeño frasco.

—Ya casi terminamos, vamos a ser los primeros, déjame. —Me lo arrebata bruscamente y lo vacía casi por completo en el tubo de ensayo.

Corro por un extintor, esto terminará muy mal. Lo bueno es que se está tomando su tiempo. En el momento justo en que el compuesto toca la mezcla estalla levemente y la reacción química genera fuego. Me acerco rápidamente y todos están impactados, nadie sabe que hacer. Finalmente rocío con el extintor a Julián para apagar el fuego.

—¡¿QUÉ ESTÁ HACIENDO?! —Por fin el maestro se digna a aparecer. Se ve molesto e impaciente por una respuesta.

Todos se quedan en silencio, fue un susto horrible, pero por suerte no pasó a mayores. —Lo que pasa es que este compuesto es muy inflamable. —Lo coloco frente a sus ojos. —Y el calor generado con la mezcla hace que las moléculas reaccionen en fuego... ¿Quiere matarnos? —Guarda silencio.

Me acerco a Julián. —¿Estás bien? —Asiente. —¿Seguro?, necesito una confirmación verbal para saber que no tienes una contusión.

—¿Cómo lo supiste? —No le puedo decir que conozco más de lo que se espera de esto y que se me hace realmente fascinante la química, pero no es lo mío.

—¿Intuición? —Me encojo ingenuamente de hombros.

—Debí escucharte. —Está cubierto por la espuma del extintor, intento quitarle un poco de la ropa.

—Sí, debiste... Pero no importa, déjalo así. Un poco de fuego aquí o allí, hace parte de mi rutina.

El maestro se me acerca y se me queda viendo, después de unos incomodos 40 segundos habla. —¿Cómo supo que los componentes del extintor no avivarían el fuego?

—¿Lo pudieron avivar? —Pregunto atónita. —No sé, simplemente lo usé, fue por instinto.

—Se pueden ir... —Nos echa, prácticamente, lo más rápido posible.

—¿Y la nota? —Es lo único que siempre le ha importado ha Julián y dado que casi se quema las pestañas, se merece una buena calificación.

—Tienen diez... ¡Todos tienen diez! —Se oye una gran celebración por parte de todos, es como si de repente volvieran a la vida. Tanta generosidad por parte del maestro es en parte para que no digamos nada, pero al parecer los demás no lo notan.

Como la siguiente clase la tenemos libre, me dirijo a la biblioteca a iniciar con mi investigación. Lo bueno es que allí si hay internet. Stalkeo todas sus redes sociales, hasta la última. "Mandy Hard", busqué por todos lados y nada. No había algo que reprocharle. Está raro, todos tiene un pasado y nadie es tan impecable, ni siquiera yo...

—Oye...

—¿Sí? —Pregunto sin apartar la mirada de la pantalla del computador.

—Amelia. —Reitera Julián.

—Habla te estoy escuchando, para eso no necesito verte. —Digo con obviedad.

—Yo... —Le añade un toque de suspenso.

—¿Tú...? —Intervengo esperando que hable.

—Nos pusieron diez a todos... —Rasca su nuca.

—Si, así es... Es sólo una nota, no es muy importante. No me gusta que nos evalúen a cada segundo, es algo estúpido. Cada uno aprende de forma diferente y sabemos cosas diferentes... —Parpadeo varias veces, tras descubrir mi sensibilidad a estar frente a una pantalla por un largo tiempo. —Como por ejemplo...

—Gracias, nuevamente. —Me interrumpe con una media sonrisa en sus labios.

—Olvídalo, no fue nada... Es un reflejo natural en mí. —Reímos.

—Julián... ¿Vamos? —Habla una chica rubia, es muy linda. Él como un perrito se pone en pie, que obediente es.

—Nos vemos después... —A penas se alcanza a despedir antes de salir tras la chica.

...

Felipe y Lauren me acompañan a casa, pues quedamos en investigar desde allí. Sigo pensando que debe haber algo, un mínima pista, ella no debe ser prefecta. El pasado sigue a cualquiera, el pasado es algo que te mata de formas tan distintas día a día, que no ves salida.