El club de los raros

Capítulo XIII — La boda

 

 

—¡Definitivamente no! ¿Quieres que me muera? —Protesto indignada.

 

—Es solo un vestido, no es nada del otro mundo... Además, es muy hermoso... —Dice mostrándome el mismo.

 

—No me gusta y no me lo voy a poner... A menos que... —Enarco una ceja.

 

—¿Qué quieres? —Pregunta intrigado.

 

—Invité a mis amigos, cuatro... —Hago ojitos de cachorro, intentando convencerlo.

 

—Sabes lo que pienso de eso, vendrá toda mi familia y la de Mandy. —Toma asiento en mi cama.

 

—Tú hermosa familia me odia y yo igual, la de Mandy son su madre y su hermano. —Realicé, hace poco, un encuentro súper emotivo, la llevé con mentiras, pero al final funcionó. La madre lloraba tanto que me sorprendió, me impacta que todo haya salido bien, a pesar que eso quería, no lo esperaba. —¿Sí? —Insisto.

 

—¿Y te lo pones? —Examina el vestido rojo, algo pensativo; oficialmente lo convencí.

 

—Me lo pongo, palabra de Boy scout. —Alzo la mano derecha, como haciendo una promesa.

 

—No eres Boy scout, Amelia. —Me recuerda. —Pero si eso quieres... Está bien...

 

Me abalanzo sobre él. —Te amo papito lindo, me portaré como las me obliguen las circunstancias. —Digo emocionada.

 

—No sé porque creo que me voy a arrepentir. —Abre la puerta de mi habitación, dispuesto a salir.

 

—No sé, deben ser locas ideas tuyas. —Me burlo.

 

...

 

—¿No quieres huir? —Le pregunto a mi padre que está parado en el altar, esperando a la novia.

 

—Amelia... Silencio. —Susurra. —Y no, no quiero huir.

 

—¿Estás seguro? —Insisto.

 

—Vuelve a tú lugar, todos nos están viendo. —Observo mi alrededor, confirmando lo que dijo.

 

—No es tarde, podemos correr... Cambiar de identidad, rehacer nuestras vidas... —Vuelvo a susurrar.

 

—No somos fugitivos... Esto es lo que quiero. —Lo veo tan seguro de su decisión, no debo insistir más.

 

—Ya que... —Digo fastidiada. —Pero después no digas que no te advertí...

 

—Yo debería decirte eso. —Me parece una amenaza.

 

—¿Estás nervioso?... ¿O tal vez asustado o ya no quieres?... ¿Te estoy molestando? Porque si lo estoy haciendo dímelo, no quiero que te sientas mal el día más importante para ella y para ti lógicamente... —Ataco su punto débil. —Dar un paso tan importante en tan poco tiempo, teniendo una hija como Amelia, no es fácil, además...

 

—Está bien Amelia, entiendo tú punto... Pero déjame, sé lo que hago... —Afirma decidido.

 

—No, no lo sabes y es mi deber como tú hija hacerte recapacitar... Y haz silencio que todos nos están viendo. —Reímos y me abraza.

 

—Te quiero y eso nunca va a cambiar... —Me reconforta.

 

—Y yo me aseguraré de ello. —Hablo con algo de malicia.

 

Entra la novia y se ve bien, a mí me torturaron dos horas en el salón de belleza. Empieza a avanzar la boda, es muy aburrido, me desconecto del mundo y me concentro en la nada, apreciando el infinito. —Y ahora los declaro marido y mujer. —Hasta aquí llegó todo, es oficial, adiós a mi vida de niña privilegiada. Adiós a mi progenitor.

 

Llegamos al salón en el cual se llevaría a cabo la comida y la fiesta. Por alguna extraña razón Julián se unió a nuestro plan de nupcias, los invité a todos, incluyendo al novio de Lauren. —¿Alguien quiere decir algunas palabras? —Pregunta el animador de la fiesta.

 

—¡Yo, yo! —Me dirijo a la pequeña tarima, casi me caigo subiendo, andar en tacones es como utilizar zancos.

 

Tomo el micrófono y aclaro mi garganta. —¡Bájenla! ¡Estúpida! ¡Lo va a arruinar! ¡Piérdete! ¡Púdrete! —Esos y muchos más insultos fueron dichos por parte de la familia de mi padre, no nos agradamos.

 

Los ignoro. —Primero que todo muchas gracias a los que vinieron a esta gran celebración... Excepto a los ogros del pantano que se encuentran al fondo y sí, son ustedes. —Sonrío con satisfacción. —Estar casado significa muchas cosas, estarán atados el uno al otro mientras puedan soportarlo... Tendrán que superar todo lo que se les venga encima y tendrán que aguantarme... —Río. —A lo que quiero llegar es que espero que todo salga como lo planearon... ¡Que siga la fiesta! —Todos se ponen en pie y da inicio la celebración.

 

Bajo de allí y me dirijo a la mesa en la que están mis amigos. Lauren con el novio, Manuel, Julián y Felipe; tomo asiento y percibo que ponen una mano en mi hombro, me volteo y es mi padre. —Que hermosas palabras. —Dice sarcásticamente.

 

—Es un don natural. —Le hace una seña a un mesero y él se acerca.

 

Bufa resignado. —¿Sí se están divirtiéndose? —Se dirige a mis amigos.

 

—Sí señor. —Responden al unísono.

 

—Lo que quieran, trago, snacks o lo que se les ofrezca. —Es sospechoso. —Amelia, tú no te levantas hasta que te termines todo lo de este plato. —Dice tomando el que le alcanza el mesero. —Nos vemos. —Me abandona con un problema encima, no tengo hambre, es una tortura.

 

Se levantan a celebrar y Julián se queda en la mesa sentado, concentrado totalmente en su teléfono. Empiezo a comer con calma, saboreando cada bocado, después de una hora voy a la cocina y dejo el plato con sobras. —¿Bailamos? —Pregunta una voz muy conocida, me toma por la cintura y me arrastra a la pista de baile.

 

—No puedes estar a aquí y mucho menos tocarme. —Mi corazón golpea incesantemente mi pecho.

 

—Te ves hermosa, ese vestido me encanta, pero te verías mejor sin él. —Me guiña el ojo.

 

—¿Me dices qué haces aquí o le podrías responderle a mi padre? —Lo desafío con una sonrisa muy hipócrita.

 

—Tengo algo para ti y... Lo siento, mi intención no era que te sintieras mal. —Empieza a hablar rápido. —Ese no era mi plan, yo solo le ofrecí una solución.



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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